Capítulo 30: Deseo desencadenado

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La peli-azul levantó levemente la mirada, viendo como la castaña fruncía el ceño en desaprobación, mientras sentía el calentón en el pecho, mientras despegaba la camisa de su cuerpo.

– Lo siento, Cachorrita, no te había visto – Poché contestó volviendo en si, mientras caminaba al mostrador pidiendo unas servilletas.

Calle se quedó callada, sin decir nada, mientras sus ojos observaban atentamente a la peli-azul, viendo como está usaba las servilletas para intentar secar parte de la mancha en la camisa, blanca que llevaba. Poché por otra parte estaba ocupada, al no saber que era lo que la menor estaba pensando en esos momentos, pues no despegaba la mirada de la peli-azul.

Luego de unos segundos, fue que la castaña reaccionó, pero aún no dejaba salir ninguna palabra, sintiendo sus mejillas comenzar a arder, tomo el brazo de la peli-azul y la arrastró hacia el baño del edificio, llevándola al cubículo más espacioso del lugar.

– Sabes... No he dejado de pensar en ti – Calle por fin comenzó – Pero no esperaba que me odiaras tanto, como para querer quemarme – está confesó, un poco triste, observando hacia el suelo, mientras recostaba su espalda en la puerta de este.

– Y-Yo no te odio... Al contrario – Poché comentó acercándose a la menor, llevando su mano a su mentón, y forzando la mirarla a la cara.

Calle observó los ojos de la contraria, cayendo en un trance profundo, en vuelta en lo hermosa que está se veía. Sin poder contenerse las ganas que la invadía desde ya hace tiempo, se impulsó, poniéndose de puntitas mientras, con las manos la atrayera por la camisa, dejando sus labios encontrarse.

Sus labios hicieron contacto, quedando de una forma tan perfecta, que sentían que eran hechos para estar juntos, dejando combinar el sabor fresco a menta de Poché, y el sabor dulce del café de la castaña. El beso había sido suave y tímido, pues Calle no sabía si la otra lo iba a corresponder, pero al ser correspondido, se tornó en una lleno de deseó y pasión, tal como si jamás hubieran comido algo tan delicioso en sus vidas, dejando salir varios gemidos entre el beso.

Este se rompió, una vez comenzaron a sentir sus pulmones gruñir por falta de aire, odiando en el momento que el oxígeno fuera algo tan importante. Se quedaron observando por unos minutos, ambas con una sonrisa estupefacta en sus caras, y sus mejillas completamente de color carmesí.

Calle se apartó un poco, quitándose la camisa que llevaba, mientras con una mirada tímida, pasaba un brazo por debajo de sus pechos, para aguantar el otro brazo, desviando los ojos hacia el lado.

– ¿Podrías verificar si no tengo marcas de quemaduras? – Está susurró.

Este comentario, causó que el cuerpo de la peli-azul temblará, y su entrepierna se animará. Sus pasos eran lentos pero iban cerrando la distancia que se había formado entre ellas, volviendo a capturar los labios suaves y carnosos de la menor

– Con gustó lo haría – Murmuró en el beso, continuando hacia el mentón depositando un beso en este, y prosiguiendo por el cuello, donde dejó varios besos por este, y una que otra marca casi inexistente.

Continuó hacia la clavícula, sintiendo el aroma de café que la había mojado anteriormente, con el perfume delicado de flores de la chica, haciéndola sonreír de lado, inevitablemente mordiendo encima de la clavícula de esta, dejando una visible marca de dientes en esta, y un gruñido escapar de la boca de la castaña.

Poché prosiguió examinando a la chica, dejando besos por todo su pecho, mientras lamía corto tramos, y los gemidos ahogados de la chica la invadieran, calentando la más, y dándole más ganas a su amiguito para jugar con la castaña.

– No tienes nada, pero ahora yo soy la que tiene un problema – Poché susurró en el oído de la menor, haciendo que está temblará y jadeara al escuchar la voz ronca de la mayor.

– Podemos arreglar eso – Calle susurró con una sonrisa traviesa, mientras movía las manos hacia la entre pierna de la otra, tocando el bulto que se le había formado varias veces.

La expresión que tenía Poché en ese momento, era tan atractiva y pervertida que a Calle se le hacia imposible detenerse, quitándole el botón y el cierre, bajando le el pantalón un poco junto con el boxer dejando ver el miembro de la chica. En el momento la puerta del baño fue abierta dejando entrar a unas chicas que conversaban de algo no tan importante.

Calle se asustó un poco dándose la vuelta, y quedando con su cuerpo hacia la puerta del cubículo, y la espalda hacia la peli-azul. A lo cual la mayor dejó salir un gruñido.

– Esto no se acaba aquí –

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