☁ Thirty-nine ☁

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[Horas después]

Un "monstruo" de kagune salió del Distrito 24, comenzando a atacar a varias personas, tomando varios distritos y provocando el pánico en Tokyo. Este monstruo era Kaneki, creado a partir de un consumo excesivo de células RC tras su pelea con Furuta y el Oggai. El gobierno movilizó a las fuerzas armadas para combatir la amenaza.

   

Hajime, Yomo, Miza y los demás habían logrado salir del Distrito 24, y se reunieron rápidamente con Touka y los demás. Tn, en cuanto divisó al rubio, se levantó con rapidez del suelo y corrió hacia él.

– ¡Haji! –gritó mientras se le abalanzaba, abrazándolo con fuerza.

– Ah. ¿Kitten?

– Estaba muy preocupada...

Él sonrió y correspondió.

– Tranquila, estoy bien.

– ¿Seguro? –lo miró.– ¿No te hicieron nada? ¿No te lastimaste?

– No, no me pasó nada –besó su frente.– Sólo un par de raspones –rió.

– Que alivio –sonrió, más calmada.

– ¡Oi! –gritó alguien.

Todos giraron, viendo a Nishiki llegar junto a Banjou y el resto de la escuadra que había ido al bosque con Kaneki.

– ¡¿Por qué están acá arriba?! –preguntó el pelinaranja, confuso.– ¡¿Qué pasó con el cuartel?!

– Nishiki...

– La guarida quedó atrás –dijo Hajime.– Está destruida.

– ¡¿Qué?! –gritó confuso.– ¿Qué demonios es ese monstruo? ¿Qué pasó?

Hinami bajó la mirada y, en cuanto sintió sus lágrimas asomarse, se restregó los ojos, comenzando a llorar.

– O-Oye, Hina, es... –tartamudeó Banjou.

– ¿Dónde está Kaneki? –miró al rubio.– ¿No vino con ustedes?

– Eso es Kaneki –dijo Touka, quien observaba a aquel monstruo destrozar la ciudad.

– ¿Qué? –la miró.– ¿Qué mierda dices?

– Ya la oíste –dijo Hajime. Nishio lo miró.– Ese monstruo...es Kaneki.

– ...

Comenzó a llover pocos minutos después. Touka se había sentado en el suelo, y Nishio le había dado una manta para cubrirse. El resto también estaba sentados en el suelo, sin saber qué hacer. Tn estaba sentada también, bajo un árbol para resguardarse un poco de la lluvia, cubierta con el saco de investigador de Hajime pues ella sólo llevaba una falda y una camisa abotonada sin mangas; el rubio regresó, con un paraguas y un café.

– Ten –le entregó el paraguas.

– ¿Ah? –lo tomó, cubriéndose con él.– ¿Dónde lo conseguiste?

– Acabo de comprarlo –sonrió y le extendió el café.– Ten, bebé algo caliente, no quiero que enfermes.

– ... –sonrió.– Gracias, Haji –tomó el café y bebió.

– Por nada –sonrió y se sentó a su lado.

Tn usó el paraguas para cubrir también al chico, pues le preocupaba que él enfermara ya que no llevaba abrigo y su camisa estaba algo mojada debido a la lluvia.

– Estás empapado –comentó.

– No importa, si enfermo puedo tomar algún medicamento.

– ¿Estás seguro que no quieres tu abrigo?

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora