☁ Thirty-six ☁

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Kaneki caminaba por los pasillos del lugar, pensativo. De pronto divisó a Hajime, por lo que se acercó rápidamente a él.

– Hajime –llamó.

El rubio se detuvo y giró hacia el mayor, mirándolo.

– Kaneki, ¿Qué sucede?

– El niño del Oggai, ¿Cómo está?

– Uhm. Bien, encarcelado, ¿Por qué?

– Necesito...hablar con él.

– Oh. Adelante, está recluido así que no será problema.

– Gracias.

Kaneki caminó hacia el lado por donde el rubio venía, para poder ver al niño que Furuta había enviado. Hajime, por su parte, continuó su camino, aún tenía algo de trabajo que hacer.

– ¡Haji-san! –llamó una voz infantil.

El rubio se detuvo y giró, viendo a dos pequeños y una niña acercarse a él.

– Niños –sonrió.– ¿Ocurre algo?

– ¿Sabes dónde está Touka?

– ¿Touka? ¿Qué ocurre?

– Bueno, queremos que nos lea un libro de imágenes.

– Libro de imágenes, ah... –sonrió.– ¿No han leído ya ese libro?

– Sí, pero es el único que tenemos.

– Uhm...Bien, haremos una cosa –se agachó, para estar a la altura de los pequeños.– Están aprendiendo a leer, ¿No? Entonces, en la próxima expedición, les traeré más libros con imágenes para que puedan leer.

– ¡Sí! –gritaron los tres, sonriendo.

– Bien –rió y se levantó.– Vamos, creo que Touka está afuera.

El chico salió juntos a los tres pequeños de aquel edificio, caminando por fuera en busca de la peliazul.

– ¿Dónde podrá estar...? –murmuró, mirando a todos lados con detenimiento.– Oh. Ahí está –señaló.

El rubio se acercó un poco a aquella torre, con los niños tras él; en la cima de esta se encontraba Touka, sentada y viendo a la nada, pensativa.

– ¡Ey, Touka! –llamó.

La chica giró, mirando hacia abajo.

– ¿Pasa algo?

– Los pequeños te buscan –miró a los niños.– Adelante. Tengan cuidado al subir.

– ¡Sí! –asintieron los tres.– ¡Gracias!

Los tres menores corrieron hacia la torre y subieron a ella a través de las escaleras, hasta donde estaba Touka. Ella los miró, curiosa. La niña enseñó el libro que traía en sus manos.

– ¡El libro de imágenes! –pidió el niño.

Touka rió y asintió, mientras los pequeños se sentaban junto a ella. Hajime rió y negó con la cabeza, luego giró y volvió dentro del edificio.

[Profundidades del Distrito 24]

Ayato y su grupo caminaban por aquella ciudad en ruinas.

«Esta ciudad...no hay ni fantasmas aquí...», pensó el peliazul.

Algo se oyó de pronto. Ayato sonrió de lado.

– ¿Una emboscada?

Esquivó el ataque y comenzó a pelear junto a su grupo contra aquellos misteriosos atacantes. Tras la lucha, el peliazul miró a aquellos tres atacantes, tres niños.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora