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Dejen de jugar con la comida, tiburones. —la orden dicha por su abuela le hace devolver el brócoli a su plato, había estado jugando con él como si fuera un monstruo. Nathaniel, hace lo mismo con una zanahoria. — Ya tienen catorce años, tienen pelos en el coliseo. Compórtense.

¿Coliseo? —Nathaniel se lleva un bocado de sopa a la boca, la cual mastica lenta y suavemente.

En la cola —se alza de hombros. —, aunque en el pene también.

La cara de su abuela se vuelve completamente roja al igual que la de Nathaniel, él solo sigue comiendo tranquilamente. Decir cosas como aquellas siempre causan el mismo efecto, cosa que le divierte de sobremanera y vuelve hacer una y otra vez, sonríe de lado y lleva otro bocado a su boca. Adora hacer que su Abue y Nath se avergüence, tal vez no fuera algo bueno, pero se sentía con poder y eso era lo mejor.

Cuando acaban de desayunar, él se encarga de levantar la mesa para que esté limpia y preparada si es que su abuela gustaba de hacer algo de manualidades o Nathaniel continuase haciendo la tarea que le habían encargado el viernes, ¿por qué no la hizo ese mismo día? Podrían salir sin ningún problema, pero no, a su gemelo mayor le encanta hacer bobadas y hacer todo hasta el último momento.

Él no.

Una vez le dan la tarea, su cerebro se encarga de desglosarla en partes y organizarlas de mayor a menor importancia, como cuál le llevaría más tiempo de llevar acabo y cuánta información requeriría para que no hubiera algún fallo. Así que sus tareas siempre las terminaba ese mismo día o en veinticuatro horas, sin más ni menos.

Oye, Gabriel —habla Nathaniel mientras coloca un cuaderno color rojo sobre la mesa. —, ¿crees que el rosa me quede?

Definitivamente, ¿por qué?

¿Y qué hay del morado? —Nathaniel toma asiento, viéndole con atención. Gabriel dobla cuidadosamente el trapo con el que anteriormente limpiaba la mesa, pensando en la posible respuesta.

Creo que sería mejor que el amarillo.

¿Estás diciendo que el amarillo no va conmigo? —se alza de hombros, claro que piensa eso. El amarillo no le gusta, nadie luce bien en amarillo. — Eso ha sido muy cruel.

Solo te di mis respuestas.

Muy culeras, por cierto.

¡Nathaniel, ese lenguaje!

Vaya, su abuela tenía un muy buen oído a pesar de su edad.

El repentino y brusco movimiento le hace abrir los ojos de golpe, ve a todos lados mientras se pasa la mano por la barbilla, si había rastro de saliva lo mejor era eliminarlo antes de ser visto. Se encuentra con la mirada de Chayton y a su lado, Oneida. Ambos hombres le observan sonriendo como si le hubieran visto hacer una travesura, cosa que no era cierta ¿o sí?

Voltea hacia la ventana, los árboles que franquean el camino son demasiado grandes y frondosos, al igual que el manto verde que cubre el suelo, eso le agrada. Entre más difícil fuera llegar a donde sea que fueran, mejor. Se levanta del asiento, estira sus brazos hacia arriba y siente con placer como sus músculos se tensan para después relajarse, dormir en un camión en verdad era agotador.

— Cuidado, casi me das con tu codo. —le empujan y eso lo hace tener que sostenerse con el asiento de enfrente, voltea y ve a uno de los Hoppi de su misma edad, Wapi. Perfecto.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora