CAPÍTULO 2.

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Recordar la mayor parte de mis sueños es algo que se me dificulta desde que tengo uso de razón, pero algo que siempre puedo recordar a la perfección son las pesadillas que constantemente tengo, suelen ser repetitivas y escalofriantes. No era tan tarde cuando me fui a la cama, no me sentía cómoda en mi propia cama, di vueltas y vueltas hasta que pude sentir esa leve somnolencia.

El calor me hizo abrir los ojos pero la oscuridad era tan densa que era poco perceptible el lugar en el que me encontraba, esa desesperación recorría mi cuerpo, podía escuchar mi dificultad para respirar y aquel calor abrasante golpear mi piel. A lo lejos lograba ver aquellos destellantes ojos color carmesí, en cada parpadeo se acercaban a mí hasta estar frente a frente, una extraña respiración golpeando mi rostro, unas manos recorrían mi rostro, era escalofriante sentir el calor de esas manos y aún más ver aquellos ojos verme. 

Cuando logré abrir mis ojos vi el techo de mi habitación y la claridad del día entrar por la ventana, estaba empapada en sudor y si fuera poco aún podía sentir esas manos en mi rostro.

—Lili despierta

—Ya estoy despierta

Con el calor que mi cuerpo tenía deseaba una ducha fría pero el agua estaba tibia, fue insoportable el calor del agua sobre mi piel. Cuando termine de vestirme sentía demasiado estrecho el cuello de la camisa hasta el punto de asfixiarme, podía sentir la textura de la tela y como me daba comezón. Después de todo termine por sacarme todo el uniforme y colocándome el de deporte que no fue lo más adecuado.

—La calefacción de la ducha funciona —me senté en la mesa y le di un trago a la taza de café.

—La repararon cuando no estabas en casa —la mujer acomodo mi plato —¿Iras de deporte?

—Mi camisa se mancho de algo —no iba a decirle que casi me ahogo con el uniforme

—No te llamaran la atención por eso

—No creo que sea tan malo ir de deporte

No me dijo nada más mientras desayunaba, siempre comíamos en silencio ya que ella siempre esta leyendo el periódico. Cuando termine levante el plato y la taza para dejarlas en el fregadero, tome mis cosas y me despedí de la mujer con un beso. No tenía nada de prisa esta ves, entre a las instalaciones de la escuela y me lleve con la suerte de que Arthur no se presentaría a clases de nuevo.

Cuando él no llegaba las clases se sentían más largas y todo era aburrido, sin contar que no tenia con nadie con quien hablar. El timbre sonó dándonos aviso a nuestro descanso, compre una bolsa de chocolates y me dirigí a lugar más vacío de la escuela. Teníamos prohibido entrar a las áreas clausuradas de los edificio ya que siempre estaban en remodelación o más de algún salón no tenia energía eléctrica por tener un mal cableado. No soy una persona que sea muy obediente y siempre estoy metida donde no debo, entre a un salón sin electricidad a perder mi tiempo y si era necesario saltarme una que otra clase.

—Te encontré —vi como asomo su cabeza donde yo estaba, quería un momento de paz ya tenia un mal día y ahora aparecía

—Debe ser una broma —vi como se sentó frente a mi

—¿Descansaste ayer? —si hacia una pregunta como esa era notorio mi cansancio

—Que te importa

—Eso me indica que no —acaricio mi mejilla incluyendo parte de abajo de mi ojo causándome un escalofrió, aquel contacto fue tan familiar que aleje su mano

—No me toques —esquive su mirada fue algo extraño —Ve a molestar a alguien más interesante

—Me interesas tú.

Propiedad de un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora