Capítulo 6: Pacto

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*Elizabeth*

¿Qué acabo de hacer? ¿He quedado con Meliodas en secreto? ¿Pero qué te pasa en la cabeza Elizabeth? Seguro que aprovecha la ocasión para secuestrarme, torturarme o vete a saber qué. Debería trazar un plan de escape, por si las moscas...
En cuanto se acerque un poco se comerá uno de mis arks, no pienso dejar que vuelva a tocarme como lo ha hecho...aunque ha sido tierno a su manera. Me ha mirado de manera muy intensa, casi me caigo del susto, gracias a dios que mis piernas me han sostenido. Me ha hasta sonreído de una manera muy...provocativa. Lujuriosa, incluso. Me sonrojo. Elizabeth, no te montes películas, no le interesas, es un Demonio. Seguro que estaba pensando la mejor manera de matarme.
No, si hubiera querido matarme, lo habría hecho sin vacilar. A él también le ha sorprendido el estar tan cerca de mí. Estoy muy confusa.
Tengo tantas preguntas que hacerle, que seguro que se cabrea conmigo. Pero necesito saber a qué atenerme. No pienso dejar que se vaya sin contestarmelo todo.

*Meliodas*

Esa Elizabeth. La muy boba se ha atrevido a quedar conmigo a solas, en un sitio que, seguramente, sólo conocemos ella y yo. Ha sido valiente por su parte, lo reconozco. Yo también quiero saber qué le pasa por esa bonita cabeza.
He de reconocer que la he infravalorado. No sólo es preciosa sino que también tiene una fuerte personalidad. Pero quiero conocerla. Del todo. No pararé hasta conseguirlo. Su vida, sus secretos, sus fortalezas y debilidades...se ha metido en un lío señorita Elizabeth.
Cierro los ojos y me tumbo. Estoy en mi casa, encima de un árbol. Siempre ha sido mi lugar favorito para pensar o simplemente, evadirme de todo.
Despierto después de un rato y me doy cuenta de que se ha hecho de noche. Me levanto y voy al lugar de encuentro.

*Elizabeth*

Me he adelantado y estoy dando vueltas en las ruinas, nerviosa, con ganas a ratos, de irme de allí para no meterme en líos. Pero recordando lo de ésta mañana me ha dado la suficiente fuerza para no irme corriendo.

"Hola, princesa"

Oh, vaya. Es él. Qué puntual.

Le estoy dando la espalda, puesto que no me atrevo a darme la vuelta. Su oscuridad me da escalofríos. Tranquilízate Eli. Respira hondo y sé educada. Tiemblo un poco cuando me doy cuenta de que está justo detrás de mí.

"¿Qué ocurre, te ha comido la lengua el gato?"

Me lo ha susurrado al oído. Se me han puesto los pelos de punta. Me doy la vuelta bruscamente y nuestras caras se quedan a un palmo. Me aparto dando tres pasos hacia atrás.

"Ho-hola, Meliodas. Perdón, me has sobresaltado".
" Mmmm. Ya veo, te has alejado de mí. No te preocupes, no iba a hacerte daño. Si no, ya estarías con un pie en la tumba".

Que me hable así me cabrea un poco. Frunzo el ceño y empiezo a hablar.

" Eres un borde. Veo que te da igual todo. Pero bueno, no importa, no quiero irme sin hablar contigo. Necesito saber algunas cosas..."
"No tan deprisa, diosucha. Nunca he dicho que venga a hablar contigo. Sólo he venido porque tengo curiosidad en saber por qué demonios una diosucha querría relacionarse conmigo, nada más, no te pienses nada raro"
"¿Quieres dejarme hablar, idiota? No pienso dejar que te vayas sin que me contestes a algo. ¿Qué quieres de mí?"
"¿Yo? Dirás mejor, tú. No has parado de acosarme"
"¡Yo no te he acosado! Contéstame, por favor".

Veo que cierra los ojos y emite un suspiro de resignación. Vuelve a abrir los ojos y me mira fijamente. Intensamente. Otra vez. Ladea la cabeza y me sonríe, otra vez, como esta mañana. Se acerca a mí, pero yo me aparto. Hasta que me choco con una columna de las ruinas. Porras, ahora sí que no tengo escapatoria. Me coge de la barbilla.

" Lo único que quiero de ti, es que me digas quién eres".

Pero, ¿qué dice éste? Yo soy Elizabeth.

"¿Te has dado un golpe en la cabeza? Soy Elizabeth, la princesa del Clan de los Dioses."

Se carcajea. Se está riendo de mí, el muy desgraciado.

"Elizabeth, respira hondo. Ya sé tu nombre, sé de dónde eres. Quiero decir que quiero saber cómo eres. Me da la sensación de que eres...diferente a los demás miembros de tu clan".
" Si quieres decir que soy rara...sí, lo soy. No me gusta pelear. Ni matar a nadie. Me entristece que nos peleemos, que nos odiemos. Podriamos vivir en equilibrio, pero sois unos despiadados ".
" Mmmm, vosotros no os quedáis atrás. Ahora no nos echéis la culpa".
"No, claro que no, todos tenemos parte de responsabilidad en esto. Por eso vengo a pedirte algo.  No nos hagáis más daño. Creo que ya hemos tenido suficientes bajas en los dos bandos".
" No puedo prometerlo. No soy el que manda".
"Y el no hacerme daño a mi...¿eso puedes hacerlo? Si quieres conocerme más, no deberías matarme, ¿no?.
" Pides demasiado. Aunque últimamente estoy en racha, de lo blando que me estoy volviendo. De acuerdo, no te tocaré... Por ahora."

Sonrió timidamente. Algo es algo. Parece que el rubio tiene un corazón, después de todo. Se da la vuelta para irse. No sé cómo ni por qué, pero corro hacia él.

"Espera un segundo, no he ter..."

Me tropiezo, como siempre, pero él llega a tiempo para sostenerme. Me ha agarrado de los brazos mientras yo reposo mis manos en su pecho. Su nariz está pegada a la mía. Nuestros labios están a unos milimetros. Oh, oh, Elizabeth, alerta roja, apártate. Pero estoy paralizada por su mirada. Trago saliva y cierro los ojos. Él me agarra por la cintura y me levanta, puesto que tenía las rodillas medio dobladas. Me acerca más hacia él y yo empiezo a respirar más rápido, sin abrir los ojos, ni moverme. Sus labios rozan los míos.
No sé cómo pasó, pero cuando me he querido dar cuenta, me ha soltado bruscamente y se ha largado, sin darme tiempo a abrir los ojos.

Me quedo allí parada, intentando recuperar mi aliento. ¿Ha intentado besarme? ¿Qué está pasando? ¿Por qué no he podido reaccionar?

Cielos, Elizabeth, ya quítate a ese enano de la cabeza. Sólo te has tropezado y te ha ayudado, nada más.

Llego a mi casa. Querida cama, cómo te he echado de menos. Me tiro en ella y cierro los ojos, sin dejar de pensar en lo que ha pasado. Me duermo de puro cansancio.

Maldito Demonio, ¿qué estás haciendo conmigo?

*Nanatsu No Taizai : El preludio de una tragedia* (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora