Capítulo 8: Arcángeles y Demonios.

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*Mael*

Parece que la cosa es más grave de lo que parecía. Han matado a muchos civiles de las aldeas celestiales, las que más cerca están de la puerta que lleva al Palacio. Frunzo el ceño. ¿Qué maldito Demonio haría una masacre igual? Tal vez alguno de los 10 Mandamientos tenga que ver con esto, pero súbitamente me doy cuenta de que no es su poder. Me encuentro a dos soldados de camino.

"Señor Mael, menos mal que ha llegado. Necesitamos refuerzos".
"Jajajajajajaja. Vaya, vaya, ¿Otro soldaducho? Bueno, te mataré junto a los demás."

Miro hacia dónde ha salido la risa y veo que es un Demonio de alto rango. No muy poderoso, ciertamente, pero sí muy soberbio. Es alto, tiene el pelo largo y gris y una sonrisa que no se le quita de la cara. Para que no haga daño a nadie más , extiendo mi poder lumínico. Entonces su cara se enblanquece y deja de sonreír.

" Pero qué...¿Quién eres tú?"
" Yo soy Mael, de los cuatro arcángeles. Ríndete ahora o sufrirás las consecuencias".
"¿Rendirme? ¡Ja! ¡Nunca!. Soy Bellion, Capitán de los Seis Caballeros oscuros, futuro líder del Clan Demoníaco. No me das miedo. Te cortaré en rebanadas, como a tus soldados."
"Dudo mucho que vayas a ser líder de nada, dada tu nimiedad de poder".
"¿Cómo has dicho? Ahora sí que..."

Un poder oscuro mucho más grande que el de Bellion aparece en escena. Es tan amplio, que hasta mi poder se echa hacia atrás.

Es bajito pero tremendamente fuerte. Rubio, con una mirada que hiela la sangre. Se pone enfrente de mí, ignorando a su compañero.

"Mi...mi señor Meliodas. Al fin está aquí. Ahora podemos unir fuerzas y destruir..."
" Quítate del medio. No pintas nada aquí".
" Co...¿Cómo?"
"Ya me has oído. Lárgate. Ya has causado bastantes problemas. Vete con tus amiguitos fracasados que no tienen nada que hacer contra mi poder."

La mirada de Bellion cambia de admiración a enfado, pero se resigna y se va. Meliodas sigue mirándome.

"Así que tú eres Meliodas. Te pediría amablemente que te fueras, creo que no quieres causar más problemas como ese amiguito tuyo."
" Ese imbécil no es mi amigo. La amistad no existe para alguien como yo. Sólo la lealtad. Claro que no quiero causar problemas, pero si tengo la oportunidad perfecta para cargarme a un arcángel, debería aprovecharla. Iba a hacerlo de todas maneras, tarde o temprano. Os odio a los 4."

Cojo mi espada celestial y me pongo en guardia. Si pelea es lo que quieres, es lo que tendrás, enano.

Se lanza hacia mí y chocamos las espadas. Es fuerte, tanto física como a nivel de poder. Vaya, va a ser duro de pelar. Creo que acabaremos esto de una manera limpia y rápida. Libero mi gracia y él se echa hacia atrás, pero lejos de asustarse, sonríe.

"Mmmm...bonito poder...¿Te lo ha dado mamá?"

Se está burlando de nuestra Reina, la Deidad Suprema. Vaya, ni yo sería tan osado de hacerlo.

" Deberías callarte la boca, sucio Demonio. Ahora verás lo que es el verdadero poder".

Elaboro una bola de fuego abrasadora, que se parece mucho al propio Sol y sin pensármelo dos veces, se lo lanzo a la cara. Le da de lleno. Y yo pensando que se iba a resistir, patético.
Espera... sí que lo ha hecho. Pero no es el mismo de siempre. Es un modo de ataque que no había visto nunca. La oscuridad envuelve la mayor parte de su cuerpo y su marca demoníaca ha cambiado.

" Sabía que eras un tonto. ¿Pensabas que ibas a matarme con eso? Lo he esquivado sin que te dieras cuenta. Ahora estoy en mi modo asalto. Yo que tú, echaría a correr."

Maldito enano... cómo los odio. A todos los Demonios. Me lanzo hacia él para atacarle.

"¡¡Full Counter!!"

Mierda. Me ha devuelto mi ataque. Eso me ha dolido. Y bastante he de reconocer. Debería llamar a los otros...no, no soy tan débil, me las arreglaré sólo. Prefiero seguir usando mi gracia con algo más de pericia, seguro que en algún punto le dolerá.

*Elizabeth*

Cuántos heridos...es increíble que un Demonio sólo haya hecho esta masacre. Mientras voy curando a unos y a otros, miro la puerta. Mi padre está hablando con Ludociel, Sariel y Tarmiel. Parecen enfadados y preocupados. Oh, oh. Eso no me gusta para nada. Decido intervenir.

"Chicos...¿Ocurre algo? Vuestras caras son un poema..."
" Princesa, con todo el respeto, no se incumba en situaciones de batalla. Ocúpese de los heridos"

Ludociel, cómo no. Se piensa que soy idiota. Como no me gusta luchar...

"Lady Elizabeth, por favor, haced caso a Ludociel. Cuánto menos sepa, mejor".
"Pero Sariel..."
" Elizabeth cielo, no repliques"

Definitivamente, los cuatro juntos me ponen de los nervios. Mael no ha llegado y están tan tranquilos ahí parados sin intervenir. Me doy la vuelta y me voy de la enfermería.

"Cielo, ¿a dónde vas?"
"Ya he terminado de curar a los heridos. Me voy a descansar un rato."

Mi padre frunce el ceño pero no dice nada y vuelve a hablar con los demás.
Me salgo al jardín y voy a la entrada principal. La puerta Celestial está cerrada, pero no hay nadie vigilándola. Creo que alguien se la va a cargar...
Es arriesgado, pero me decido a ver qué pasa con Mael. Quizá ese Demonio le esté dando problemas. Hago el hechizo para abrir la puerta y la atravieso, cerrándola por ese lado, no vaya a ser que la fastidie.
A lo lejos veo luchar a dos figuras.

"¡¡¡¡Princesa Elizabeth!!!! ¡¡¡¡No debería estar aquí!!!!"

Es un guerrero celestial. Bastante malherido he de añadir.

"¿Y Mael?"- le pregunto mientras lo curo.
"Pues.. está luchando con Meliodas, milady"

¿Ha dicho... Meliodas?

" Apareció de la nada y echó al otro Demonio, pero se puso a luchar con el Señor Mael. Su poder es inimaginable, ni siquiera la gracia del señor lo hiere".

Las gracias no están creadas para abatirlo a él. Es una locura el usarlas siquiera contra el heredero del Clan Demoniaco. Frunzo el ceño y vuelo hacia ellos. Mael, ¿En qué estabas pensando para enfrentarte a alguien como él? Definitivamente, es un ingenuo.

Mael presiente que estoy allí. Hace rato que activé mi poder y me pongo delante de él, por encima de Meliodas. Él me mira, totalmente maravillado. El viento agita mi pelo. Estoy muy seria, segura de mí misma. Voy bajando un poco hacia él, pero se echa hacia atrás, enfunda su espada y extiende las manos.

"Parece que la diversión ha terminado. Es usted una aguafiestas princesa".

Levanto una ceja, sorprendida por su actitud. Parece que a mí no quiere atacarme.

"¿Por qué no te enfrentas a alguien equivalente a tí?"
"No mato a princesas. Es un halago que me plantee siquiera el luchar contra vos".

Se da media vuelta y se va. Otra vez. Siempre hace lo mismo.
Suspiró con resignación y miro hacia atrás. Hace rato que ya me lo temía pero Mael está desmayado, seguramente del cansancio. Estupendo, ahora tengo que cargar con él. Lo cojo y me lo llevo a casa.

*Meliodas*

Puagg, qué asco. Tenía que aparecer Elizabeth en plena batalla. Con lo bien que me lo estaba pasando con el arcangelucho. Aunque debo reconocer que tiene mucho estilo como guerrera. Es preciosa hasta cuándo se pone seria.
Otra vez pensando en ella... debería resignarme y admitir que hay algo entre nosotros. Su entrada ha sido majestuosa, digna de una Reina. Su madre ni siquiera se ha dignado en salvar a su guerrero, qué cobarde.

"¡¡¡Meliodas!!!"

Mierda. Mi padre me reclama. Y por el tono, seguro que no es para darme un regalo. Suspiro y voy a verle.

*Nanatsu No Taizai : El preludio de una tragedia* (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora