14. Habitación X

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—¿Qué hay ahí aquí adentro? —le pregunté.
—Esta es la habitación equis, la primera de tres Sergio. Aquí encontrarás una de tus fantasías sexuales más frecuentes —me dijo André.
—¿Más qué la que ya tengo contigo galán? —le dije mientras me acercaba a él para pasar mi mano por su abdomen.

—Vaya que sí, debes de ahorrar tu energía. Entra y descúbrelo —me dijo.

André y yo nos besamos una vez más y me perdí en su mirada.

—Está bien, lo haré por ti —le contesté.

La puerta metálica de la habitación equis, se abrió.

Me di cuenta que había otro corredor al asomarme y me percaté de un color verde claro a lo lejos, el cual brillaba como si fuera una luz fosforescente. "Se parece al pasto de una cancha de fútbol", pensé.

Comencé a caminar un poco rápido, me urgía encontrarme con algún otro hombre tan guapo como André. No sé si era la inyección pero estaba súper caliente.

—Te estaré esperando a la salida —me gritó.

Escuché que las puertas de la habitación se cerraron detrás de mí.

Comencé a correr lo más rápido qué pude, me estaba ganando la desesperación y la ansiedad. Un aroma muy familiar entró por mi nariz, ese olor a cuero y madera otra vez, acompañado de una brisa refrescante que agudizó mis sentidos.

Al salir, me topé con lo que me había imaginado, un enorme campo de fútbol iluminado como esos que ocupan en la Copa Mundial. Las gradas estaban vacías y no se escuchaba ni un solo ruido.

"¿Cómo es posible que haya esto dentro del proyecto Dante? ¿Cómo es posible que me sienta tan caliente, con estas ganas de coger y de querer jalármela acostado en esta cancha?".

De pronto, se escuchó el sonido de una multitud. Pero no vi a nadie en las gradas, al parecer, el sonido de las porras y los insultos salían de unas bocinas ubicadas en algún lugar del estadio.

Al otro lado del campo, me di cuenta que un grupo de jugadores aparecieron tras abrirse una puerta de metal.

Al acercarme más, comencé a reconocer algunos rostros. Eran todos los miembros del equipo de las liebres pamboleras.

—Parece qué haz visto un fantasma...

"Esa voz, ¿de quién es esa voz?".

—¿Quién dijo eso? —pregunté elevando mi voz.

De entre todos los miembros del equipo, me percaté que alguien se abría paso entre ellos.

Al percatarme de quién era, por poco se me desvanecía la calentura con la que me cargaba.

—¿Fer? —pregunté.
—¿Qué pedo cabrón? Te dije que iba a ver problemas si decías algo de mí preferencia.
—Pero, ¡tú estás muerto! —le grité.
—¿Te parece qué estoy muerto? ¿Estoy enterrado en esta cancha acaso?

—Hubo un funeral, tus papás, tú novia, ¡todos te vimos en el velorio! —le grité.
—Ese no era yo puto, no soy tan cobarde cómo tú. Los de este lugar nos ofrecieron a todos los del equipo una alternativa, me ofrecieron a mí la oportunidad de ser millonario. Así qué, acepté. Fingí mi muerte y dejé mi vida pasada para estar aquí.
—¿Para hacer qué, exactamente? —le pregunté.

—¿Qué no es obvio puto? Te vamos a coger entre todos para darte una lección. ¿Qué no es eso lo que querías? ¿Qué no es por eso que te la jalabas viendo mis fotos en Instagram cada vez que todos se metían a las regaderas?

De repente, mi preocupación de volver a ver a Fernando vivo, se desvaneció. Bastó con oírlo decir: coger, para que esa electricidad de la vacuna se me disparara por todo el cuerpo.

—Siempre he querido que me penetren entre todos —les dije.
—¡Pues hoy es tú día de suerte puto! ¡A él cabrones!

De pronto, todo el equipo de las liebres se abalanzó sobre mi. Entre varios me cargaron, me quitaron mi bata y mis sandalias para después tirarme al pasto. Estaba completamente desnudo e indefenso.

—¡Denle unas cuantas vergas para mamar, el puto está ansioso por probarlas! —gritó Fernando.

El sonido de la multitud aumentó cuando los chicos se quitaron sus shorts y comenzaron a pelearse por poner sus vergas en mi boca. Me apuré a agarrar cuantos pitos pude, mi nivel de excitación estaba llegando a un nivel que jamás había experimentado.

—¿Qué te parece Serch? ¿Qué se siente tenernos a todos eh? —gritó Fernando.

Yo solo podía contestarle con mis gemidos, "esto en verdad es una de mis fantasías. Quiero que Fer venga aquí y me la meta".

—¿Al parecer quieres que haga algo, no? ¡Ya te toca cabrón!

Fernando se acercó a mí y me tomó de mi cintura. Me hizo sentir su vergota a través de su uniforme, eso me hizo gritar aún más.

Por dónde quiera que veía, tenía una vista impresionante de todos los cuerpos atléticos de mis ex compañeros de fútbol; todos marcados hasta el último músculo, todos tan varoniles.

Sentía cómo el efecto de la vacuna se mezclaba con mi excitación y mis pensamientos.

Por segundos dudaba si el hombre que tenía aquí en frente, era en verdad Fernando, el ex entrenador de mi equipo.

—¡Recíbela cómo un hombre de
verdad puto! —gritó Fernando al metérmela.

Yo estaba aún más acelerado que la vez que estuve con André. Todos los del equipo se besaban y se la mamaban entre todos, no lo podía creer.

Serotonina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora