1. Diablos

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(Ciudad de México, clínica especializada para el tratamiento a las adicciones)

—¡Me cogí a Chris Hemsworth en mi sueño, el güey que le hace de Thor! —dijo Cecilia levantando su voz frente a todos los miembros del grupo.

Éramos diez pobres diablos dentro de uno de salones que usaban para las terapias, el cuál, no era más grande que una cocina. Estábamos sentados con nuestras sillas puestas en un semi círculo, escuchando las chaquetas mentales de está vieja.

—¡Puta madre que rico estuvo, no me daba abasto para comerme esa vergota! Sus músculos parecían de acero y sus nalgas de piedra. Me tomó como un animal salvaje, una y otra vez. Toda la vulva se me empapó, sentía cada uno de mis poros gritando de placer; me debí haber venido como ochenta veces, fácil...

—Es suficiente —dijo el Dr. Suárez con fastidio mientras se llevaba su mano izquierda a su frente.
—¡Pero aún me falta la mejor parte doc! —contestó Cecilia.
—¡Dije suficiente! —gritó Suárez.

Los demás miembros del grupo dejamos salir una pequeña carcajada. Hubo algunos qué se tomaron muy en serio su historia y trataron de esconder sus erecciones debajo de su pantalón.

Por otro lado, yo no podía ser tan explícito como ella. Entraba en pánico cada vez que el doctor me preguntaba algo frente al grupo.

—Ya hemos establecido, que es importante que compartan sus inquietudes en grupo para liberar toda su ansiedad... Pero, por favor... dejemos las groserías a un lado —dijo Suárez.
—¿¡Cómo espera que libere mi estrés si no me deja expresarme como siempre
lo he hecho?! —reclamó Cecilia.

—Está bien, te prometo que en otra ocasión podremos escucharte con lujo de detalle, es solo que no estoy dispuesto a escuchar estas "peladeces".

—Estamos en sesión, usted está frente a una bola de jóvenes calenturientos y yo soy la más verguera de ellos... ¿En qué estaba pensando cuando nos aceptó como sus pacientes?
—Tienes razón, lo lamento, acabo de recibir una noticia y estoy alarmado. No debimos reunirnos hoy —dijo el doctor poniéndose de pie—, esto se pospone hasta mañana a la misma hora, ¿de acuerdo?
—¡Pues qué chingados nos queda! —gritó Cecilia.

El Dr. Suárez tomó sus cosas y salió rápidamente por la puerta, dejándonos a todos en un silencio incómodo.

—¡Y se supone que nosotras tenemos cambios hormonales! —gritó Cecilia.

—¿Por qué siempre tienes que hacerla de pedo Ces? El doc se veía alterado... —le dije.
—No me vengas con chingaderas Sergio, te da igual cómo se sienta ese pendejo. Seguramente es virgen.

—A este paso, no veo cómo nos vayan a dar de alta —dije murmurando.
—A menos que nos cambien de psicólogo, creo que vamos a estar aquí un ratote —me contestó.

Ella se quedó viendo al resto del grupo, quienes parecían querer escuchar el desenlace de su historia. Pero con una mirada sería les dijo:

—¿¡Qué?! Ya lárguense, pinches depravados sexuales.

En ese preciso instante, el resto del grupo, a excepción de Mariano, Carmen y yo, se retiraron del salón ocultando sus bultos con sus manos.

—Güey, estas cabrona  —le dijo Mariano a Cecilia.

Mariano es un mirrey hecho y derecho, guapísimo. Siempre usaba la típica camisa desabrochada hasta el ombligo. Su cinturón Gucci, pantalones negros, zapatos Stefano Bemer (Una de las marcas más caras) y un rosario metálico. "Todo un Lord, sin duda". Su cabello lacio, peinadito de lado, piel completamente lisa y su barba recién rasurada. Delgado y, seguramente, marcadísimo de su abdomen. Su voz un poco grave y en tono fresa... "Lástima que no es gay, lo dejaría que me hiciera y deshiciera a su antojo".

—Tengo mucho más huevos que otros
cabrones —le contestó Cecilia.
—Deja de presumir y termina tú historia —le dijo Carmen quien se encontraba sentada y cruzada de brazos frente a nosotros.
—Sabía que estarías fascinada con está pequeña anécdota Carmela, sobre todo cuando dije lo de mi vulva pidiendo misericordia —le contestó Cecilia.

Carmen, por otro lado, es lesbiana, "dark"; tiene una gran colección de tatuajes por toda su piel, llena de collares de calaveras, cabello pintado con destellos de color morado, jeans rotos y casi siempre habla con frases cortas.

"Quién sabe qué tantos secretos guarda está tipa, casi nunca habla", pensé. Siempre le ha tirado el perro a Cecilia.

—Solo termina tu historia —le dijo Carmen.
—Tu historia está bien culera güey —le dijo Marino.
—¡Cómo si tú no tuvieras sueños húmedos todas las noches animal! —le contestó Cecilia.
QUEEEPOOOTOOSOOWE —dijo Mariano levantando su mirada, dejándose caer más en su silla, abriendo sus piernas y revelando el enorme paquete que se cargaba. "Gracias Dios", pensé.

—Está bien, putitos y putita, presten mucha atención, que esto los va a calentar...

Serotonina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora