Capitulo 9: Vida en el inframundo

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*Meliodas*

"¿Tenías que meterte, verdad hijo? No podías aguantarte las ganas de ir hacia la puerta Celestial y enfrentarte a uno de los Arcángeles. Eres...un genio."

¿Un genio?
Yo pensando que mi viejo iba a encerrarme por saltarme las normas y resulta que me alaba. Estupendo.

" Me aburría, por eso lo hice. Además, ese Bellion se estaba pasando 7 pueblos, alguien tenía que controlarlo".
" ¡Ja! Mira eso Zeldris, se burla hasta de mí, qué buen líder vas a ser hijo."

Sonrío. La idea de ser el próximo Rey Demonio me llena de júbilo. He nacido para eso. Me lo he trabajado mucho también. Chandler siempre me ha enseñado a no tener piedad con nadie.
Aunque me lo he saltado con cierta Diosa...y cierta brujita. Ahora que lo pienso, no he ido a ver a Gowther, seguro que algo trama.

"Si me disculpas Padre, voy a ver a Gowther. Necesito tratar un asunto con él."
"Oh, sí, sí..id, Majestad"

Me hace una reverencia en señal de broma. La verdad es que no me hace gracia, pero sonrío igualmente. Al pasar al lado de Zeldris, noto su mirada puesta en mí. Sin devolverle la mirada, sé que está enfadado conmigo, tiene envidia de mí, cosa a la que yo estoy acostumbrado. Lo ignoro y me voy a buscar a Gowther.

Gowther vive más abajo del Palacio, en una de las aldeas cercanas, puesto que es un caballero de alto rango. Llego a su casa y pico a la puerta.

"Pasa Meliodas"

Qué poco respeto tiene...suspiro con resignación y entro. Y lo que veo me sorprende.
Gowther tiene una gran mesa llena de cachivaches y estanterías llenas de libros de magia. Veo a una mujer al otro lado de la mesa, alta, de pelo oscuro y ojos amarillos. Y escasa de ropa. Se me parece en cierto modo a la niña. Me mira y parece adivinar lo que estoy pensando. Se transforma.¡¡¡Es la niña!!!

"¿Sorprendido Meliodas? Esta niña es un portento, en serio, te agradezco que me hayas dejado adoptarla, es una genia."

Estupendo, he dejado entrar al enemigo en mi propia casa. Con lo poco que me gustan las brujas.

" Oye Meliodas, ¿Me dejas probar algo?"

Anda, la niña habla. Igual que Gowther. Irrespetuosos.

" No pienso dejar que experimentes conmigo, no te hagas ilusiones enana"
" Pero sino es para tanto, sólo es un pequeño hechizo".
"No me fío de tí, pruébalo en Gowther"
"No puedo probarlo en mi Maestro, sería muy arriesgado"
"¿No decías que sólo era un hechizo?"

Me mira y sonríe. Claro que se burla de tí, rubio tonto.

"Me piro. Tengo que ir hasta el purgatorio, aún me quedan tareas por hacer"
"¿Puedo ir contigo?"

Si quieres morir...la niña entiende mi mirada y se resigna, poniéndose a leer un libro de hechizos avanzados.

Salgo de la casa y me dirijo a la puerta que da al purgatorio. Allí me espera mi mascota, Cerberus, el guardián. Es un perro de tres cabezas, lo crié desde pequeño. Le he cogido hasta cariño. Me presiente y se da la vuelta, sentándose. Sabe que le traigo la comida, almas de celestiales, las cuales recogí de camino a casa, durante la pelea con el arcángelucho. Se las come y vuelve a su tarea de vigilar la puerta hacia el mundo de los humanos. No podemos pasar. Ninguno, ni siquiera yo. Tiene órdenes de matar al que lo haga y yo no quiero arriesgarme.
De repente, me llega un olor fresco, dulce. No puede ser que ella esté aquí. Es imposible.

"¡Dejadme en paz, soltadme bestias!"

¿Pero qué...?
Salgo corriendo del purgatorio y cierro la puerta con un hechizo, me doy la vuelta y veo a...Elizabeth. Y detrás de ella está Bellion, agarrándola de las muñecas.

"Oh, vamos princesita, no te hagas la débil y atácame...espera, no puedes. Jajajajajajaja"

Claro que no puede. Tiene grilletes anti magia, imbécil.

"¡Eres un cobarde! ¡He dicho que me sueltes! ¡No te conviene lo que estás haciendo!"
" ¿Me está amenazando alteza? La verdad es que me gusta que lo hagas. Vamos, sigue..."

Veo que la cara de Bellion es de placer absoluto. Y no me gusta un pelo.
El único que tiene derecho a meterse con ella soy yo. Él único que tiene derecho a tocarla, soy yo.

"Bellion, eres un inútil".

Han bastado esas 4 palabras para que me mire cabreado. Qué poca paciencia.
Me ataca. Pero qué idiota. Ni siquiera saco la espada. Mi puño impacta en su estómago. Le he dado con tanta fuerza, que ha volado hacia atrás, quedando estampado en una de las casas de la aldea.

Elizabeth me mira, enfadada.

"Quiero que me sueltes".
" Oblígame".
"¿Tú también eres un cobarde?".
" Princesa, por favor, no me insulte".

Me agacho y me dispongo a quitarle los grilletes. Nos miramos fijamente. Su mirada cambia de enfado a impasibilidad y después a sorpresa. ¿A qué viene esa cara? Y de repente me fijo. He escondido mi marca demoniaca involuntariamente, con lo que mis ojos no son negros, sino verde esmeralda. He dejado salir mi humanidad sin querer, mierda.

"Vaya, qué ojos más bonitos Meliodas".

Pues anda que los suyos...sacudo la cabeza y vuelvo a mi estado demoníaco. Esta tía me ha hechizado con su perfume, seguro. Sigo sin apartarme, no obstante. Creo que no me había parado a observarla bien. Sus ojos imploran que la suelte y la deje escapar, pero su cuerpo parece querer quedarse donde está. Tiene una piel blanca, pura, que cambia un poco cuando se sonroja. Mi mano reposa en uno de sus brazos y va bajando hasta su muñeca. Su respiración se acelera y su mirada va desde la muñeca a mi. Me quedo prendado de la luz que emana, incluso con su poder anulado por los grilletes. He vuelto a tomar mi forma humana sin darme cuenta. Necesito intentar algo. Me arrodillo para estar a la misma altura y pego mi nariz a la suya. Ella se sorprende por mi gesto pero no se aparta. Nuestros corazones laten agitados. Miro sus labios. Sus dulces y carnosos labios. Necesito besarlos. Desesperadamente. Ella se da cuenta de mi plan y se levanta bruscamente.

"¿Quieres quitarme los grilletes de una vez, maldito enano?"

"¿Qué ocurre aquí?"

No me había dado cuenta de que mi Padre estaba aquí. Espero que no haya visto lo que estaba a punto de hacer.

"¿Meliodas, vas a matar a esa diosucha, o lo hago yo?"
" No creo que sea buena idea. Ella es..."
" Elizabeth, princesa del Clan de las Diosas. ¿Qué la trae por aquí?".
"Bellion la ha capturado. Para mí".

Buena improvisación, Meliodas, pero no te la tragas ni tú.

"¿Bellion ha secuestrado a la princesa? Vaya, yo qué pensaba que era un inútil. Está bien, puedes quedártela hijo. Haz lo que quieras con ella".
"Sí Padre".

Me pongo detrás de ella y la empujó un poco para que camine. Ella prefiere no decir nada y seguirme la corriente. Chica lista. La llevo hasta la torre más alta del castillo. No es una cárcel, de hecho es una habitación, aunque se puede cerrar con llave. La dejo allí y la encierro, sin ni siquiera mirarla.

"Meliodas, no me has quitado los grilletes".

No le hago ni caso. Bajo las escaleras y voy a buscar a mi madre. No sé por qué, pero hoy la necesito más que nunca. Creo que estoy perdiendo la cordura.

Y Elizabeth es la causante. Esto puede acabar de dos maneras: o la mato o...pierdo la poca cordura que me queda y hago una locura. Ya hace tiempo que desistí a la primera, así que sólo me queda seguir hasta el final.

Estás jodido Meliodas.

*Nanatsu No Taizai : El preludio de una tragedia* (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora