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Alegría echa la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos debido al inmenso placer que siente correrle desde los pies hasta la coronilla. Gabriel sonríe de lado, aplica más presión y escucha con gozo como su compañera gime, es entretenido ver las reacciones de su pareja al darle un masaje en los pies. Levanta la pierna derecha de ella suavemente, depositando un beso en la planta y vuelve a colocarlo en la cama, para hacer lo mismo con el izquierdo.

Ella logra sentarse, sus pies tocan el frio suelo e increíblemente se siente bien y posa la mano en el cabello de Gabriel, acariciándole con ternura.

— Eso ha sido increíble; no pensé que los pies fueran así de sensibles. —comenta, apoyando la barbilla en el hombro de él.

— Me da gusto que te haya encantado. —susurra, girando el rostro para besarle los labios. — ¿Cómo está?

— Un poco hambrienta —la mano siniestra de Gabriel y la diestra de Alegría, se posan sobre el abultado vientre, la calidez de ambas trasmitiéndose por la tela hasta llegar a la piel que resguarda el tesoro que ambos anhelan ya conocer. — ¿Crees que tenga tus ojos?

— No, ella o él ya vendrá con los suyos.

— Eres un idiota. —Alegría le da un tirón de cabello, haciéndole reír. — Era broma, era broma. —aspira el dulce aroma que ella desprende, ¿era su imaginación o había cambiado? No posee el mejor sentido olfativo ni mucho menos, pero puede apostar que el fresco lavanda se ha mezclado con algo más, algo cítrico. — Espero tengan el lacio de tu cabello, no quiero que sufran el horror de los rizos.

— Tu cabello es hermoso, muy suave.

— Sí, pero ni te imaginas los problemas que ocasiona al intentar peinarlo. Prefiero que tengan el estilo tuyo.

— Bien, pero quiero que tengan el color de tus ojos, en verdad. —la mano de ella que se encontraba en el cabello de él, se pasa a la mejilla y sonríe soñadora, en verdad puede ver a su hija o hijo luciendo esa bella mirada. Aunque para su compañero no tuviera nada de exótico, para ella lo tenía todo; el verde del bosque representaba la vida y por más denso que fuera, siempre iba a existir un rastro de luz. — Si es varón, será tan alto como tú y tendrá el corazón más noble que haya existido.

— Eso lo sacara de ti.

— No, Gabriel; el hecho que tú sigas sin ver lo tan maravilloso que eres, no me afecta a mí. Yo sigo creyendo, y seguiré haciéndolo, que eres el mejor hombre del mundo. —deposita un beso en la mejilla de Gabriel, adorando sentir lo cálido de su piel y el ligero picor de la barba. — ¿Te cuento un secreto? —la pequeña risa que suelta su compañero le hace derretir, es tan adorable cuando se comporta así. Él asiente y ella se levanta de la cama para poder acomodarse ahora sobre el regazo de su hombre. — Estuve leyendo un libro donde hablaba del significado de los sueños, me llamo mucho la atención pues mujeres y hombres contaban sus anécdotas; una de ellas me gustó mucho, una madre soñó que tenía un bebé en brazos y a la semana de eso descubrió que estaba embarazada.

— Increíble.

— Sí, ella contó el sueño detalladamente: dónde estaba, con quién y cómo era el bebé de sus brazos; cuando su hijo nació, todo estaba tal cual lo había soñado ¿puedes creerlo? —las manos de Gabriel se posan en su cintura, haciéndola sentir cómoda y protegida. Su compañero inclina la cabeza, viendo con adoración a su compañera, pues la emoción que ve en aquellos ojos le hace al corazón suspirar. — Yo soñé que estaba en la cocina, voltee y un pequeño nene entro, luciendo una radiante sonrisa traviesa y tú venías tras de él. —apoya la frente en la de él, sonriendo bobamente. — Quiero que mi sueño, como el de aquella mujer, se cumpla.

Gabriel (Ultimo Fanfic Nuevas Especies #16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora