En qué momento me había rendido con este sujeto, estaba sobre mi cama disfrutando de su comodidad. No me había dejado tomar una siesta, estaba sentada al pie de la cama leyendo uno de los tantos libros viejos que tenía en casa, en algún momento se había acercado y tenía su cabeza apoyada sobre mi hombro lastimando aquella herida que él mismo me había hecho.
—Puedes quitarte de mi hombro —empuje su cabeza —Me estás lastimando
—Mañana hay una fiesta ¿A que horas paso por ti? —de qué fiesta me estaba hablando
—¿Qué fiesta? Yo no voy a fiestas, la única persona que va a esas cosas es Daniela —la mayoría de fiestas que se realizaban fuera de la escuela eran de niños de mamá y papá que suelen tirar su dinero, personas que yo no suelo tratar
—Cómo es que no sabes de esa fiesta, espera ¿Daniela?
—Tengo una hermana menor pero no me llevo con ella —tratar con ella era como hablar con mi mamá sólo que veinte años más joven
—Pasaré por ti a las ocho
—Sigue soñando —me levanté del suelo para dejar el libro en mi escritorio —Yo no iré a ningún lado mañana
—No es una petición bonita —me tomó del brazo para acercarme a él
—Yo no voy a fiestas así que olvídalo
—No te pasará nada —siempre suele tener esa risa maliciosa en su rostro
—Además para ir a esas fiestas necesitas invitación y yo no hablo con ninguno de esos sujetos que se consideran tus amigos —le señale con el dedo índice el pecho
—Irás conmigo —era más testarudo que niño pequeño
—No voy a ir a ningún lado ya te dije
—Te veré mañana, vístete con lo mejor que tengas —me plantó un beso en la nariz
—No vuelvas hacer eso —me limpie por inercia
Vi cómo subió al marco de la ventana para salir de la habitación así como entró, estaba segura de que insistiría todo el día para que fuera con él. Mi cama estaba hecha un desastre, las cobijas estaban enrolladas y colgando de la cama, las almohadas estaban en el suelo. Parecía como si un gusano se hubiera arrastrado por todo el lugar, recogí todo y ordené para estar más cómoda. Mi día no había sido el mejor desde que me desperté encontrándome a Sebastián en mi cocina además de tener que soportarlo todo el día hablando de cosas que no tenía sentido.
Ya era algo tarde solo entré al baño para darme una ducha y poder recostarme en la cama e intentar conciliar el sueño, últimamente no he dormido nada bien, entre más descanso mi cuerpo pierde toda su energía y me es imposible salir de la cama por la mañana. Sin contar la cantidad de veces que despierto por la madrugada con un miedo persistente. El punzante dolor en la parte de mi pecho me hizo despertar de golpe, era un dolor casi indescriptible que solo logre frotar mi pecho y tomar aire.
Cuando vi el reloj en la mesa del escritorio me percate de que la noche había pasado y había perdido completamente el sueño, solo me levanté de la cama para meterme al baño y lavarme la cara y los dientes. No tenía nada que hacer en casa y solo me tumbe en la cama a perder el tiempo en la computadora texteando con Sky hasta que me quede dormida de nuevo, cuando volví a despertar ya eran pasadas las siete de la noche, no había comido nada y tenía que ingerir algo antes de que mi estómago se hiciera añicos el solo.
Tosté algo de pan para poder untar mayonesa y poner queso encima, serví una taza de café y me dirigí a la sala donde me quedaría toda la noche si es que el sueño no me vencía antes.
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Propiedad de un demonio.
Teen Fiction✠¡Oh, mi Dios he pecado! Fueron las palabras más blasfemas que salieron de mi boca al tener a ese hombre sobre mi, un vaivén de emociones desbordándose a flor de piel en cada uno de los fragmentos que forman mi alma. Pero a quién le importa un alma...