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Era una locura, no tenía ni un derecho de ir y presentarse, pero no puede quedarse sin hacer nada tampoco. No es su estilo. Sin embargo, a pesar de estar un poco más decidido que hace unos días sus manos no dejan de temblar, demostrando lo nervioso que se encuentra todavía. Cosa totalmente normal, nadie puede estar tranquilo cuando va a ver a su amado llorando por su amada, ¿verdad?

Se abraza, cerrando los ojos para no pensar en ello, pero es imposible, su mente le traiciona llevándole a ese día.

La mujer frente de él sonríe radiante al terminar con un ejercicio que llevaba tiempo sin poder llevar a cabo pero ahora que lo ha logrado es obvio que no puede contener la felicidad que siente. Se lanza contra él, abrazándole con fuerza y Fire corresponde orgulloso el gesto, ahora entiende un poco a Gabriel.

En la comunidad, cuando todos los de su generación eran unos pequeños críos, se les felicitaba cada vez que peleaban, no importaba que perdieran o ganaran, los adultos se encargaban de hacerles sentir bien por cualquier logro que consiguieran: durar más tiempo en combate, levantarse rápido después de caer, fintas, golpes e incluso hacer perder la concentración del contrario con bromas o provocaciones.

Gabriel, al ser el líder, era quien se encargaba de organizar las peleas de los menores contra los jóvenes adultos, algo que él perdió en numerosas ocasiones, pero jamás se dio por vencido y solo se detenía la pelea cuando él quedaba inconsciente y eso es lo que aquel hombre le felicitaba. El que nunca se rindiera y siguiera adelante a pesar de tener el cuerpo herido y cansado.

Ahora que está al cuidado de las mujeres encontradas en la mansión del risco, comprende que ellas son como niñas, pequeñas infantes heridas no solo de cuerpo, también de alma. Su espíritu se rindió bajo los constantes golpes y lo que parecía ser un eterno encierro. Fire no puede hacerse a la idea de algo semejante, ¿vivir para estar encerrado? Ni las aves merecían semejante castigo.

Gracias, Fire —agradece la mujer, sonriendo entre lágrimas—. No creí que lo lograría, pero...

Pero lo has hecho, estoy orgulloso de ti.

Tarde mucho.

Cada quien tiene sus propios pies, es normal no ir al ritmo de los demás —da un paso atrás, sosteniendo las manos de la mujer—. Has hecho un buen trabajo, sigue así.

Eres un joven muy hermoso, ¿lo sabes, verdad?

Gracias.

Ahora —le da un suave apretón a las manos antes de soltarle—, iré a platicar con las demás y festejar como es debido —con eso dicho se da la vuelta y echa a correr, Fire suelta la carcajada.

¡Nada de alcohol!

¡No prometo nada!

Dios, ¿cómo puedo seguir sintiéndome celosa? —la pregunta tan repentina le hace voltear sobre el hombro, encontrándose a Selena, su compañera de trabajo— Basta, Fire; no me provoques.

Yo no provoco nada, eres tú la rara que se inventa cosas —Selena entrecierra los ojos, cruzándose de brazos—. Sabes que es verdad.

Como sea, no importa. Se vive bien en la FireZone —eso le hace reír, se voltea completamente hacia ella y comienza a andar, ella camina a su lado sonriendo cariñosamente—. Podrías al menos negar que pertenezco a ella.

Lo siento, pero ya hasta eres ciudadana.

Muy gracioso, Zucaritas.

Auch.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora