Capítulo 18: Eco de un deseo

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– Lo sien... – Las palabras de la chica se detuvieron al percatarse de quien se trataba, dejó salir un soplo – No esperaba encontrarme conti... –

Poché no supo como, pero se encontraba en ese instante interrumpiendo la oración de la castaña, con sus propios labios; plantandole un beso hambriento en los carnosos labios de la chica, ganándose un gemido sorprendido de esta.

El beso causó que el bullicio a su alrededor se fuera cesando, volviéndose inaudible, su tiempo se iba deteniendo, y sus corazones se escuchaban al mismo compás.

Su concentración fue rota al escuchar el sonido de una voz irritante, que invadía su tan glorioso momento.
– ¡DANIELA! ¿QUE MIERDAS HACES? –

Ambas se separaron, pero la castaña aguantó su respiración, al ver los ojos cristalinos de la peli-azul, sacudiendo lentamente su cabeza mientras dejaba salir una lágrima de sus ojos, a riendo y cerrando su boca, aguantando cualquier palabra que iba a decir. Al ver la cercanía del chica, que venía con pasos pesados, y furiosos, salió corriendo, perdiendo toda confianza que tenía en ella, mostrándole ese lado vulnerable a la castaña.

– ¿Que fue eso? – Este preguntó molestó, tomando a la chica por el brazo y bruscamente haciéndo que mirara hacía ella.

Calle levantó una ceja, mirando su brazo, viendo el agarre que este le tenía – ¿Que tú crees que fue? Tras de molesto, ¿ciego? No manches – Está contestó, separándose del agarre.

Llevo su mano a la cabeza, mientras entrelazaba sus dedos en su cabellera castaña, mientras se mordía el labio inferior, sintiendo la sensación permanecer de los labios de la chica.

Sebastián, molestó por lo que había visto, celoso por la falta de atención que estaba sintiendo, y furioso por el descaro de la mayor, volvió a tomar a la castaña, esta vez por la cintura y plantó un beso en los labios de esta, con la intención de quitar la sensación que aquella le había dejado a su chica, pero se sorprendió al sentir como Calle lo empuajaba hacia atras, limpiando sus labios con su mano, y lo miraba con una expresión extraña.

– Tengo que ir al baño – Está anunció rápido, alejándose del chico, hacia las escaleras, donde había visto irse la peli-azul.

Camino por aquellos pasillos llenos de personas; alcohol, nicotina, sudor, perfumes de hombres y mujeres, era el aroma que se desprendía de aquellas lares en la casa. Se dirigió al baño donde se limpio la cara, observando su reflejo en el espejo.

« ¿Por qué estabas llorando? ¿Por qué esa expresión tan triste? ¿Por qué me besaste? Maldición Poché, ahora podré sacarte menos de mi cabeza... Esos labios color rosita, jamás pensé que se sintieran tan suaves y tan deseables. Se sintieron que eran echos para mí, como encajaban tan bien, joder, besas mejor que Sebastián » escuchó varias voces de chicas, que entraban al baño tropezando, mientras dejaban salir fuertes risas.

Está se despegó del lavamanos, saliendo de este y dirigiéndose a cada una de las habitaciones, con la esperanza de encontrarse a Poché, pero todo lo que encontraba era la típica escena de los compañeros con calentamiento, y deseo de otra persona. Camino hacía el balcón, dándose por vencida en buscar a la peli-azul, antes de escuchar la conversación que tenía a su lado.

– Yo no la haría molestar si así golpea aquel saco – Un de los chicos comentó, tomando un trago mientras se recostaba del balcón.

– A la verdad que no, tampoco pensaba que la maestra fuera así, creo que no la volveré a molestar en el salón – Otro comentó, señalando le al otro para caminar hacia abajo, ya que estaban poniendo una de sus canciones favoritas.

Calle se retiró, dejando sus pies dirigirla hacia el gimnacio de la casa, mientras pensaba que iba a hacer, que le iba a preguntar, a decir; solo sabía que tenía ganas de verla.

Siguió acercándose al lugar, escuchando el sonido de unos golpes cada vez más fuertes, antes de pararse en la entrada, recostandose en el marco de la puerta, al visualizar a la peli-azul con el traje bajado a la mitad de su cintura, con unos guantes puestos, mientras tenía una expresión pensativa, y concentrada.

Con cada golpe que daba, el sudor era más presente en su cuerpo, dejando aquellas gotas de sudor recorrer su cuerpo; los ojos de la castaña siguiéndolas como recorrían cada marca en su cuerpo, cada línea marcada. Dándole unas ganas insaciable de besar, y recorrer su lengua en esta.

– ¡AHHHH! –

11:11 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora