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Erendi observa con mirada preocupada hacia la puerta que lleva al dormitorio de su padre, el aroma de este es amargo, triste, y la preocupación como hija no le deja concentrarse en la conversación que su madre y hermano llevan. ¿Qué habrá ocurrido para que su padre se haya encerrado? Debería de estar feliz, irradiando felicidad por el encuentro de Evan y Armonía, el que Susykyo y Lucy hayan vuelto sanas y salvas, y que se haya rescatado una voraz, quien resultó ser hermana de Gael y Lucy.

Sin embargo, no es así. Desde que Nuria y Lluvia confirmaron que la salud de Evan y Armonía estaba estable, su padre se encerró en el cuarto y no ha dejado que nadie entre, aunque en realidad la puerta no tiene puesto el seguro y él no ha dicho nada. Es solo que el ambiente que sale de ahí se siente pesado. Es como si algo invisible les impidiera acercarse.

Su mirada cambia de objetivo al ver a Cib caminar al cuarto, abrir la puerta como si nada y entrar, cerrando tras de sí. Eso le hace abrir la boca sorprendida.

— Los niños ignoran muchas cosas, Erendi —habla Demmon, llevándose una galleta de avena a la boca—, que no te sorprenda.

— ¿Sabes algo? —cuestiona, volteando a ver a su hermano.

— No —mastica tranquilamente, mientras observa a su madre sacar más galletas del horno. Los ojos le brillan al verlas, en verdad adora esas galletas, aunque para él ahora las mejores son las de Ángel—, la verdad es que ha estado raro desde que me ayudo con el entrenamiento de Los Rescatados —finaliza, después de tragar.

— Creo que le ha afectado ver la condición en la que se encontraban, ¿no lo crees?

— Pudiera ser —se alza de hombros, yendo a por otra galleta—. Mamá, ¿puedo llevarme unas para Ángel?

— No, yo se las voy a llevar más tarde —Alegría voltea a ver a su hijo, quien la ve con ojos entrecerrados—. No creas que no me he enterado que lo que te llevas de aquí, solo llega la mitad.

Erendi suelta la carcajada, palmeando la espalda de su hermano con burla, mientras este deja caer la cabeza hacia enfrente. Le han descubierto.

Alegría sonríe al ver la escena, pero desvía la mirada hacia la habitación en donde se compañero sufre. Claro que ella sabe lo que ha ocurrido y el corazón le duele mucho, pero sabe que el de su esposo ha de estar hecho añicos.

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Gabriel gira en la cama al sentir hundirse el colchón, frunce el ceño al ver la mirada inocente de Cib, su hija menor, quien le mira sentada. El cabello negro yace completamente despeinado y una mancha de lodo se encuentra en su mejilla izquierda. Eso le hace sonreír, estira la mano y le retira la suciedad, ella responde el gesto con un ligero ronroneo.

— ¿Te duele la panza, papá? —la pregunta llena de preocupación e inocencia le hacen sentirse culpable y lo impulsan a enderezarse hasta quedar sentado, apoya la espalda contra el cabecero y sonríe, queriendo que así su hija haga lo mismo.

— Estoy bien, amor; sólo estaba cansado y tomaba una siesta —Cib ladea la cabeza, luciendo adorable y curiosa— ¿Qué ocurre?

— ¿Papá miente por el bien de Cib? —al verse acorralado, solo asiente y eso hace a su hija soltar una risilla— Ahora yo mentiré para papá: "me gusta verte encerrado en el cuarto porque mamá se ve muy feliz".

— Eso quiere decir: "no me gusta verte encerrado en el cuarto porque mamá se ve muy triste", ¿cierto? —Cib asiente, viéndole intensamente y sin parpadear, vaya, ella en verdad puede ver el alma con esos inocentes ojos— Entiendo, entiendo. Ahora salgo, solo deja tomo un baño.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora