Capítulo 14

5K 532 42
                                    

Noah.

Ahora que por fin las cosas con Zach están resueltas, me siento más tranquilo. Es realmente un chico interesante y en su compañía estoy muy bien. No quiero perder un buen amigo por estúpidos prejuicios sin sentido y estoy feliz de la elección que hice. Con un espíritu reanimado entro en el gimnasio para el partido dominical. Me impongo no mirar a las graderías pero sé que entre todas esas personas alegres y gritonas, están también los dos cazatalentos.

Afortunadamente, entre el drive-in y el trabajo de Historia del Arte sobre Miguel Ángel, alcancé a distraerme y no pensar ni en Mallory ni en el partido.

Me crucé con Mal en el corredor y ella me ignoró completamente, no sin antes tomarse el tiempo de fulminarme con la mirada. Tenía los ojos machacados y estaba un poco despeinada y desarreglada, clara señal de que está sufriendo. Nunca la había visto sin todo perfectamente planchado y emparejado e incluso ahora vino un día a la escuela con overol.

Obviamente estamos en boca de todos y los comentarios se esparcen.

Hasta el entrenador debe haber escuchado porque poco antes de entrar al campo me dio una enérgica palmada en la espalda y me dijo- Te lo aconsejo, chico. Recuerda quién eres y olvida todos los problemas del corazón ¡Esta ocasión se presenta sólo una vez en la vida!

-Entrenador, fui yo quien la dejó. Todo está bien- replico hablando bajo, porque Mallory está en los alrededores para hacer el número con las otras animadores. Está baja de tono y la hilera está algo desalineada, pero es valiente como siempre.

Mi hermana quería destapar la champaña cuando descubrió que la había dejado. Terminamos peleándonos sobre la cama, cogiéndonos a almohadazos, con mi madre que gritaba: "¡Volarán plumas por todas partes, niños!" (Mi madre es totalmente incapaz de insultar a alguien).

-Mucho mejor ¡Revienta a todos, Ferraro!- y con el pitido del árbitro corremos en el campo, aclamados por el público y cargados de la gritería de los aficionados.

Hoy es mi momento y no lo desperdiciaré por nada en el mundo. Como siempre me repito: los problemas están fuera del campo ¡En el campo se juega y se vence!

Cuando el encuentro acaba y nosotros ganamos 89 a 78, los gritos del público son tan fuertes que me parece casi que escucho temblar los vidrios. Con esta victoria, hemos ganado también el campeonato escolar.

Alzo las manos al cielo y grito de felicidad mientras mis compañeros me saltan encima, celebrando conmigo. Las animadoras entonan su lema mientras brincan y lanzan los pompones rojos y blancos como sus uniformes al aire. El entrenador Martin tiene el rostro completamente rojo y está tan alegre que creo le dará un infarto.

-¡Estuviste excelente, Ferraro! ¡La Universidad de Deportes de Los Ángeles está asegurada!- mientras lo dice, el entrenador me abraza fuerte.

-Lo espero de corazón, entrenador- respondo, sintiendo una avalancha de orgullo hacia mí mismo subiendo por mi pecho. He jugado bien, estuve concentrado y atento y he puesto muy buenos pases a mis compañeros, demostrando que también sé jugar en equipo. Incluso cumplí con las acciones en solitario para demostrar que me las puedo arreglar solo, de igual forma. Fue excelente y emocionante y me sentí ligero y despreocupado. Cada gota de sudor era un poco de fuerza que se escapaba de mí, descargada, lista para ser sustituida por una nueva y cargada al cien por ciento.

Levanto la mirada hacia las graderías y veo a mis padres que festejan, con mi madre hecha un mar de lágrimas. También mi hermana está feliz y sigue saltando aún cuando la coreografía de las porristas ya acabó.

Cuando corre hacia mí y me salta encima, me enrolla las piernas en la cintura y los brazos por el cuello y me aprieta muy fuerte- ¡Estoy muy orgullosa de ti! Fue, sin duda, uno de tus mejores partidos.

Amor es Amor ® [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora