CAPÍTULO 1

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El bullicio de la mañana de los autos movilizarse por la calle, las bocinas, los pájaros cantando y los gritos de mi abuela pidiendo que me levantara, terminaron por arruinar ese pequeño sueño que tenía. Ver el reloj y saber que iba tarde me hizo ponerme de pie y entrar al baño, una ducha rápida, secar mi cabello y vestirme con el uniforme más horrible del mundo.

—El desayuno.

—Enseguida bajó —tomó los cuadernos de la mesa para meterlos en la maleta, me dirigí al primer piso hasta el comedor

—Si trataras de salir de la cama al primer grito no traerias el uniforme tan desordenado —mire hacia abajo revisando el uniforme desastroso que cargaba —Arréglate eso y siéntate a comer

—¿Por qué nunca está bien puesto? —Para ser un vestido de tirantes con una camisa blanca por debajo era lo más difícil de ponerse con prisa

—Voy a salir y no sé a qué horas voy a regresar, si decides quedarte en la casa de algún amigo me dices

— ¿A dónde iría? Arthur tiene visita en casa y no me apetece ir a dormir a casa de Sky—En definitiva no saldría un dia como hoy —No creo que Arthur me diga ¡Oye vamos a una fiesta!

—Eres muy vaga, deberías salir más a menudo —trate de ignorar su petición mientras comía

—Estoy bien acá en casa —Le sonreí con cariño a la bella mujer sentada aún costado mío.

—Vete ya es tarde —mire al reloj en la pared, faltaban aproximadamente veinte minutos para que la campana sonara.

—Mierda —me levante para tomar la maleta y salir corriendo de la casa

El camino a la escuela no era tan largo pero siempre suelo distraerme en la calle y llego tarde, las siete cuadras que corrí fueron récord, llegué incluso cinco minutos antes de que fuera la hora de entrada. Camine el horrible pasillo al salón que me corresponde y me tumbe en la silla agotada. La mayoría de alumnos ya estaba adentro, perdiendo sus últimos minutos de entrada en conversaciones repetitivas, como ¿qué chico te gusta? ¿viste a esa chica? ¿Qué chica está gorda? y un sin fin de comentarios fuera de sí.

Arthur no había llegado, al parecer tenía un resfriado altamente contagioso. Al parecer estaría sola, me gustaba estar sola pero con la clase de personas dentro de la escuela era imposible sentirse tranquila. Me dirigí a la azotea, esperando que ningún maestro me viera, el día era opaco y el aire era frío. Me senté en una esquina para poder comer lo que había logrado comprar en la cafetería, una leche de fresa y un muffin. Un ruido estridente se escuchó en la entrada del lugar, me quedé inmóvil pensando en que podía ser un maestro, tal vez, venía un castigo por meterme en lugares donde no están permitidos los estudiantes.

—¡Hola! —me paralice al escuchar la voz de lo que parecía ser un chico, sentí una corriente eléctrica recorrer mi columna —¿Te asuste?

—¡Ha! —no logre estructurar ninguna palabra, más que solo soltar aire. Gire en dirección de donde venía la voz, topándome con un chico alto algo desconcertado —¿Qué haces aquí?

—Esconderme —Se acercó un poco a donde estaba para tumbarse en el suelo

No me molestaría compartir un lugar como la azotea pero, estar con el galán de la escuela era lo peor que me podía suceder. No era alguien que fuera de mi agrado, pero la actitud que tiene con todos es insoportable.

—¿Qué quieres? —era la persona menos discreta a la hora de ver a las personas

—Nada ¿por qué la pregunta? —al parecer era un poco estúpido

—Sabes que hay personas que se incomodan solo por ser vistas —Al parecer no le importo mi comentario

—Mi mirada te molesta —Acaso no era obvio

Propiedad de un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora