Capítulo 6

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NARRA KATE
~*~

Mi tiempo. Eso es lo que estaba perdiendo estando en Italia, exactamente en Volterra.

Aro seguía utilizandome para castigar a cualquier vampiro que no siguiera las leyes que teníamos, eso sin contar también que se había obsesionado por que adquiriera cualquier don a su alcance.

Justamente hoy ejecutamos a un clan completo, aun que era pequeño. Si algo había aprendido bien durante mi tiempo con los Vulturis era que no daban segundas oportunidades.

Una de las leyes que teníamos era que ningún humano debía saber sobre nuestra existencia y un clan había roto esa ley.

Como era de esperarse los Vulturis no tardaron en presentarse y hacer valer las leyes.

Aro me había mandado a llamar, y aún que Jane no quiso decirme el motivo, yo ya había indagado en su mente. Un humano sabía de la existencia de los vampiros aun que se desconocía la fuente informante.

Lo ejecutarán y querían que estuviera presente.

Alec abrió las puertas y al entrar al salón ahí se encontraba Aro, Cayo y Marco. Me había encariñado con éste último.

Los tres mantenían la calma como si lo que estuviera a punto de suceder fuese cualquier cosa y es que así era, siempre atraían personas a base de mentiras y terminaban siendo comida nuestra.

La verdad no sabía en que punto me había vuelto una insensible, de nuevo, pero me daba igual realmente de quien se tratara.

Las puertas volvieron a abrirse y me quedé sin aliento al mirar quien entraba por esa puerta, era Nick.

Los latidos de mi corazón me delataron con Cayo, quien inmediatamente notó mi nerviosismo.

Nick me miró y una sonrisa algo apagada adornó su rostro. Se le veía con más edad y es que ya había pasado mucho desde la última vez que nos vimos.

Me sentía impotente, con ganas de llorar, de llevarme a Nick de ahí para salvarlo pero no podría con todos los Vulturis al mismo tiempo.

Si algo había aprendido de mala forma, es que tenía un límite para utilizar mi don, maldita humanidad.

-Así que este es el humano. Y dinos, querido Nicholas, ¿Como supiste de nuestra existencia?

Nick me miró y supo por el terror que demostraba que tenía que mentir de inmediato.

-Los eh investigado. Leí sobre ustedes en libros y solo fueron suposiciones hasta que... encontré a uno de los suyos.
-¿Como lo encontraste y seguiste con vida?
-Lo miré mientras este asesinaba a mi familia.
-Así que no tiene familia... esto hará más fáciles las cosas.

Las ideas de Aro estaban acabando conmigo.

-Aro este humano podría servirnos. Podría ser parte de nosotros.
-Mi querida Katherine, no necesito mas, contigo me es suficiente.
-Entonces déjalo ir. Puedo garantizar que no dirá nada.
-¿Y faltar a una de las leyes? Por años nos hemos mantenido ocultos de los humanos gracias a que respetamos cada una de las leyes que tenemos. ¿Por que debería eso cambiar ahora?
-¿Es que acaso sientes algo por este humano?

Claro, Marco debía ser quien mejor supiera eso, después de todo era parte de su Don. Pareció arrepentirse de habérmelo dicho en voz alta.

Estaba a punto de contestar a su pregunta cuando Nick habló antes de mi.

-No, yo nunca la había visto.

En su mente podía saber que mentía por mi. Me sentía desesperada por no saber como salvarlo, debía de haber una forma de sacarlo de aquí.

-¿Es eso cierto, Katherine?

Cayo parecía más impaciente.

-Si, es verdad.
-Entonces no te importará aplicarle el justo castigo. Después de todo no hacemos excepciones.

Si ya estaba fría, aquellas palabras me dejaron helada. Mis manos estaban temblorosas a causa de los nervios.

-Yo, no puedo, lo lamento.
-Esta bien, dejaré que Jane se encargue de ello.

Me adentré en la mente de Nick. Me sentía tan mal y el aún sin miedo de morir, y es que ya sabía su destino.

"No me importa si muero ahora, te busqué todo este tiempo y al final a válido la pena. Si muero ahora no tendré miedo, lo haré feliz de saber que gracias a ello volví verte una vez mas".

Eso solo me hizo sentir peor. No quise quedarme a ver como le arrebataban la vida a la persona que amo, que me había dado la fortaleza de soportar todo este tiempo.

Me detuve en seco cuando los latidos de su corazón dejaron de escucharse. Caí de rodillas llorando. Me quedé ahí hasta tranquilizarme.

Lo habia estado pensando, pero ahora estaba decidida a buscar cuanto pueda una escusa para huir de aquí.

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