22. Playa

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(Proyecto: Dante. Habitación X. Aula 3. Hace 14 días)

Mariano había salido por una cueva después de haber cruzado un enorme y oscuro pasillo.

La salida lo llevó a un lugar lleno de palmeras con una playa y el mar a la distancia.

El lugar parecía terriblemente real, como si de verdad se tratase de una playa virgen. Sin embargo, se percató que el cielo era una especie de domo que reflejaba imágenes de nubes y parvadas de gaviotas volando de un lado a otro.

—¿Qué pedo con esto? —dijo en voz baja mientras comenzó a caminar hacia la playa.

Al tocar la arena, se quitó sus sandalias y miró hacia donde supuestamente estaba el sol.

Se sentía tan caliente y luminoso, que percibía  ese ligero ardor en su piel al estar sin bloqueador solar.

—¡Verga!, que pinche luz tan fuerte —dijo Mariano, protegiéndose los ojos con su mano.

Decidió sentarse para ver la simulación del mar y sentir la arena. Todo era tan real, que terminó por acostarse para tomar el sol.

Después de algunos minutos, escuchó una risa detrás de él.

—¡Hola cuero! —dijo una chava que apareció en medio de todas las palmeras.

Cuándo Mariano volteó para fijarse bien de dónde provenía su voz, se percató de una manada de chicas dirigiéndose a él.

—¡NOMAMSPAPA! Pura viejonona —gritó al ponerse de pie.

El grupo de chicas en bikini se le acercaron y lo abrazaron entre todas.

—¿Qué pedo guapas? ¿Se va armar esta party o qué? —les preguntó Mariano.

—Claro mirrey —dijeron todas en coro.

Las tipas se esparcieron a lo largo de la playa y tendieron unas toallas en la arena. Casi en perfecta sincronía.

Después, se sentaron, se quitaron el top del bikini y se colocaron protector solar en todo su cuerpo.

Mariano estaba que ardía.

Me dijo que era una des sus fantasías más alocadas.  Ser el único güey, cogiéndose a varias morras en una playa nudista.

"Fue cómo regresar a los sueños húmedos que tuve en mí infancia", me contó.

Después, las tipas se voltearon para quedar boca abajo con sus nalgas ligeramente levantadas y sus piernas abiertas más allá del borde de la toalla.

—Te estamos esperando papi —dijo una de ellas.
—Debo estar soñando, siempre quise hacer esto —dijo.

Mariano se le acercó a una de las tipas que estaba boca abajo y le bajó el bikini.

Comenzó hacerle sexo oral a la chava muy lentamente.

Ella comenzó a gemir de una forma incontrolable, incrementando la tensión sexual entre las demás.

—Ven acá papi, cómemela —dijo una.
—Estoy empapada, cuero —dijo otra.

Mariano no se detenía, empezó a quitar los bikinis de cuantas tipas pudo, lamió y uso los dedos de sus manos.

Trató de ser lo más ágil que pudo, pero eran como 20 chavas alineadas a la espera de sus habilidades.

Las tipas comenzaron a besarse entre ellas. Se revolcaron en la arena e ignoraron sus toallas por completo.

Mariano estaba tan excitado que estuvo apunto de venirse antes de cogerselas.

La playa se lleno de gritos y exclamaciones de placer. Todas las chavas se peleaban por el cuerpo y la verga de Mariano.

—Fue la orgía que siempre quise —me contó.

Él estaba rodado de mujeres por todos lados, todas con cuerpos de modelo, senos grandes y firmes. Con nalgas 100% naturales, el abdomen marcado y una gran urgencia por devorarse al mirrey.

Una de ellas se le montó y comenzó a cogérselo. Otra tipa se sentó en su cara para que él pudiera besar su vagina. Al mismo tiempo, otras dos se acomodaron de cada lado para que él pudiera tocarlas con sus dedos.

—Danos tu leche guapo, báñanos —le rogaban mientras se besaban entre ellas.

Mariano no se pudo contener más, apartó a las chavas y se la jaló hasta venirse sobre ellas.

Todas reaccionaron cómo si su semen fuera el agua de la vida. Compartían besos y se lo untaban en sus pechos.

—Creo que nunca me había venido tan rápido y en semejantes cantidades We —me contó emocionado.

Yo no podía creer que cada uno de nosotros vivió sus más alocadas fantasías dentro de su propia versión de la habitación "X".

Era imposible afrontar que el gobierno mexicano, chino y estadounidense construyeran semejante edificio, adecuado a nuestras preferencias para estudiar y modificar nuestros hábitos.

Todo sonaba tan irreal que tuve que abrir y cerrar los ojos varías veces para estar seguro que no estaba soñando.

Más ahora, que me encontraba frente a frente con él, dentro de la última habitación... la habitación "Z".

Serotonina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora