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Sí se puede morir uno de ternura, Gabriel lo ha comprobado múltiples veces desde que su hija nació, pero el día de hoy vuelve a confirmar esa teoría al ver a su hijo Ángel dándole de comer a Erendi, bueno, compartiendo un poco de su estofado favorito, lo cual ya es demasiado. La dulce nena de la casa sonríe ampliamente, mostrando unos colmillos delgados y largos (es impresionante lo mucho que ha crecido): cabello negro, ojos azules como el zafiro y el tono de piel igual que el de él; Alegría y él estaban haciendo maravillas, no se opone a hacer más. Claro que, en un futuro se va arrepentir del que sus hijos sean tan hermosos.

Pobre de aquel o aquella que le hiciera daño a sus bebés.

Les observa desde el asiento que ocupa en la mesa, él ya acabo de desayunar y le ha sobrado tiempo para pasar minutos con su familia, cosa que ha comenzado aprovechar verdaderamente desde que Alegría le hizo abrir los ojos. Realmente estuvo mal por mucho tiempo, y no se dio cuenta, porque jamás se desahogó completamente, nunca vio la razón para hacerlo y creyó que guardándose todo no iba a herir a nadie, pero no fue así; lastimó a la mujer que ama, eso es algo horrible, pero ella sigue a su lado.

A pesar de haberle contado todo, verdaderamente todo: lo que recordaba y lo que recordó en el incidente de Calista, ella no dejo de abrazarle ni de escucharle, le puso atención y le abrigo cariñosamente. Alegría le juró que lo seguirá haciendo hasta que él ya no quisiera, ¿cómo no iba a querer aquello si nunca quiere alejarse de su lado?

— Papá, ¿cuándo volverá el tío Nath? —la pregunta de Ángel le hace salir de su ensimismamiento, parpadea repetidas veces antes de centrar su vista en él. La mirada obsidiana deja en claro la curiosidad que siente y deja ver todo, es un libro abierto— Dijo que cuando mis primas acabaran sus estudios volvería, pero no sé cuándo será eso.

— Hmm... Temo decepcionarte, pero yo tampoco lo sé campeón. Tu tío es distraído, se le paso decirme.

— Diablos.

— Ángel —la mirada de Alegría se posa sobre su hijo mayor, haciendo que baje ligeramente la cabeza con vergüenza. Ha dicho una mala palabra, según su compañera el decir: "diablos", es una grosería.

— Perdón.

— ¡Diablos!

No contiene la risa al escuchar a Erendi repetir la palabra que su hermano ha dicho, pues se ha escuchado muy tierna y le ha salido con mucha naturalidad. Ángel también se ríe, Alegría solo suelta un suspiro de derrota; no hay forma de que pueda ganar siempre las batallas. Sin embargo, no importase que le dieran, nunca cambiaria esos momentos por nada del mundo.

El desarrollo en sus hijos es impresionante, no solo porque sean suyos, sino porque el ADN de Alegría es una locura. Ángel ha crecido más de lo que debería según su edad, no está seguro cómo marcar las edades con él pues su desarrollo físico y mental es mayor que el de Susy o Fire, que son sus mayores. Su condición a la hora de correr o pelear es similar a la de un Voraz adolecente, los cuales no se miden a la hora de meterse con él y es en ese momento que Gabriel debe de ponerlos en su lugar.

Erendi, por otro lado, ha comenzado a hablar más pronto que los demás críos, aunque sigue siendo una nena que en la más mínima distracción de sus padres, se mete un puñado de tierra a la boca.

Al terminar el desayuno, Gabriel ayuda a Alegría a limpiar la mesa mientras los niños van a cambiarse; es algo que ya se ha hecho rutinario, al igual que las nalgadas que él le da a su compañera. Obviamente Alegría cobra venganza, acariciándole disimuladamente fuera de la casa como cuando están en reuniones o también suele provocarle con la mirada, pero ¿por qué afuera? Porque sabe lo mucho que él se controla a la hora de hacer comentarios obscenos o demostración de cariño en público para que los menores no hagan preguntas incomodas respecto al sexo, las cuales obviamente harán al ver el comportamiento del líder.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora