Capitulo 3: Encuentro.

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*Meliodas*

Desde ayer no paro de darle vueltas a la imagen de la chica. ¿Qué diablos me está pasando? Me estoy volviendo un blando. Debería haberme lanzado hacia ella, sin miramientos y haberla matado. Me habría desecho de la heredera, pero seguramente, habría enfurecido a su estúpida madre. Cosa que no me molesta, puesto que mi objetivo es masacrarlos y reinar como heredero al Trono del Rey Demonio. Mi hermano Zeldris me tiene envidia, lo huelo a kilómetros, pero no es mi culpa haber nacido antes. La verdad es que mi hermano y yo no nos llevamos demasiado bien. Nos soportamos, que ya es suficiente. Él es el Mandamiento de la Piedad, mi segundo al mando, también le llaman el ejecutor. Yo en cambio, me he quedado con el Mandamiento Poético: el amor. ¿Irónico, eh? Yo no amo a nadie. Normalmente, paso de las mujeres, prefiero irme de misiones y matar algo. A la única a la que respeto es a mi madre. Nunca te metas con ella, sería lo último que hicieras en tu vida. Es bastante tranquila, pero con carácter. Es alta, de pelo negro y por lo visto, la mujer más sexy y bella del Clan, aunque ella sólo tiene ojos para mi padre.

-" Lilith...Lilith! ¿Dónde demonios te has metido?

Ya estamos otra vez. Mi padre llamando a voces a mi madre. Se suele escapar a tomar el aire, porque mi padre a veces, se pone muy insoportable.

-"Psst, psssst. Meliodas...".
-" ¿Mamá, qué haces? Papá te está buscando.
-"No pienso responderle, hoy no estoy para sus rollos. ¿Tú de dónde vienes?
-"Eh...pues yo vengo de..."
-"Misiones, ¿no?"

Mi madre me mira con cara de saber algo más que yo, pero asiento con la cabeza.
Antes de que ella me vuelva a replicar ya me he dado la vuelta y he seguido mi camino como si nada. No tengo por qué darle explicaciones a nadie, ya soy mayorcito. Atravieso la puerta del purgatorio hacia el otro lado y me voy a unas ruinas que están entre la puerta del infierno y la del paraíso. Las descubrí de casualidad, no es que sea fácil encontrarlas y sorprendentemente, he ido varias veces sin encontrarme a nadie del otro lado. Llego y me siento. Necesito pensar. De repente, me llega un olor dulce. Es ella. Me pongo en alerta y me levanto con la mano en la empuñadura de mi espada. Pero en cuanto sus ojos se cruzan con los míos, me paralizo. Demonios, qué ojos tan preciosos. Toda ella es preciosa. Cuál es mi sorpresa que encima me sonríe, como si le diese igual que estuviera allí. De hecho, se ha sentado.

-"Bueno, ¿vas a quedarte ahí parado? Ni que hubieses visto a un muerto.

Reacciono y lo que hago a continuación me alucina. Voy hacia ella y me inclino.

-"Usted debe ser la Princesa Elizabeth, ¿me equivoco?

Me mira y se ríe.

-"¿Nos conocemos?"
-"Hace mucho que no nos vemos. Soy Meliodas.

Su cara cambia de color a blanco. Me mira asustada, sin saber muy bien qué hacer o decir. Hasta que reacciona y se va a toda prisa. Y el imbécil de mí no la para, la deja huir. Novato. Suspiro con resignación y me vuelvo a sentar. Cierro los ojos y cuando me doy cuenta, estoy medio dormido pensando en los ojazos de esa princesa.

¡Maldita Elizabeth! ¿Como voy a matar a alguien tan bonito? De hecho, ni siquiera mi mandamiento ha surtido efecto en ella. Interesante. Creo que pospondré mi plan de matarla.

Necesito conocerla más a fondo.

*Elizabeth*

Oh, diablos, ¿pero que acaba de pasar? ¿Acabo de encontrarme con el mismísimo Meliodas? Y yo tan ancha, será posible. Es muy probable que vuelva a encontrármelo si vuelvo a las ruinas. ¿Como lo habrá descubierto?.
Sí, las ruinas son una zona neutral entre los 2 clanes, pero no me hubiese imaginado encontrarme a Meliodas.
Meliodas... Es increíble cómo pasa el tiempo. Ha crecido mucho y se ha vuelto muy fuerte y seguro de sí mismo, aunque es más arisco...

~Fashback~

-"Hola, me llamó Elizabeth".-"Ho-hola. Yo soy Meliodas".

-"¿Quieres jugar conmigo? Estaba explorando el jardín.

- "Yo..."

- "Elizabeth, cielo, no le gustan esas cosas. Es un Demonio, no creo que le guste jugar con niñas".

- " Vaya, qué pena ".

Tenía 5 años cuando lo conocí. Aún me acuerdo de su carita de tristeza. Se había escapado del purgatorio y todavía no sabemos cómo, pero se coló en nuestra casa. Doy gracias a que mi madre no estaba ese día y no se enteró. Mi padre lo cogió y lo devolvió a la puerta, advirtiéndole de que no volviese a hacer eso. Seguramente no me habría hecho daño y se lo hubiese pasado bien conmigo. No como ahora...aunque no ha dado signos de querer matarme. De repente, sus ojos negros me vienen a la cabeza y me da un escalofrío. ¿Que demonios hacía allí? ¿Seria él quién me espió en el lago?.

Me doy cuenta de que son demasiadas ideas en mi cabeza pero me decido a volver a verlo, cuándo y cómo sea. Si nos hemos encontrado una vez, seguro que no será la última.

Meliodas, Meliodas... Necesito volver a verte.

*Nanatsu No Taizai : El preludio de una tragedia* (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora