Zachary.-¡Zach! ¡Es hora de levantarse o llegarás tarde a la escuela!
Buenos días, mi nombre es Zacchary Raynolds, tengo dieciocho años (casi) y aquella que hace poco gritó a todo pulmón es mi madre, Savannah Raynolds.
En el aire percibo el olor a pancakes y miel de arce, mi desayuno preferido.
-¡Ya voy!- grito de regreso, pateando las cobijas y poniéndome de pie con un ágil movimiento.
Corro al baño a lavarme los dientes y la cara, me doy una ducha al estilo militar (en menos de cinco minutos) y me visto rápidamente escogiendo la ropa al azar.
Al final encuentro unos jeans y un suéter con un estampado de Darth Vader de La Guerra de las Galaxias. Serio, perfecto para otro anónimo martes de abril.
Antes de salir de mi recámara, regreso corriendo al baño y me doy una ojeada rápida en el espejo: cabellos rubios rebeldes que caen casi sobre mis ojos negros como la brea, piel ámbar; sin presencia de acné. Okay, puedo salir sin tener que cometer algunos "asesinatos espinillentos" como me ocurría un par de años atrás.
Bajo las escaleras corriendo, casi lanzándome desde el segundo piso. Entro en la cocina, me siento en uno de los taburetes del mesón y engullo los pancakes ahogados (Literalmente. Están nadando. ¡Excelente mamá!) en la miel de arce y luego beso a mi madre en la mejilla, empegostándola toda debido a la boca sucia y corro, escuchándola lamentarse por ese beso pegajoso. Sé que es feliz de que lo haga cada mañana, la mayoría de los chicos de mi edad no lo hacen porque "no es varonil" ¡Que idiotez!
Recorro el camino de entrada y dirijo la vista hacia el garaje: el auto de mi padre no está, así que ya se fue al trabajo. Me fijo en el reloj del celular y me doy cuenta que es muy tarde. Si no me apresuro, el profesor que tengo a primera hora me castigará.
Me gustaría ponerme a correr para no llegar tarde, pero mi labrador, Truley, se interpone meneando su cola y jugando y no puedo hacer menos que agacharme frente a él y acariciarle detrás de las orejas mientras le dejo un beso en su frente- Adiós, precioso. Nos vemos después de la escuela, ¿sí?- y acariciándolo de nuevo corro al portón y lo abro, asegurándome de volverlo a cerrar bien al salir de modo que Truley no pueda escaparse.
Aprieto el caminar y paso delante de muchos casas bonitas a la vista, bastante parecidas a la donde yo vivo. La mía es reconocible por la puerta roja, estilo inglesa que quiso mi madre a toda costa. Las otras casas del barrio tienen puertas más serias, sobre tonos marrones o máximo en azul.
-¡Zach, maldita sea, espérame!- la voz de mi mejor amiga Aspyn alcanza mi oído con tal fuerza que parece que tuviera megáfonos en lugar de pulmones. Me sobresalto un poco porque no la había sentido acercarse.
-¿Por qué gritas? Estoy aquí mismo- replico, bufando y dejando caer las manos poco a poco por la tela de los jeans negros mientras me detengo y la espero sobre el andén arbolado.
Ella corre hacia mí, con sus cabellos rubios sueltos, que se mueven con un vaivén como las olas. Cuando se detiene frente a mí comienza a jadear por el cansancio y (se lo leo en la cara) tiene ganas de discutir- No me parece justo, ¡hace más de diez minutos que te estoy llamando!
La miro extrañado- Seguro lo soñaste.
-¡Eres tú quien ahora está como en un mundo de sueños, Zach!- replica furiosa ella, acomodándose su falda de flores. Se acomoda igual la blusa blanca y la camiseta amarilla limón que lleva encima desabotonada. Aspyn siempre ha amado los colores solares porque incluso su personalidad es brillante como un girasol. Se lo digo siempre.
-Está bien, florecilla. Disculpa- cedo, sonriendo y abrazándola, apretándole un poco la espalda con la mano. La presiono contra el pecho y ella bufa. Es un libro abierto, lo sé, ya me perdonó.
-Te estoy llamando desde que pasaste frente a mi casa- refunfuña.
Sonrío apretándola un poco más hacia mí, apoyando el mentón sobre su cabeza- Disculpame, florecilla. Estaba con la cabeza en las nubes.
-Como si hicieras algo diferente...- me hace notar. Incluso si no puedo ver su rostro que está apoyado en mi pecho, tengo la absoluta certeza que está alzando sus hermosos ojos verdes prado al cielo. Lo hace siempre cuando está irritada o cuando piensa en algo particularmente estúpido.
-Oh, vamos... Eso hace parte de mi encanto- rio moviéndola pero siempre teniéndole un brazo en la espalda. Comienzo a caminar al lado de ella mientras que se acomoda la mochila en el hombro.
-Te aprovechas sólo porque sabes que te quiero tanto como un hermano- gruñe, arrastrando las suelas de sus sandalias blancas en el asfalto.
-Ah-ah- asiento alzando la mirada al cielo y observando el limpio azul, privado de nubes, con un sol brillante como si estuviese en pleno verano. En realidad es sólo mitad de abril pero los días están ya jodidamente calientes.
-¿Qué clases tienes hoy?- me pregunta Aspyn pasándome un brazo por la espalda abrazándome por la cintura. Parecemos una bella pareja...
-¿De verdad crees que lo recuerdo?- rio- Cuando lleguemos, pasamos por mi casillero para mirar el horario.
-Me va a tocar como siempre aprendérmelo a mí, así dejas de correr con el horario hasta fin de año.
-¿Para qué? Es divertido llegar a la escuela y no saber lo que me espera.
-Eres el mismo despreocupado de siempre- me reprocha mientras al horizonte vemos la entrada verde de la escuela materializarse. Muchos estudiantes llegan a pie como nosotros, otros en auto o en bici.
Es verdad, soy un despreocupado crónico. Mi recámara es un desastre total, parece que hubiese estallado una bomba de tanta "basura" dispersa por todos lados. La silla del escritorio es mi armario y el cesto está lleno de papeles, tantos que ya se caen al suelo; pero ¡¿a quién le importa?! No tengo intención alguna de bajar y vaciarlo, por lo que seguirá estando así: bello, lleno y extrabordante.
Todas las veces que mi madre entra en mi recámara comienza a regañarme- "¡Así como te parí, te voy a matar. Ponle orden a este maldito desastre!"- me grita. Yo me rio en su cara, ella se pone más furiosa y se va tirando la puerta, cogiéndola con la primera persona que la entiende y la ayuda a desahogar su rencor hacia mí: mi padre. Por otro lado, mi familia está compuesta sólo por mí, mi madre Savannah, mi padre Jacob y mi maravilloso perro Truely, amor de mi vida. Mi madre siempre dice que amo más al perro que a ellos.
En esencia, lo que ya saben de mí es que me llamo Zachary Raynolds, mi madre Savannah Raynolds, mi padre Jacob Raynolds y vivimos todos en una casa blanca con la puerta roja en una de las zonas más acomodadas de la ciudad. Tengo casi dieciocho años y un labrador de tres años de nombre Truely que amo con locura; mi mejor amiga es Aspyn Green, soy un despreocupado crónico, no recuerdo el horario de las clases a pesar que estamos casi a mitad de año y beso a mi madre en la mejilla antes de salir de casa y...
Ah, sí.
Y soy gay.
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Amor es Amor ® [COMPLETA]
Novela JuvenilZachary Raynolds es un estudiante de último grado de la secundaria con amor por la Historia del Arte. Su mejor amiga es Aspyn, todos creen que es su novia porque nadie sabe la verdad. Noah Ferraro es el campeón y capitán del equipo de basquet de la...