29. XYZ

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(Proyecto: Dante. Pasillo 21c)

Mariano y yo entramos por la primera puerta que encontramos, lo llevaba recargado en mí.

Aún no podía recuperarse de la sustancia que le había inyectado Carmen.

No teníamos ni idea a donde íbamos, lo único que se me ocurría, era tratar de llegar al lugar ambientado como jungla y esperar a que hubiera una salida de emergencia o algo por el estilo.

Mariano luchaba con todas sus fuerzas para mantenerse de pie y no hacerme perder el paso.

Estábamos decididos a salir de aquí, sin importar quién se pusiera en nuestro camino, así tengamos que matar a mil personas más.

—No podemos fallar Serch, presiento que estamos cerca —dijo Mariano tratando de que sus pies no se entorpecieran.

—Estoy seguro que sí, solo un poco más —le dije.

De pronto, el pasaje por el que íbamos, comenzó a moverse como si fuese el interior de una serpiente, ocasionando que perdiéramos el equilibro.

—¡Sujétate a mí! —le grité.
—¡¿Qué sucede?! —gritó Mariano.

Ambos caímos al piso y tratamos de aferrarnos a nosotros mismos.

—¡¿Qué mierda?! —grité.
—Serch, ¡no tengo fuerza para
detenerme! —dijo.

El movimiento del pasillo se hacía cada ves más fuerte, cómo si enserio se tratase de las entrañas de un animal.

Sujeté a Mariano con más y más fuerza, sabía lo débil que estaba y lo mucho que podía lastimarse si lo dejaba ir.

—Te tengo, ¡no te soltaré! —le dije.

Un sonido metálico llenó el corredor, como si hubieran puesto en marcha el motor de un avión en todas las paredes.

—¡Déjame ir Serch! ¡No puedo sostenerme más! —me dijo.
—¡Ni madres, resiste! —le contesté.

Todo esto se estaba volviendo insoportable, la vibración y el movimiento hacían que nos golpeáramos en el piso.

Esto no parecía detenerse, solo me concentré en Mariano y lo abracé con todas mis fuerzas.

—¡No te sueltes, por favor! —grité.

El pasillo estaba moviéndose a una velocidad irreal, parecía uno de esos juegos mecánicos que se encontraban en las ferias.

Estaba perdiendo la conciencia, ya no encontraba la forma en la que podíamos seguir estancados en esta esquina del corredor.

Fue hasta que se escuchó un fuerte golpe en las paredes, que el estruendo y el ajetreo del pasaje se detuvieron.

Estaba terriblemente mareado, peor que cuando me bajaba de la montaña rusa.

Nos dimos nuestro tiempo para respirar y recuperarnos del los golpes en nuestra cabeza.

Recargué a Mariano en la pared y después me acomodé junto a él.

—¿Qué fue todo eso? —me preguntó.
—No lo sé —le dije—, tal vez activaron el sistema de seguridad otra vez.

Pasaron varios minutos antes que nos pudiéramos levantar.

Nuevamente cargué a Mariano y traté de motivarlo a seguir adelante.

Al parecer, todo esto complicó su situación.

—Serch, ya no puedo más, me siento
muy mal —me dijo.
—No, no digas eso, ¿qué pasa, qué tienes? —le pregunté.
—Siento que me voy a desmayar, deberías de dejarme aquí e ir por ayuda —me dijo.
—¡No!, ¡ni madres! Si te dejo aquí y esto se vuelve a mover, ¿cómo sabré dónde encontrarte?
—Serch, sal de aquí, tú debes salir de aquí —me dijo con dificultad.
—¡Debe de haber otra manera! —grité.

En aquel momento, una puerta secreta del lado izquierdo del pasaje, se abrió.

Arriba de ella decía: "Sala XYZ".

—¡Mariano!, una entrada, ¡vamos! Solo un poco más por favor —le dije.

Cargué a Mariano y lo llevé ahí a como diera lugar. Él estaba sin energía, completamente drenado y desvanecido.

Al entrar a la dichosa sala, la puerta se volvió a cerrar. Lo recargué en la pared con mucho cuidado, a un lado de la entrada.

—Respira, por favor, trata de recuperar tus fuerzas —le dije.

Escuché el sonido de vapor saliendo a presión atrás de mí. Giré mi cabeza y me di cuenta que había un barandal.

Caminé lentamente hacia él, parecía que había algo al fondo, como si se tratase de una fábrica.

Al asomarme, me quedé sin aliento.

Fui testigo de una serie de máquinas que ensamblan figuras humanas sintéticas, vi que una de esas figuras, tenían los rostros y los cuerpos de André, Fernando y los de mí equipo de fútbol.

"Las personas con las que creí estar teniendo relaciones, no eran personas, ¿eran robots?"

Serotonina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora