☁ Thirty-four ☁

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Ayato terminó de explicarle las cosas a Hinami y soltó un largo suspiro, en cierta forma era algo liberador, ya no le ocultaba nada, pero por otro lado se sentía mal, mal por ella pues le estaba diciendo en su cara que amaba a otra mujer. El silencio había inundado la sala, y el habiente se había vuelto algo incómodo.

– Entonces... ¿Vas a dejarme por ella? –preguntó finalmente.

– N-No...Quiero decir, no lo sé... –suspiró.– Aún la amo.

– Lo sé, y de todos modos yo quise arriesgarme.

– Hinami, tú...eres muy linda, de verdad, pero...pero Tn...

– Fue tu primer amor.

– Mi primer todo.

– Lo entiendo.

– Pero...de todos modos, aún no sé que ocurrirá entre ella y yo...No sé si me quiere, si me ama o si me odia, si va a perdonarme o no, si volverá conmigo o al menos seremos amigos, o si va a mandarme al demonio.

– Entonces soy la segunda opción.

– ¡No! No es así, es sólo...sólo que... ¡Argh!

– Está bien. Cuando comencé a salir contigo sabía que esto podría ocurrir, pero de todos modos me arriesgué.

– ¿No estás...molesta?

– No, sólo algo...dolida. Pero está bien –se levantó.– Creo que nosotros también deberíamos darnos un tiempo.

– Hina...

– Será lo mejor. No es normal que seamos novios y tú beses a alguien más.

– ...

– Tomémonos un tiempo también. Aclaremos las cosas y...y luego vemos qué hacer.

– ...Está bien.

Quedaron en silencio nuevamente, por varios segundos, hasta que ella volvió a hablar:

– Me iré ya, es tarde. Ahm...Adiós.

La castaña giró y comenzó a caminar. El chico frunció el ceño, pensativo; tomó aire y se levantó.

– ¡Hinami! –la detuvo, tomando su brazo.

– ¿Qué sucede? –preguntó, mirándolo.

– ...Te amo, ¿Si?

– Pero también la amas a ella.

– Lo siento, de verdad. Mi intención nunca fue lastimarlas, ni a ti ni a ella.

– Está bien, lo entiendo.

– ...Perdón.

– ¿Ya me puedo ir?

– Ah. Sí, claro.

Ayato la soltó. Se miraron unos segundos, hasta que él tomó impulso y la besó. Hinami quedó estática, pero en lugar de corresponder se separó.

– Debo irme ya –murmuró.

Tras ello, salió corriendo, y una vez fuera comenzó a llorar, pero sin detenerse. Ayato se dio una bofetada mental y suspiró, mientras se dejaba caer de nuevo en aquella silla.

– ¡Maldición! –gritó, frustrado.

[Distrito 20]

– Elegimos mal momento para separarnos –bromeó.

– Cierto –sonrió.– ¿Qué...Qué haremos?

– Pues...debemos irnos al Distrito 24, así que...allá nos separaremos, y eso.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora