☁ Twenty-nine ☁

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La puerta del departamento se abrió, lo que despertó a Tn. Ella se incorporó rápidamente y miró hacia el umbral de la sala.

– ¿Haji...? –murmuró.

Con rapidez se levantó y corrió hacia la puerta, siendo seguida por Hachi. Se detuvo al ver al Hajime, y sus ojos comenzaron a cristalizarse.

– Ha-Haji-me... –tartamudeó.

– Hola –saludó, serio.

Ella tomó aire y se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza.

– Haji...Haji... –sollozó.

– ...

Sollozó un poco más, hasta que logró calmarse. Tomó aire y se separó un poco, secando sus lágrimas.

– Me tenías preocupada –lo miró.– ¿Dónde estabas? ¿Te ocurrió algo? ¿Por qué no me contestabas?

– Estoy bien, ¿Si? Estoy vivo y aquí, cálmate.

– ... ¿Haji...?

Tn estaba sorprendida, aquel rubio jamás le había hablado tan frío y seco como hasta ahora, y ni siquiera sabía el motivo de ello.

– ¿Qué sucede? ¿Estás molesto por algo? ¿Qué hice?

– ¿En serio lo preguntas?

– ¿Qué?

– Por favor, te vi –la separó de él.– Te vi con ese maldito ghoul en ese parque. Agradece que no llevaba mi quinque, sino lo habría acabado en ese momento.

– Haji...Cálmate, por favor. No es lo que crees.

– ¿"No es lo que crees"? Te vi besándote con ese idiota, ¿O no fue así, Tn?

– A-Ahm...Yo... –tragó saliva, nerviosa.

– ¿Estás en algo con él? ¿Volviste con él? ¿Me estás engañando? –cuestionó molesto.– ¿Qué preguntas hago? Claro que me estás engañando.

– Haji, yo no-

– ¡No puedo creerlo, Tn! –gritó.

La chica se asustó, era la primera vez que lo oía gritar.

– Dejé todo por ti. Mis padres, mi departamento, mi trabajo, mi vida...todo por ti, por protegerte, porque te amaba...y tú me haces esto.

– ...Ha-Haji... –tartamudeó

– Olvídalo. No quiero oírte.

El rubio comenzó a caminar. Entró a la habitación y tomó una maleta de viaje, la cual abrió sobre la cama y comenzó a llenar con su ropa y cosas.
Tn quedó estática, nunca había visto a aquel chico tan enojado; lo había visto feliz, triste, agotado, cansado, frustrado...pero nunca molesto, mucho menos lo había oído gritar. Pensó un momento, y se decidió a ir tras él. Corrió al cuarto y, al entrar y verlo preparar su maleta, su corazón dio un vuelco.

– Haji...Haji espera –se acercó a él y lo detuvo.– Espera, por favor. Déjame explicarte.

– ...

– Por favor, Haji. Me conoces, sabes qué clase de persona soy...Por favor...

– ...Bien. 5 minutos.

– Está bien. Pero sólo escúchame.

Hajime arrojó la camiseta que tenía en su mano a la maleta y luego miró a la chica, con seriedad y cruzándose de brazos. Tn tomó aire y soltó un suspiro.

– Escucha...Quien me llamó no era Touka-chan, era Ayato-kun. Él quería que nos reunamos para hablar, y no te lo dije porque ya estabas muy estresado y agotado, y no quería darte más preocupaciones ni problemas. Nos reunimos y caminamos un poco, en silencio. Llegamos a ese parque y yo me senté en el columpio, y él se quedó delante de mí. Hablamos, me pidió perdón de nuevo y me dijo algunas cosas más, que aún me amaba y eso. Pidió que volviera con él, y por eso me besó. Quería separarme, pero...lo admito, sólo cerré los ojos y me dejé llevar. Lo siento mucho, de verdad. No quería lastimarte –sollozó, mientras sus lágrimas se juntaban en sus ojos.– De verdad lo siento.

– ... ¿Vas a dejarme por él?

– Ahm...Yo...No-No...Ah.

– ¿Qué le dijiste, Tn?

– Que...Que me dejara pensarlo.

– ... –suspiró con frustración.– Lo amas a él aún. ¿Por qué no me lo dijiste? Dijimos que seríamos sinceros siempre, ¿No?

– Lo sé, lo siento. Te amo, mucho...pero Ayato-kun aún sigue en mi mente.

– ...Lo odio, voy a matarlo.

– Haji, no. Cálmate –tomó sus manos.– Quería olvidarme de Ayato-kun, y tú eras tan lindo y dulce conmigo...me tratabas tan bien como nadie lo había hecho desde la muerte de mi madre. Me enamoré de ti y de lo dulce que eras, te amo aún, pero...

– Pero aún lo amas a él.

– ...Eso creo, sí.

– ...Bien. Piensa lo que harás –se soltó y se acercó a la maleta.–, pero yo me iré de aquí.

– Haji, no –se acercó a él.– Por favor, no –lo detuvo.– No me dejes... –dijo mientras sus ojos se cristalizaban.

– ...No vas a hacerme cambiar de opinión con tus lágrimas. Lo siento Tn, pero no.

Hajime cerró la maleta y la tomó, para luego encaminarse a la puerta. Tn lo llamó con cierta desesperación, y corrió tras él. Cuando el rubio abrió la puerta del departamento, ella gritó un "no" y lo abrazó por detrás con fuerza, comenzando a llorar en silencio mientras escondía su rostro en la espalda del chico. El joven quedó de pie, en silencio por varios segundos; tomó aire y soltó la maleta, para luego girar y abrazar a la pelinegra.

– ...Está bien, ya. Cálmate, por favor.

Ella seguía llorando, mientras él le acariciaba el cabello con delicadeza.

– Tn...Tn, por favor. Cálmate, ¿Si?

– ¿Vas...Vas a...dejarme...?

– ...Tú eres la que quiere dejarme, Tn.

– No es cierto...No quiero...

– Amas a Ayato.

– Sí, pero...te amo también...

– ...Está bien. Piénsalo bien, ¿Si? Yo...Lamento comportarme como un idiota, pero me molestó verte besar a ese idiota.

– ¿No te irás? –lo miró.

– ...Debería dejarte sola, para que pienses bien las cosas.

– Pero no quiero estar sola, sabes que no me gusta...no quiero...

– ... –suspiró.– Está bien, no me iré a ningún lado.

Hajime giró un poco para cerrar la puerta, y luego volvió a mirar a la pelinegra, tomando su rostro para secar sus lágrimas.

– Pero deja de llorar, ¿Si?

– E-Está bien –sonrió.– Lo siento.

– Tranquila, ya –besó su frente.

Tn cerró los ojos y sonrió, sintiendo el dulce beso de su prometido. Un ladrido se oyó, y ambos miraron a un lado, viendo al pequeño Hachi sentado y mirándolos. Rieron, y ella lo tomó en brazos.

– Traquilo, mamá y papá no volverán a pelear –rió y besó su cabeza.

El rubio rió y acarició la cabeza del cachorro, besó su cabeza y luego besó a la pelinegra.

– ¿Podemos ir a dormir? –pidió Tn.– De verdad estoy cansada –rió un poco.

– ... –rió.– Claro –tomó su maleta.– Subiré esto de paso. Vamos.

Ambos se encaminaron a la habitación. Tn se recostó en la cama con el pequeño cachorro, abrazándolo con cuidado. Hajime dejó la maleta a un lado del armario y giró, mirando a la chica.

– Lo acomodaré luego.

– ... ¿Me prometes que estarás aquí cuando despierte?

– ... –sonrió.– Claro –se acercó a la cama.– Aquí estaré, Kitten.

La chica sonrió. El rubio se recostó a su lado y la abrazó, luego cubrió a los tres con una sábana. Ella se acurrucó, durmiéndose en pocos minutos.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora