La graduación pasó como si nada, asistí a la ceremonia con mi mamá, era la única que se marchaba a casa mientras todos se dirigían al enorme salón de fiesta, Arthur hizo el intento de despedirse pero lo ignore y subí al taxi, si estaba molesta pero no iba a discutir por una estupidez como esa con mi madre. Mi madre pensaba que no era capaz de salir de casa y que respetaba sus reglas pero desde siempre había hecho lo que se me diera la gana, había comenzado a escaparme para verme con Sebastián en su departamento o algún lugar que no fuera concurrido por personas que conociéramos sin contar todos aquellos encuentros candentes que hacían más interesante el vernos a escondidas.
Había salido de casa para distraerme de toda la tensión que tenía, iba a ir fuera de la zona en la que vivo para tener un aire diferente al que habitualmente estoy acostumbrado, normalmente suelo viajar en tren ya que no tenemos auto, pero últimamente las estaciones suelen estar abarrotadas y el calor es insoportable. Caminé hasta el área de espera pero alguien me tomó del brazo jalándome hacia un pasillo, un cuerpo alto y robusto me cubrió pero sabía quién era por esa fragancia cítrica y poco dulce.
—¿Qué haces? —me sostuve de su chaqueta por un momento
—Daniela te está siguiendo —me sorprendí al escucharlo y mire por un costado suyo a la rubia buscándome entre la multitud —Te sigue desde que saliste de tu casa
—¿Estuviste cerca de mi casa?
Se movió tan rápido soltando mi cabello y cubriendo mi cabeza con la gorra que él traía, para llevarme de la mano en dirección contraria, perdimos a Daniela en el momento que me sacó del pasillo, me hizo subir al auto que estaba a una cuadra de la estación para luego girar y salir del área.
No pregunte nada solo deje que siguiera su curso hasta donde se suponía que me llevaría, eran apenas las nueve de la mañana como para que alguien me estuviera siguiendo, no me sorprendería que mi mamá le dijera que me siguiera a la casa de mi amiga, había usado la excusa más grande del mundo y esa era ir donde mi amiga Sky que hace un año se había mudado de la ciudad a las afuera por su familia, pero acorde a mi excusa tuve que hablar con ella semanas antes pidiendo ese enorme favor a cambio de que le contará cómo había conocido a Sebastián y cuál era la razón por la que no podía verlo.
Siempre me ha gustado viajar por carretera ya que ver los árboles es algo fantástico que por momentos se vuelve horrible por una de mis tantas pesadillas en la que un lugar como ese se vuelve el tétrico escenario en el que trato de escapar de personas horribles. El auto entró a un enorme terreno verde que a lo lejos dejaba ver una casa acogedora, detuvo el auto a unos metros de la entrada, no espere mucho para abrir la puerta y bajar para ver el lugar al que me había llevado.
—¿Dónde estamos?
—Bienvenida a mi casa —abrió la pequeña puerta de la barda que rodeaba la casa con un lindo jardín
—¿Tú casa? Pero tú ya tienes una
—El departamento es temporal, suelo pasar la mayor parte del tiempo acá es más alejado de todos y por si lo notaste la entrada está muy lejos
—¿Cómo tienes el dinero suficiente para tener dos lugares así?
—No soy tan joven como crees, he trabajado por años para tener el dinero que tengo —me tomo de la mano para llevarme adentro
—Quisiera saber tu edad pero si te pregunto me sentiré incómoda después —al abrir la puerta me dejó entrar primero, era completamente diferente al departamento era más rústico algo que no iba acorde a su personalidad
—Puedes acomodarte donde sea, tenemos todo el día
—Tengo que regresar antes de las ocho a mi casa —deje mi bolso en el sofá para revisar la casa —Es una casa muy linda
ESTÁS LEYENDO
Propiedad de un demonio.
Teen Fiction✠¡Oh, mi Dios he pecado! Fueron las palabras más blasfemas que salieron de mi boca al tener a ese hombre sobre mi, un vaivén de emociones desbordándose a flor de piel en cada uno de los fragmentos que forman mi alma. Pero a quién le importa un alma...