☁ Fifteen ☁

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Hajime entró al departamento, dejó su maletín a un lado y colgó su abrigo blanco. Tn salió de la cocina y sonrió.

– Bienvenido, Gatito.

– Hola.

El rubio se acercó a un mueble en el living, aquel en donde estaba el televisor; abrió la vitrina de cristal del lado izquierdo, tomando una botella de vidrio con un líquido color caramelo, el cual sirvió en un vaso cuadrado hasta la mitad. La pelinegra estaba tras él, observándolo con curiosidad.

– ¿Gatito...? –llamó.

El chico tomó el vaso y bebió aquel líquido de un sólo trago, volvió a servirse de nuevo hasta la mitad del vaso y giró, mirando a la chica.

– Haji... ¿Te sientes bien? Tú...no eres de beber whisky así...

– Estoy bien –bebió.

– ...Tú sólo bebes whisky cuando estás estresado, ¿Es eso? ¿Quieres que te prepare el baño?

– No.

– Entonces...vamos a sentarnos, te preparé la cena.

– No tengo hambre –bebió

– Haji... –se acercó a él.– Deja eso.

Cuando ella intentó quitarle el vaso, él dio un paso hacia atrás y levantó el vaso, para que ella no lo alcanzara, ya que era más pequeña que él en altura.

– Haji... –dijo algo frustrada.

– ... –suspiró.– Lo siento.

El rubio caminó al sofá y se sentó allí, dio un sorbo a su vaso y miró a la chica.

– Hablé con Yotsume, Touka y algunas personas más.

– ¿Yotsume? ...Oh. Te refieres a la chica esa.

– Sí, Fueguchi. Como sea, descubrí algo que tú no me habías dicho...

– ¿Ah? ¿Qué cosa? –preguntó curiosa.

– ...Tú...perdiste tu virginidad...con Ayato.

– ...

– ¿Es cierto?

– ... –bajó la mirada.– Ha-Haji...yo...Lo-Lo siento... –tragó saliva.– Debí habértelo dicho, pero...lo siento.

El rubio soltó un pesado suspiro y terminó su licor, dejó el vaso sobre la mesa de café y volvió a mirar a la chica.

– Ven aquí –dijo, haciendo un ademán con su mano para que ella se le acercase.

Tn tragó saliva y se acercó con algo de miedo. Hajime la tomó de las manos y la atrajo a él, haciéndola sentar en su regazo.

– Está bien.

– ¿Estás molesto?

– No tanto, me siento más celoso. Tendrías que habérmelo dicho.

– Lo siento.

– No, perdóname tú a mí, me comporté como un tonto.

– Está bien, tienes derecho a estar molesto.

– No, sólo fui un tonto. Perdón.

– Te perdono –sonrió.

El rubio rió y la abrazó, besándola.

– Vamos a comer.

Tn rió y se levantó. Hajime se levantó también y la abrazó con un brazo, para caminar ambos al comedor.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora