Tratar de explicarle a Rachel mi situación con Sebastián era un fastidio, una serie de preguntas que no tenían respuesta se juntaban en mi cabeza cada vez que la conversación trataba de surgir. Tuve que ser lo más breve posible con ella y ponerle límites a sus preguntas sin sentido, pero incluso teniendo que tragarme todos mis problemas no tenían solución.
Tenía que comenzar a recoger y restaurar todos los pedazos rotos de mi triste vida, y uno de ellos era esta casa. La idea de deshacerme de la casa en la que había crecido pasó por mi mente y estaba tan decidida a hacerlo, pero tenía que hablar con la rubia que estaba demasiado tranquila en la mesa.
—Tienes tiempo para hablar —levantó la cabeza de los papeles que tenía para poder verme
—¿Qué vamos a hablar?
—Sobre la casa —vi sus hombros tensos tal vez pensaba que era algo malo, me senté frente a ella para tomarlo con más calma antes de decirle
—La casa está bien, no he cambiado nada desde que te fuiste
—Quiero deshacerme de ella —se quedó en silencio por unos minutos estaba bien pensar que estaba loca y aún más después de desaparecer un año completo
—¿Estás segura de lo que dices?
—Si, pero el hecho de querer deshacerme de ella no significa que te estoy lanzando a la calle —frunció sus cejas algo confundida —Quiero irme de aquí pero puedes venir conmigo si es que te gusta la idea
—¿Por qué la idea de repente? Creciste en esta casa pensé que tenías un vínculo con ella
—Porque la odio, porque odio cada recuerdo que tengo en esta casa —vi mis manos temblar solo de pensar cada uno de esos recuerdos de mi infancia —Me pondré en contacto con mi abogado para hacer los trámites de la venta
—Esta bien, la casa es tuya puedes hacer lo que desees con ella —me tomó de las manos y me brindó una sonrisa —Pero no sabía que tenías un abogado
—Tengo un abogado, un fideicomiso, un asesor financiero y una cuenta de banco que no he tocado en casi un año —el rostro de Rachel era de sorpresa
—¿Cómo es posible que tengas más dinero que yo?
—Sebastián se encarga de todo eso —asintió al entender toda la situaciónDespués de que nos volvimos a encontrar me pidió acceso a todos mis bienes por parte de mis padres, dinero, propiedades, todo lo que podía poseer incluso las joyas que estaban en el banco a mi nombre que no sabía que existían. Se encargó de que todo el dinero que tuviera fuera a una cuenta destinada a generar ingresos adicionales. Mi padre dejó un fideicomiso que de acuerdo al Gareth pasaría mi nombre cuando cumpliera los veinte, pero que por el momento el mantendría estable sin pérdidas.
Las joyas tenían un valor monetario algo debido a la cantidad de años que tenían, eran joyas que mis padres habían encontrado y que se volvieron cada vez más valiosas. En realidad mi estado económico no era tan malo después de todo, pero tenía que aprender a manejarlo por mi cuenta.
[✠✠✠]
Hace un par de semanas logré comunicarme con Gareth para hablar sobre la casa, él era el abogado del que Sebastián alardeaba tanto y era un genio en el que hacía. Antes de discutir cualquier cosa pedí verme con él para pedirle disculpas sobre lo que sucedió.Iba a aceptar todo desprecio de su parte después de lo que Samael le había hecho a su madre, la mujer no me agradaba pero no creí que él le pondría fin a su vida. Pero solo se limitó a decir que no era mi culpa y que lamentaba cómo habían terminado las cosas en su casa. Muy adentro de él se podía ver la ira acumulada, el dolor y la negación pero no podía involucrarme en sus sentimientos.
Me habló de algunas cosas sobre bienes raíces de las que no comprendía mucho pero de las que él se haría cargo, me entregó un saldo fijo y un plazo para buscar un lugar al cual mudarme, si deseaba quedarme con algunas cosas de la casa que podía sacarlas. Se tomó la molestia de traer el auto de mi hermana hasta la ciudad pero igual iba a deshacerme de él ya que no me servía para nada. Estaba sacando todo lo viejo de mi vida y llenándolo de cosas nuevas que no llenarían el vacío que tenía pero que no me traerán recuerdos.
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Propiedad de un demonio.
Teen Fiction✠¡Oh, mi Dios he pecado! Fueron las palabras más blasfemas que salieron de mi boca al tener a ese hombre sobre mi, un vaivén de emociones desbordándose a flor de piel en cada uno de los fragmentos que forman mi alma. Pero a quién le importa un alma...