~6~

744 87 4
                                    

Cuando la comida llega, Gabriel se apresura a acomodar cada platillo en el escritorio y parte del suelo, siendo ayudado por Iona que de vez en cuando asir una patata frita, claro que eso hace cuando el mayor no le está viendo. El gemelo menor se dispone a dividir cada platillo a la mitad, usando la tapa como otro plato en donde servir y al ver la hora maldice en voz baja, necesita colocarlos todos en su lugar antes de que los presos lleguen.

Sube y baja escaleras, corre de un extremo a otro e Iona ya se ha hecho con un plato para él solo, cosa que no molesta al mayor, adora ver al niño divertirse y comer sanamente, le recuerda un poco a su hermano Nathaniel y aunque sea un poco doloroso, no deja de ser algo sumamente bello. Asir el penúltimo platillo del escritorio, ve nuevamente la hora y no puede creer que haya tardado tanto en colocarlos, sin embargo, el lugar es grande y no era como si fueran pocos o que no haya tenido cuidado con las entregas.

Suelta un suspiro caminando con tranquilidad a la celda de 0036, la cual sigue sentada donde mismo y viendo la lluvia azotar la tierra fuera del lugar, el olor de las plantas y flores llenando el lugar con una brisa fría y Gabriel, de alguna manera, siente que es correcto que sea así. La libertad con la que el aire corre dentro del lugar, el dulce olor aferrándose a cualquier prenda y esas pequeñas gotas que humedecen el suelo al caer, todo eso lo ve correcto. Lo ve con adoración e impresión, un adulto como él amando eso. Qué idiota.

Busca la llave en el bolsillo trasero, abre la reja y pasa cerrando tras de sí, dejando de lado el gruñido de 0036 todo parece estar yendo bien. Se coloca a un lado de ella, antes de ofrecerle el platillo. Ella le ve extrañada para después fijar su vista en la comida que humea hasta su nariz, llevándole un delicioso aroma que hace a su estómago hacer un ruido verdaderamente fuerte. Gabriel sonríe de lado, eso definitivamente le ha divertido muchísimo.

— Vamos, es tuyo. —dice, pero pasan los segundo y 0036 no asir el plato con comida, Gabriel suspira y lo coloca a un lado de ella. — Lo dejare aquí, provecho.

Se da la vuelta, abre nuevamente la reja y sale de la celda de 0036, sigue caminando hasta llegar a su escritorio, en donde Iona yace acostado con una barriga enorme, ¿cómo era posible que comiera tanto un pequeño como él? En verdad que le recordaba a Nathaniel.

Ve nuevamente la hora, el reloj marca las 4:30 de la tarde, no duda que todos disfruten estar afuera hasta el último minuto. Vuelve su atención al escritorio, asir por fin el único platillo que queda, ve hacia la celda de su derecha y la luz que entra de fuera, a pesar de la lluvia, puede ver que todavía no llega el preso de ahí. Respira hondo, palpa las llaves en su bolsillo trasero y las extrae, para después abrir la puerta. Camina con mucho cuidado, pues a diferencia de la celda de 0036, esta tiene muchas hojas de árboles en el suelo.

Observa todas con suma atención, cada una de las hojas yace acomodada de tal forma que donde sea que pise se produzca ruido, pues están tan secas que no duda que con el mínimo toque rompan en pedazos haciendo mucho escandalo. ¿Qué era eso? ¿Un sistema de alerta?

Frunce el ceño, se pone de cuclillas aún con plato en una mano y con la otra levanta una hoja, están verdaderamente secas ¿cuánto tiempo pudiesen llevar así? ¿Y cómo le hacia el prisionero para que estuvieran tan bien cuidadas?

Se alza de hombros, deja la hoja donde estaba y cuando está por levantarse, una pequeña mano se posa en su espalda.

— No te levantes. —voltea y ve a Iona, sonríe levemente, pero al ver el horror en su mirada gira su cabeza al frente y siente que la garganta se le seca al ver la mujer que le mira con tanto odio en su mirada azul. Un azul como el zafiro. — Tienes que salir.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora