Algunos días pasaron de aquella discusión que cada vez que el tema salía de la nada se volvía un pleito horrible, no podía acercarme a Sebastián para nada, si llegaba hacerlo en la escuela Daniela corría a mi mamá y terminaba castigada. Estaba odiando tener que estar en esa situación. Pero el hecho de que mi mamá se enterara de la mala reputación de Sebastián fue poco, Arthur suele venir algunas veces a beber café con nosotras y mientras yo iba al baño salió ese tema.
Arthur terminó de ponerle la cereza al pastel y había arruinado mi poca libertad, incluso si salía al jardín ella me vigilaba como si fuera a escaparme. Arthur es mi amigo pero ahora lo odiaba con mayor razón, no era una niña pequeña a la que debían cuidar porque sabía muy bien qué es lo que hacía y con quién lo hacía. No tenía permitido ir a la fiesta de graduación por esa misma razón, era la única persona que no iba a ir por culpa de Daniela y Arthur.
—¿Qué corbata me quedaría mejor? —tenía el descaro de venir a mi casa y ponerse a escoger corbatas para la fiesta
—No lo sé —trataba de ignorarlo
—Vamos ayúdame a escoger tu eres buena en eso —levanté la mirada del libro que leía
—No soy tu ayudante —vi que frunció sus cejas
—Últimamente estás muy amargada
—No me digas —alce mis cejas mientras seguía leyendo
—¿Por qué será?
—Si vas a estar así de fastidioso será mejor que te vayas a tu casa, busca a alguien que te ayude a escoger la maldita corbata —me levanté del suelo para irme a mi habitación
—¿Qué fue eso? —me detuve en el marco de la puerta —Si estás molesta con alguien más no deberías desquitarte con otras personas
—Lárgate de mi casa
—¿Es por él, no es así? —sabía que sacaría ese tema —Él no es alguien bueno para ti Lili
—¿Y tú qué sabes de él? —le hice frente viéndolo directo a los ojos —No era tu problema hasta que hablaste con mi mamá sobre él, se con quién estoy tratando y no necesito que tú o mi madre me cuiden
—Estas cometiendo un error
—No hagas que nuestra amistad sea un error Arthur, ahora vete de mi casa que no quiero verte
Se levantó del sofá y tomo sus cosas para dirigirse a la entrada donde solo estrelle la puerta, era un idiota entrometido. No me importaba si a él no me agradaba Sebastián, estaba tomando el riesgo de conocer a ese tonto a mi manera y solo el y yo sabíamos en que nos estábamos metiendo. No me importaba si esto se estaba volviendo un acto carnal porque era evidente que estaba dándole permiso a él de seguir adelante con todo.
Sabía que esto se iba a volver un problema muy grande pero esa parte dentro de mi que sucumbía a Sebastián no iba a dejarse vencer por un par de personas, si iba a romper las reglas lo haría de la peor forma. Recogí las tasas de la sala y las dejé en el fregadero antes de subir a mi habitación, mientras subía las escaleras escuché el grifo de mi baño abrirse, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Subí sin hacer tanto ruido hasta la habitación tal vez era Sebastián colándose en mi habitación como estaba acostumbrado hacerlo, pero no vi a nadie más que la luz en el baño. Caminé hasta la puerta del baño y la abrí con fuerza encontrándome a un desconocido en mi bañera, del susto me fui de espalda al suelo golpeándome ¿Quién era ese sujeto? Estaba recostado con sus ojos cerrados como si estuviera dormido pero al ver su rostro nuevamente me encontré con una mirada penetrante
—¿Quién eres? —unos ojos dorados me venían detenidamente aún estando en el suelo, no podía moverme por el miedo
—Veo que Sebastián encontró a su esposa —de que me estaba hablando
—¿Esposa? —volvió a cerrar sus ojos con una sonrisa de lado a lado
—Estaba tan desesperado por encontrar a su esposa que no lo hemos visto en estos meses —no sé si estábamos hablando de la misma persona, pero tenía que levantarme de ahí y salir —No te preocupes no te voy a lastimar, no estoy en la posición de hacer algo en tu contra
—¿Qué? —me estaba asustando solo de escucharlo
—Lamento haber usado tu bañera pero necesitaba un baño, el sudor y yo no somos compatibles —que tan extraño podía ser este sujeto
—¿De dónde conoces a Sebastián?
—De muchos lugares, cuando era niño fui su alumno ahora solo somos amigos
—Eso es extraño...
—Para saber el que es no estás asustada, solo pareces confundida pero no es de sorprenderme él nunca ha explicado bien nada —vi como se levantó de la bañera
No había notado que estaba desnudo, solo gire mi cabeza y traté de moverme para ponerme de pie. Cuando lo hice me levanté y me aleje hasta la puerta de mi habitación la cual cerré por el riesgo de que mi mamá llegará a casa, vi como el chico salió con una toalla enrollada en su torso y comenzó a vestirse, era incómodo que no tuviera pudor frente a una persona, trate de ignorarlo en todo ese momento hasta que se sentó en la cama secando sus cabello.
—Eres muy tímida
—Las personas normales no andan desnudos enfrente de otras personas —su cabello cobrizo estaba desordenado por como estaba secando su cabello
—Una cosa que los de mi clase no tenemos es vergüenza, no sé si no lo notaste
—¿Qué hace alguien como tú en mi casa? Metido en mi bañera completamente desnudo —tiro la toalla a la cesta que estaba en la entrada del baño
—Busco a Sebastián, por qué no está en su casa y por lo que veo tampoco está acá
—Tengo días sin verlo —no tenía porque mentirle a un extraño pero estaba en lo cierto, Sebastián había desaparecido hace algunos días sin decir nada
—¿Días?
—No lo ha vendido por acá y no se donde esta —no parecía convencido pero que le podía decir, él se había ido como si nada
—Desearía dejarle un recado, pero si se entera que estuve a solas con su esposa me va a matar —el que se pusiera de pie hizo que me tensara —Por cierto soy Gareth Drach, un placer
—No sé si fue un placer o un susto —si su intención era saber de él podía haber tocado mi puerta y decirme que lo buscaba no meterse a mi habitación —Soy Lilith
—Sé quién eres, aunque es la primera vez que te veo. Sebastián hablaba mucho de ti —abrió la ventana y subió para salir —Nos volveremos a ver Lilith Love Joy, no le digas que vine a buscarlo
—Esta bien —desapareció como si nada
Me acerqué a la ventana para cerrarla, qué tan común se había vuelto el hecho de que desconocidos entraron por mi ventana, hasta ahora ninguno me había lastimado pero no tenía que bajar la guardia por nada del mundo incluso si era un hombre.
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Propiedad de un demonio.
Teen Fiction✠¡Oh, mi Dios he pecado! Fueron las palabras más blasfemas que salieron de mi boca al tener a ese hombre sobre mi, un vaivén de emociones desbordándose a flor de piel en cada uno de los fragmentos que forman mi alma. Pero a quién le importa un alma...