CAPÍTULO 22

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Estaciono el auto frente a una enorme mansión que estaba en la nada, el camino porque el que habíamos entrado era angosto hasta dar con el enorme campo que deja ver toda clase de flores, la entrada asemejaba una casa a la antigua pero no era desprenderse la mayoría de los que Sebastián conocía tenían un siglo o más. No quiero bajarme del auto pero en cualquier momento me sacaría a arrastras, antes de que alguno se acercara a la puerta se abrió dejando ver a un castaño de ojos dorados, reconocí rápidamente quién era.

—Hola señor, el sudor y yo no somos compatibles —me sonrió por mi sarcasmo y la mirada de molestia de Sebastián lo atacaron

—Veo que si me recuerdas

—¿De dónde se conocen ustedes dos? —su mandíbula estaba tensa

—Tomo una ducha en mi bañera —ladeé mi cabeza y vi como las venas del cuello de Sebastián se marcaron por la cólera

—Te voy a arrancar la garganta

—No hizo nada fuera de lugar porque dijo que te enojarías —bajo unos escalones pero se detuvo de la nada

—Se supone que se harían cargo de eso —señaló a Lucienne

—Habla eso con Sebastián no con nosotros —los dos que veían en el otro auto entraron a la casa

—El niño viene conmigo —le hablé directamente —Es mi problema no el suyo

—No puede estar aquí, sabes lo peligrosos que son a esa edad

—Estoy muerta —le sonreí —tiene más autocontrol que Sebastián y tú

—Eso es imposible

—Puedo probarlo —no lo dudé en ningún momento, conocía a esta niño como la palma de mi mano en estos cinco meses

—Le diré a mi madre, así que quédate aquí —me recosté en el auto

—Es una mala idea dejarlo vi...

—Cállate —lo mire con el ceño fruncido —Mi paciencia está al límite contigo no hagas que me largue

Baje al niño que recién despertaba, estaba entretenido viendo el jardín que rodea la fuente, tocaba algunas flores y olía sus dedos arrugando su nariz por el polen que se colaba en su nariz causándole alergia. El ruido de la puerta abriéndose lo asustó y se escondió detrás de mis piernas, una mujer alta, un poco mayor, salió y su vista se dirigió hasta mi. Bajo los escalones en dirección a donde estaba, su energía era muy conocida pero no entendía de dónde.

—Sabes el peligro que has traído a mi casa —la manera amenazante en la que se dirigió hacia mí no me gustó pero si respondía de una forma incorrecta Sebastián es quien iba a salir perjudicado

—Para mi él no es un peligro

—Acaso estás jugando conmigo jovencita —suspire por lo cansada que estaba de tener que lidiar con gente como está

—En primer lugar yo no quería venir, me trajeron en contra de mi voluntad ya que para alguien yo no tengo voz ni voto —mostré dos dedos de mi mano —segundo no necesito que me cuiden de este niño porque lo conozco bien y no haría nada que yo no le diga —mostré un tercer dedo frente a la mujer —Tercero nadie tiene el derecho a ponerle un solo dedo encima porque seré yo quien entierre la cabeza de esa persona tres metros bajo tierra.

—No tienes modales ni respeto a las personas mayores

—Tú me hablaste directo a la cara sin brindar ningún saludo, que esperas que haga, el respeto se gana no se exige

—Love podrías calmarte

—Tú cállate que no es contigo la conversación —mire al hombre a unos metros sorprendido de mi respuesta —Ahora bien tú y yo no, nos agrandamos desde este momento, no te pido que me dejes entrar a tu casa y tampoco lo haré sin ninguna invitación. Puedo irme sin ningún problema pero el hombre parado ahí —señale a Sebastián —Me buscará y me volverá a traer

Propiedad de un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora