☁ Twenty-seven ☁

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Kaneki estaba sentado en una tarima, frente a él estaban Fuka, Tsukiyama y Miza, y al otro lado de la tarima estaba sentado Ayato, con sus piernas cruzadas. Hajime llegó, venía solo. Todos lo miraron.

– ¿Y bien? –preguntó el albino.

– Es un desastre –dijo serio, mientras se acercaba a ellos.

Se detuvo delante de Kaneki y sacó su teléfono, enseñándole un video.

– ¡Humo negro proviene del edificio del CCG en el Distrito 22! –reportó aquel.– ¡Hemos recibido reportes de que esto también está pasando en el Distrito 19! ¡¿Esto también es culpa de los ghouls?!

Apagó la pantalla y guardó su teléfono.

– Esto causará problemas a Cabra, van a buscar a la organización aún más, quieren poner a todo Tokyo contra ti y contra Cabra.

– ... –suspiró.– Realmente nos están haciendo quedar mal –dijo el albino.– Supongo que así nos pueden matar más tarde, que barbaros.

– Maldición –protestó Ayato.– ¡Y ni siquiera hemos empezado a hacer cosas! Idiotas.

– Matsuri quedó a cargo del CCG ahora –dijo Hajime, ignorando al peliazul.–, pero al parecer no puede tomar bien el mando.

– ¿Te refieres a que lo relevarán de su cargo?

– Nah. Es el único Washu de la rama principal, no lo sacarán de su cargo, la única forma sería su renuncia o muerte.

– Ya veo.

– A este paso, todo este mal será depositado en nosotros –habló Miza.– ¿Qué deberíamos hacer, Ken Kaneki?

El albino pensó un momento, y luego giró la cabeza hacia el ghoul de costoso traje.

– Tsukiyama –llamó. Este lo miró.– Tengo un favor que pedirte.

– Lo que sea –sonrió.– Salvo que cueste mucho dinero. Mi billetera está en un estado hórrido.

Kaneki volvió a pensar unos segundos más y luego volvió a mirar al mayor.

– Prepara una gran variedad de trajes blancos.

– ¿...?

– ¿Para qué vas a usarlos? –preguntó Ayato.

Un teléfono comenzó a sonar. Hajime sacó de nuevo su teléfono y contestó.

– Sí –habló.– ...Voy para allá –colgó.

– ¿Sucedió algo malo? –preguntó Kaneki.

– Era Hinami. Al parecer a Akira le subió la fiebre.

– ¿Es muy malo?

– Iré a ver.

– Está bien. Llámame si pasa algo.

– No te preocupes, conseguiré a alguien que la cure.

– Gracias –sonrió.

Hajime miró por un momento a Ayato, quien también lo miró con seriedad, y luego giró, comenzando a caminar a la salida.

– Nos vemos luego –se despidió.

En cuanto el rubio salió del lugar, Kaneki y el resto miraron al Kirishima menor con curiosidad.

– ¿Siguen peleando?

– ¿Qué? Yo no peleo con él, él es quien me mira mal.

– Deberían dejar que Tn decida.

– Tch –volteó la mirada.– No te metas –bufó.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora