Capítulo 52: Movimiento en la penumbra

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- AAAAAAAAHHHHH - su grito resonó en las cuatro paredes de aquella habitación, opacando a su vez el sonido de las máquinas por un instante,; un grito lleno de terror, no pasando desapercibido por una enfermera quien entro en la habitación, de golpe haciendo resaltar a la castaña.

- ¿Que sucede? - Esta pregunto, la nota de fastidio y cansancio al final de la última letra notable para cualquiera quien la escuchara.

Calle negó con la cabeza, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo, llevándola sumergirse en un estado de pánico, al instantes que su herida enviaba pulsadas dolorosas a su mente, haciéndola recordar el incidente nuevamente. La enfermera ya se había marchado de la habitación siendo inconsciente de la situación actual de la chica, quien con agonía llevaba su mano al pecho, agarrando su blusa con fuerzas, al sentir como algo traspasaba su pecho y tomaba con un firme agarré su corazón, añadiéndole fuerzas en su agarré, evitando que su cuerpo se mantuviera en control, echándose hacía frente, su respiración agitada, y su visión borrosa. Entre el ataque de pánico, hizo una mueca levantando levemente la mirada, hacía una parte de la habitación, cuya oscuridad se hacía más profunda, y entre la penumbra el movimiento de una figura no pasaba desapercibido.

- No vas a poder huir de mi - El tono fantasmal y ronco de aquella sombra se escuchó claro, sobre cualquier ruido que la rodeaba.

La sombra se abalanzó a ella, haciéndola incorporarse del miedo a pesar de su insuficiencia en hacer otra cosa, visualizando el rostro de este, antes. De desaparecer al momento mismo momento que abrían la puerta, dejando paso a una voz tan familiar y cálida que era imposible de confundir.

- Querida, ¿Que te ocurre? - La voz preocupada de Hoffman se escuchó, observando el estado delicado de la castaña.

Calle a pesar de su mirada fija hacía la puerta, no captaba las palabras que emitía la nueva invasora en la habitación. Atónita a lo sucedido segundos antes, llevando su mano a su rostro gruño en frustración, seguido de un sollozo silencioso, dejando que las lágrimas recorrieron nuevamente sus mejillas. Las gotas del frío líquido que dejaban escapar su rostro, dejaba un rastro por toda su mejilla, llegando a su mentón, donde solo un roció de esta se desplomó en la mano de la peli-azul, quien le dió un leve apretón a la castaña, que a pesar del suceso, no había apartado la mano izquierda de la otra.

Un solo movimiento, una pequeña acción que a pesar de su falta de conciencia le permitió saber que aún estaba con ella, que aún seguía a su lado a pesar de todo. Esa sola revelación, le causa una esperanza surgir en su interior, abriendo los ojos con un brillo extraño, lleno de sentimientos que ni Hoffman podía explicar quien aún se encontraba en la puerta parada, pues seguía inspeccionando a la menor para saber como acercársele. Calle llevo su mirada hacia la peli-azul, pero esta seguía con los ojos cerrados, sin ningún inició de que vaya a despertar en un momento cerca.

- Calle, ¿Que te sucede? - Hoffman volvió a preguntar, esta vez cerrando la puerta a sus espaldas, y caminando hacía la menor, depositando una mano en su espalda, otorgándole un sentimiento de confianza y compasión.

Calle soltó la mano de Poché, llevando ambas manos a su cara - Creó que me estoy volviendo loca - Comentó con un suspiro desesperado, sacudiendo la cabeza con lentitud - Quiero que despierte ya, no soportó verla de esta forma, me duele, es como que te estén arrancando el corazón, un nudo en la garganta en el que sucederá - Esta añadió, levantando la mirada hacía la mayor, quien solo sonrió genuinamente, compasión y cariño reflejado en sus ojos.

- Todos tenemos situaciones difíciles, pero siempre hay maneras de superarlas, y Poché, mi Poché... nuestra Poché - Llevó su mirada hacia la camillas - Es una que no conoce la palabra rendirse, en especial cuando al fin encontró algo por que luchar - volvió a sonreír, esta vez dirigiendo su mirada hacía la castaña.

En los ojos de Calle se reflejó un brillo de amor, y sorpresa, mientras toda su atención permanecía en la mayor con curiosidad. La mayor asintió, y Calle se levantó de la silla automáticamente, permitiéndole asiento a la contraría, mientras esta se sentaba en la silla, la castaña camino hacía la camilla, cuidadosamente sentándose a los pies de la peli-azul.

- Te contaré una leyenda, que utilizaba para tranquilizar a una pequeña - Hoffman comentó, dirigiendo su mirada hacía la palabra de esta, sonriendo de lado y suspirando.

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