Al despertar, después de unas horas, me di cuenta que los artistas ya se habían levantado y cambiado, estaban sentados en la barra esperando a que nos despertáramos.
Me apuré a levantar a los demás para ir con ellos, a pesar de no habernos bañado.
Cuando nos acercamos, ellos se despidieron cordialmente de nosotros y nos dijeron que nos volveríamos a ver.
—We had a wonderful evening, we wish you the best of luck —nos dijo Chris, despidiéndose con su mano.
—Thank you —le contestó Cecilia.
—Goodbye Justin —le dije.
—Goodbye Sergio, I'll see you soon man —me dijo dándome un beso en el cachete.
—Adiós my sweet Mariano —le dijo Eva.
—Bye —le dijo Mariano aún sin creer lo que había pasado.Las tres celebridades subieron las escaleras y se colocaron en sus respectivas puertas. En un instante, estas se abrieron y continuaron su camino por el pasillo, hasta desaparecer entre los espejos.
—¡NO MAMES WEEEEEEE! —gritó Mariano.
—Puedo morirme en este preciso instante y me valdría madres —dijo Cecilia.
—¡Quisiera poder twittear sobre esto We! ¡No mames, estoy enamorado, que pinche viejononona me acabo de chingar! —dijo Mariano, tomando su cabeza con ambas manos y caminando por toda la barra.
—¿Por qué no dices nada Sergio? ¿Todavía no te la crees putito? —me dijo Cecilia.Yo estaba parado viendo hacia la nada, apenas y escuché la voz de Cecilia.
—¿Qué? ¿Perdón dijiste algo? —le pregunté.
—Sí ya vi que acabaste como pavo de Navidad y todavía no logras descifrar dónde quedó tu culo, ¿verdad putito?
—No, no es eso, estoy impactado, de eso no hay duda. Es qué algo no me cuadra.
—WEEEE ¿qué tienes qué cuadrar? ¡Te diste a Fucking Justin Timberlake! ¿Sabes cuántas viejas y cuántos güeyes quieren darse a ese cabrón?—¿Incluyéndote a ti Marianito? —le dijo Cecilia riéndose.
—¡No me chingues perra! —le contestó Mariano.
—No estoy seguro que ese haya sido Justin Timberlake.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —me preguntó Cecilia.
—Solo hay algo raro, quizá no sea nada; pero no estoy convencido que hayan sido las personas reales.—¡We supéralo y goza este momento! ¡Para mí fue real, de huevos! —gritó Mariano extasiado.
—Estimados pacientes —dijo la voz femenina de siempre—, se les pide regresar por las puertas por dónde ingresaron a la habitación "y" en cinco minutos. Gracias.
—¿Otra vez? —preguntó Cecilia.
—Tal parece que sí —le contesté.
—¡Venga! Estoy decidido a seguir con esto, ¿qué otras morras me voy a chingar ahora?
—Creo que no estás entendiendo la finalidad de la terapia Mariano —le dijo Cecilia.
—Me vale verga, hubiera entrado aquí desde hace años —le contestó.
—Quizás no tardemos mucho en comprender lo que realmente sucede amigos —les dije mientras comencé a dirigirme hacia las escaleras.—¡Hey Sergio, espera! Aliviánate, vas a ver que sí lo disfrutamos, se nos va a pasar en chinga y seguramente vamos a querer regresar —me dijo.
—Espero tengas razón —le contesté.Subí las escaleras hasta llegar a la puerta por dónde había entrado. Cecilia y Mariano hicieron lo mismo.
—¡Nos vemos pronto! —me gritó Mariano.
—¡Te la lavas putito! —me dijo Cecilia.
—¡Claro! —le contesté.Las puertas cubiertas de espejos se abrieron y, me di cuenta, que el pasillo estaba desviado a la derecha y no en línea recta como antes.
Me metí y traté de despedirme de ellos una vez más, pero las puertas se cerraron al momento que entré.
Estaba completamente oscuro y frío, sentí como cuando entraba a una de esas tiendas con el aire acondicionado hasta el tope.
Me cerré la bata roja, caminé hacia adelante y extendí mis brazos para detectar obstáculos.
Me pegué un poco a la pared, para tener una noción, de hacia dónde caminar.
Al seguir durante varios minutos, me di cuenta que unas luces rojas comenzaron a encenderse lentamente, la temperatura iba en aumento y el olor a cuero y madera se volvió a percibir.
Mientras el pasaje se encendía de un color vino intenso, me percaté de un objeto muy familiar puesto en el fondo, exactamente en un lugar dónde ya había estado antes.
El primer guardarropa con el que me topé por primera vez cuando entré a la Arena, estaba ahí, frente a mis ojos.
Comencé a respirar más fuerte y, por un segundo, creí haberme equivocado de puerta.
Fue hasta que escuché la voz de André, cuando la velocidad de mi corazón disminuyó.
—¡Qué bueno que ya estás de regreso Sergio! —me dijo André.
—¿André? ¿Qué está pasando? ¿Cómo regresé aquí? —le pregunté.
—Sé que es un poco confuso Sergio, pero es así cómo funcionan las cosas, después de la habitación "Y", siempre regresarás aquí.—¿Qué no se supone que había una habitación más?
—¡Ah! ¿Te refieres a la habitación "Z"? Esa se abrirá una vez qué tú y los demás pacientes cumplan su primera quincena dentro de las instalaciones.—Estoy confundido, ¿quieres decir que repetiré todo lo que hice?
—Descuida, es parte del proceso. Voy a tener que pedirte que dejes tu bata sucia dentro de una canastilla dentro del guardarropa y te coloques la que está colgada. Lo mismo con tus sandalias por favor.No le contesté, estaba aterrado, tras enterarme de cómo van a funcionar las cosas de ahora en adelante.
—¿Sergio? ¿Te encuentras bien? —me preguntó André.
—Sí, estoy bien, gracias.
—También deberás inyectarte con la siguiente dosis para poder continuar.
—De acuerdo, dame un minuto por favor —le dije.
—Claro qué sí —me contestó André animado.Después de cambiarme e inyectarme la siguiente dosis, la puerta secreta de mi lado derecho se abrió y me volví a encontrar con él.
Debería sentirme excitado y acelerado cómo la primera vez que lo vi. Pero por alguna razón, no me sentía tan prendido como antes.
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Serotonina
RomanceCuatro pacientes, adictos al sexo, son enviados a unas instalaciones especiales para iniciar un tratamiento. El proyecto no ha sido aprobado por ninguna institución médica o gubernamental; promete dar resultados de por vida. Dejando que los candid...