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Observa con tristeza la charola que yace en el suelo fuera de la habitación, con la comida intacta, de nuevo. Ya han pasado veinte días desde que Calista fue abusada sexualmente, la pobre estuvo una semana encerrada sin querer hablar con nadie y ella entendía eso, sabe perfectamente el cómo se sintió esa joven voraz. El miedo, la rabia e impotencia, junto con la humillación son emociones muy desagradables, igual que el acto que aquel bastardo cometió.

No lo vio, sería mentira decir que lo presenció todo, pero no fue así. Lo único que sus ojos vieron fue a su gran amor salvando nuevamente a alguien, dejando de lado su rectitud e ideales, volviendo a ser aquel feroz Gabriel que asesinaba por dinero... Ella tiene en cuenta que ahora la mente y el corazón de su compañero están peleando, pues mientras uno actuó bajo las bruscas emociones, el otro se vio sacudido por recuerdos y promesas.

Apoya la mano sobre la madera, sintiendo a su bebé en vientre removerse; él también echa mucho de menos a su padre, pues no han dormido entre sus brazos por veinte días. No ha visto sus espectaculares ojos, tampoco ha olido su increíble aroma ni mucho menos a sentido su calor. Lo necesita. Las lágrimas comienzan a cristalizar su mirada, obligándola a parpadear repetidas veces para no caer en una tristeza profunda y herir a su bebé. Debe cuidarlo.

Toma una respiración profunda, queriendo que así la tristeza sobre de ella se aligere un poco. Se agacha para tomar la bandeja, cambiándola por una nueva y da la vuelta, debe seguir adelante. Gabriel así se lo pediría, aunque claramente él no lo está haciendo. No puede culparlo, a diferencia de ella, él se ha visto envuelto en demasiadas relaciones emocionales, las cuales ha perdido de formas crueles y tristes, dejándole heridas profundas y largas en su corazón y alma.

Quiere sanarlo, pero no hay forma de hacerlo, si él no lo quiere.

— ¿Mamá? —la suave voz de Ángel le hace salir de su ensimismamiento, sonríe y baja la mirada para encontrarse con aquel bello obsidiana. Ojos tan oscuros como la noche, igual de atrayentes y atractivos; su hijo iba a dejar locas a muchas — ¿Mamá está bien? —dicho y hecho, él iba a ser un hombre increíble.

— Sí, mamá está bien. Solamente me preocupa tu papá —explica, dejando la bandeja en el fregadero—, no ha querido comer.

— Papá es fuerte.

— Sí, lo es.

— Entonces estará bien.

Bueno, ese argumento no tiene fallas. Ríe, le alza en brazos y los dirige a la salida de la casa, necesita ir con Gian y después con Calista, de alguna manera se ha vuelto el bálsamo de ambas y no piensa dejar de serlo hasta que ellas se lo pidan. Después del incidente, decidió que lo mejor era comenzar a entrenarlas; deben de aprender a defenderse, luchar cuando algo no les guste o se sientan atacadas. Al fin y al cabo, la maldad existe en todos... no hay género o especie que se salve de ella.

La recuperación de la nena plateada, no fue fácil. Es un corazón herido, pues perdió su gran amor, por lo tanto tuvo que enseñarle a ser fuerte. Le planteo muchos escenarios, todos violentos, dolorosos y traumáticos, para la joven voraz fueron historias ficticias, pero Alegría narró su vida. La empatía hizo a la canina de cabello plata comprender y le prometió algo muy bonito: "cuidare mejor a mi siguiente gran amor" y Alegría no tiene dudas al respecto.

Con Calista fue diferente y muy difícil, pues no solo su corazón fue herido; su alma, cuerpo y mente se quebraron en un pequeño instante. Las piezas de la pobre criatura esparcidas en el tiempo y el viento, la mirada vacía y la piel tornada en un color enfermizo. Paso noches enteras con ella, abrazándola con fuerza cada vez que la sentía removerse o llorar. Se esforzó mucho, pero fue gracias a Dysis que Calista volviera a sonreír, haciendo que aquellos bellos ojos volvieran a brillar.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora