*Elizabeth*
Sigo soñando con ese endemoniado. Esto ya se está pasando de la raya. Necesito aire puro, así que desayuno y salgo del Palacio en el que intento instalarme a gusto.
No sé cómo pero llegó a las ruinas de la zona central. Y Meliodas está allí. Me doy la vuelta, dispuesta a escaparme, pero sé que ha notado mi presencia, pero en lugar de bajar hasta donde está, me quedo en el sitio y le miro desde arriba.Meliodas: Es de mala educación mirar por encima del hombro y que yo sepa, no eres ninguna maleducada. Anda, quita esa cara y baja aquí. Necesito hablar contigo. De todas maneras iba a ir a buscarte... sé dónde vives. Me da igual que te largues a kilómetros de distancia, porque sé que voy a encontrarte tarde o temprano.
Luego dice que soy yo la que le acosa...me rindo y bajo, manteniendo la distancia. Me cruzo de brazos y le doy la espalda, esperando que hable.
Meliodas: Vale. Quiero que sepas que esto no se me da bien y que me des la espalda me hace más difícil aún ver tu reacción.
Suelto un suspiro de resignación y le miro.
Meliodas: Mira Elizabeth, quiero disculparme por lo del otro día. Fui un imbécil. Nadie tan bello como tú merece esa actitud, aunque sea el Demonio más despiadado que haya pisado la Tierra.
Me sonrojo y miro hacia otro lado. Él se ríe. Fíjate tú por dónde, el demonio tiene buen humor. Tengo que reconocerlo, sé que hay algo de bondad en él, puesto que aún no me ha matado y eso en un Demonio seguro que cuesta mucho de hacer.
Yo: Te perdono Meliodas. Pero entiende esto: Si nos relacionamos, está totalmente prohibido y se nos puede caer el pelo, así que lo mejor es que cada uno siga su camino.
Meliodas: No soy tan idiota, sé las normas, gracias.Ya está frunciendo el ceño y ha sacado su marca demoníaca. Le he enfadado sin querer. Soy una bocazas.
Yo: Perdón, no quería enfadarte.
Él se da cuenta de que ha cambiado de actitud conmigo y se vuelve a disculpar. Deja su espada en el suelo y se acerca un poco a mí.
Meliodas: ¿Ves como sacas lo peor de mí a veces? No deberías cabrear al "otro tío".
Yo: ¿El otro tío?
Meliodas: Mi yo malo.El "otro tío". Tiene su gracia. Sonrío, pero no puedo evitar carcajearme segundos después.
Yo: Entonces, eres algo así como...bipolar? Jajajajajajaja
Meliodas: ¿Quieres dejar de reírte? No tiene gracia.Me callo, puesto que se ha vuelto a cabrear. Se acerca a mí y, como no, me choco contra la columna de siempre. Tengo que eliminar esa columna cuando reformemos esto. Me coge de la barbilla y me mira. Yo también le miró fijamente y esta vez, empiezo a mirar con más detalle. Su marca demoníaca le ocupa toda la frente. El símbolo pertenece a la familia Real Demoníaca. Tiene cara de adulto, aunque es más bajito que yo. Su cuerpo es musculoso y atlético, se ve que entrena mucho. Su pelo es largo y rubio y graciosamente, le sale un mechón travieso por arriba. Él se da cuenta de que lo estoy mirando de arriba abajo, analizándolo con cautela.
Meliodas: ¿Has acabado Elizabeth? Parece como si quisieras planear algo.
Yo: Mmmmmm, es posible, no te fíes.Él me suelta la barbilla y yo levanto una mano para tocar ese mechón. Pero se aparta. Bajo la mano, un pelín resignada y él ladea la cabeza y sonríe.
Meliodas: ¿Qué, quieres hacer algo conmigo Elizabeth?
Yo: ¡No te pienses cosas raras! Yo no tocaría a un Demonio como tú!
Meliodas: Qué lástima...Eres un idiota, maldito Demonio. Lo que hago a continuación me lleva a la perdición. Me acerco a él y sin mediar palabra, le doy un beso en la mejilla. Él abre los ojos como platos y se queda quieto, como congelado.
Yo: Ja! Mira al Demonio más despiadado de su clan, dejándose manipular por la princesa enemiga, qué patético.
Mientras me río de mi actitud teatral de mala, él me coge de la muñeca y me da la vuelta, ya que estaba de espaldas. Tira hacia abajo para ponerme a su altura y me coge la cara con las dos manos. Acerca su nariz a la mía y me mira fijamente. Sus ojos pasan de negro a verde esmeralda en cuestión de segundos. Sé lo que va a hacer a continuación, pero me adelanto yo. Le beso. La verdad es que en todas las veces que él me ha besado, nunca me había parado a pensar en lo que voy sintiendo, así que lo haré ahora, para aclararme de una buena vez.
Él se deja hacer. No me toca en ningún momento. Lo acerco más a mí y cierro los ojos. Mi corazón se acelera, mi cuerpo siente calor, mucho calor. Y ternura, mucha ternura. Le cojo las manos para que me rodee la cintura mientras sigo besándolo. Y de repente, él toma la iniciativa. Me aprieta contra él y empieza a besarme una mejilla, bajando despacio hasta mi cuello. Sube las manos por mi espalda y yo le agarro el pelo. Me separa bruscamente y me da la vuelta, rodeándome de nuevo la cintura y besandome un hombro. Una de mis alas se descoordina por sus caricias en mi espalda, pero él la agarra, antes de que le dé un bofetón.
Meliodas: Vaya, parece que tenemos a una rebelde por aquí...
Empieza a darme besos en el ala y como están conectadas con mi médula espinal, me empiezan a dar escalofríos. Me doy la vuelta bruscamente y casi me caigo, pero él me agarra y yo me apoyo en su pecho. Los dos estamos colorados. Intento coger aire para hablar.
Yo: Perdona Meliodas. Sólo quería comprobar algo. Me he pasado de la raya.
Meliodas: No te disculpes...me ha gustado de hecho. Nunca pensé que fueras una salvaje.Mi cara se pone como un tomate.
Yo: Iaaaaaa!!!! No me digas esas cosaaaas!
Se ríe. Pero de repente, empieza a hablar seriamente.
Meliodas: Elizabeth...yo...te quiero. No hace falta que hables, déjame decirlo de un tirón.
Mi cara es un cuadro. Me siento, porque me fallan las piernas.
Meliodas: Siempre he estado buscando mi felicidad, y las peleas, las guerras...era lo que me daba todo lo que necesitaba. Hasta que has aparecido. Tú, con tu palabrería de justicia, tu valentía y tu forma de ser. Me gustas. Nunca pensé que diría esto, pero mi felicidad no era matar Diosas...necesitaba a alguien a mi lado, como tú. Ahora me doy cuenta. Siempre has sido tú. Iluminas mis más oscuros pensamientos. Sé que lo nuestro es imposible, pero antes de separarnos, quería que lo supieras. Eres una mujer extraordinaria y ojalá que seas feliz y sobre todo, que no te pase nada. Serías una pérdida irreparable, mi bella princesa.
Oh dios mío. Este truhán se me ha declarado. Ha sido tan bonito que las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, pero sigo sin poder levantarme. Él se asusta y se arrodilla. Me seca las lágrimas y me abraza. Me empieza a dar besos en la cabeza, como disculpándose por sus palabras. Nunca pensé que un Demonio sería tan amable y tan bueno.
Yo: Meliodas... qué tonto eres. Yo no soy nadie, no soy como tú. Tú sí que eres excepcional.
Meliodas: ¿Quieres dejar de infravalorar te? Eres la chica más especial que he conocido. Qué importa que no quieras luchar. Eres la más sensata de todos.Me sonríe y me da un beso en los labios, tratando de consolarme. Y me susurra al oído.
Meliodas: Elizabeth, ¿Tú también me quieres, verdad?
Asiento con la cabeza. Claro que le quiero, pero no he querido reconocerlo hasta ahora. Me da un beso en la mejilla y alza una de mis manos para besarla, cuál príncipe azul.
Meliodas: Con eso me vale. Tengo que irme, mi madre me espera. Ella sabe lo que siento, y aunque ha querido impedirlo, al final se ha rendido. Tranquila, nos guardará el secreto.
Asiento con la cabeza y me levanto. Parece que estoy mucho más tranquila. Él sigue cogiéndome de las manos y acerca su frente a la mía para despedirse.
Meliodas: Te amo, mi Diosa.
Sonrío y él se va, alejándose de mi, pero sin dejar de mirarme.
Yo también te amo...mi pequeño Demonio insufrible.
ESTÁS LEYENDO
*Nanatsu No Taizai : El preludio de una tragedia* (Libro I)
FanfictionHace 3000 años, los 5 clanes principales vivían en paz y armonia. Pero un grupo de 10 Demonios trastocara todo ello y una tragedia romantica acontecerá. Basado en el manga de Suzuki Nakaba. Toda esta historia es original, pero espero que os guste ❤...