CAPÍTULO 31

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El frío calaba mis huesos y la ropa húmeda sobre mi cuerpo no era nada agradable. Estrechaba el pequeño cuerpo entre mis brazos dando gracias de que estuviera con vida, aún sentía el miedo recorrer mi cuerpo y la angustia en mi pecho.

Había perdido a Sebastián por tratar de salvar a Lucienne, el nudo en mi garganta era sofocante, la presión en mi pecho ahogándome y el picor de las lágrimas asomándose en mis ojos. Cerré mis ojos inhalando y exhalando buscando calmar el sentimiento de traición hacia la persona que amo. Cómo iba a explicarle mis acciones, le había mentido descaradamente, Laurent me ayudó a ocultarlo, rompí mi promesa de jamás mentirle.

Me tragué el nudo y la rabia que sentía sobre mi misma. Tenía que pensar cómo saldría de aquí, no tenía ni la más mínima idea de cómo saldría de ese oscuro lugar, el hombre frente a mi solo dejando a la vista sus orbes abrazantes.

—Prestame tu cuerpo
—¿Qué? —Para que necesitaba mi cuerpo
—Prometo regresarlo intacto mi niña
—Tú tienes el tuyo, el mío no te serviría para nada
—Déjame ayudarte allá arriba y si algo sale mal prometo estar siempre a tu lado
—No —en lo absoluto iba a confiar en él, no lo conocía lo suficiente —Eres cruel con todos porque confiaría en ti
—A diferencia de todos los bastardos que he tenido eres la única que sabe su poder, que alza su voz como la mujer que es, que sabe sobre sus derechos y no se deja regir por un hombre
—No vas a llenarme la cabeza con palabras bonitas ya me han mentido un sin fin de veces y caer en tu trampa sería el colmo
—Mi niña yo no te miento, me haré cargo de tus problemas atravez de ti
—¿Qué es lo que quieres hacer exactamente?
—Saldar algunas deudas con brujas y vengar el daño que le hicieron a mi niño
—Eres un ser retorcido
—Todos acá lo somos, pero a diferencia de todos no me molestó en aparentar algo que no soy —se acercó a mi rostro el fuerte calor de su aliento golpeandome, una sonrisa de oreja a oreja era lo que adornaba el poco rostro que dejaba ver
—Si acepto no me harás daño verdad —sentí el calor de su palma en mi mejilla, sus ojos reflejando una calidez que era imposible de creer
—Mi niña hacerte daño es lo que menos deseó y está bien tenerme miedo, soy un ser retorcido que no merece oportunidades pero también tengo una pizca de sentimiento por aquellos que son cercanos a mí —dio un beso en mi frente y fue tan cálido que el frío que sentía en mi cuerpo se desvanecía
—Está bien… puedes usarme como un títere —soltó una risita —Eso es lo que seré después de todo
—Solo por esta noche

[✠✠✠]


Lucienne se quedo en la oscuridad mientras ambos salíamos al exterior, tenía frío por la ropa húmeda sobre mi cuerpo. Se colocó detrás de mí y me tomó de los hombros, sentí golpe de su aliento en mi oído

—Dame el permiso de usar tu cuerpo como recipiente, no voy a quedarme mucho tiempo y prometo no lastimarte
—Está bien... Puedes usar mi cuerpo

Un demonio puede hacer mil y una atrocidades pero si no son bienvenidos no pueden dar paso a nada.

Tomó mis manos y las llevo hasta mi rostro hasta llevarlas atrás de mi cabeza, no tenía movilidad de mi cuerpo, había entrado en mi sin ningún problema. Podía ver cada uno de los movimientos de mi cuerpo, era como flotar en mi subconsciente pero estando despierta. Lo vi moverse con facilidad entre los árboles del bosque, el crujido de las ramas sobre mis pies y la brisa chocando en la copa de los árboles era más resonante en mis oídos.

A lo lejos divisé las dos casas, un par de personas aún fuera de ellas hablando o conjugando algún tipo de rito, podía escucharlo a pesar de la distancia en la que me encontraba. Tenía acceso a los pensamientos de este hombre que manejaba mi cuerpo, escuché el sonido de una risa maliciosa. Se estaba riendo de las mujeres junto al estanque, lo vi moverse por las tierras pero el solo dar un paso dentro de ellas provocó una tensión demasiado pesada, el calor subiendo todo el cuerpo y la electricidad recorriendo mi columna.

Propiedad de un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora