dos.

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DongHyuck se removió incómodo sobre la silla.

Hubiese deseado que el material de la silla fuese más mullido, o al menos algo más cómodo de lo que era. Aunque ciertamente no se encontraba incómodo solo por la silla o porque le doliese el trasero de haber permanecido prácticamente todo el día sentado. No. El tener al profesor más atractivo que hubiese visto en su vida mirándolo con el ceño fruncido no hacía más que encenderlo.

No estaba sonrojado, en realidad, DongHyuck no solía sonrojarse. Pero, inevitablemente, sentía el calor esparciéndose por su cara y el bochorno abrazándose a su cuerpo.

Quería salir de aquella habitación, se sentía agobiado por la presencia del adulto y el aura que desprendía.

El hombre estaba de pie, apoyado sobre el escritorio de madera y con los brazos flexionados sobre su pecho. Honestamente, estaba para comérselo.

El estudiante se veía, de un momento a otro, babeando por el hombre. Nadie podría negar que el profesor Lee estaba bueno. Buenísimo.  DongHyuck estaba seguro de que, en algún tiempo, el hombre fue atleta.

El aula se mantenía en completo silencio, y el único sonido era el que emitía el aparato de aire acondicionado de la sala. El joven, a pesar de siempre haber poseído aquella actitud charlatana y pícara,  no se atrevía a hablar. Por primera vez en bastante tiempo, sintió miedo. Si el profesor decidía llamar a su abuela, DongHyuck era hombre muerto. De hecho, el chico ya se declaraba castigado por meses, porque estaba segurísimo de que, en cuanto saliese de su boca alguna palabra, el profesor se dispondría a llamar a su casa. Y, con suerte, no tendría una expulsión.

Mark Lee nunca pensó que tendría que castigar a alguien. Él siempre quiso ser un profesor amigable. Pero aquel muchacho de pelo naranja no se lo había estado poniendo fácil, y aquel día fue el que lo hizo estallar.

El profesor no comprendía como pudo creer siquiera que besarlo sería una buena idea. Lo mirase por donde lo mirase, aquello era terriblemente estúpido.

—Lee, sabe que aquí no toleramos este tipo de comportamientos.— comenzó el profesor. El muchacho se removió en la silla.

—¿Me va a expulsar?— preguntó el chico. Tenía la cabeza gacha y el flequillo anaranjado le caía sobre los ojos, tapándole gran parte del rostro.— Por favor, no lo haga.

Mark lo miró, mientras se ponía erguido, dejando de apoyar su peso sobre la mesa.
Paseó con lentitud por el despacho, mirando cada pocos segundos al joven. El silencio se hacía pesado y DongHyuck no podía soportarlo más, estaba muriéndose por los nervios. Siendo algo exagerado, aseguraba que pronto comenzarían a recorrerle las sienes gotas de sudor.

—Sabe que lo tengo que expulsar.—explicó el hombre, mirando el brillante pelo del chico desde la distancia.— Claro que debo hablarlo con la directora.

—No, por favor. No lo haga.

—Lo haré si es necesario.— soltó tajante.

Mark hizo oídos sordos a las súplicas. Interrumpió los lloriqueos del niño.

—Señor Lee, tenga claro que, si lo que hizo en clase hubiese sido un error, se lo dejaría pasar.— explicó el moreno ante los continuos murmullos asustados del chico.

—¡Fue un error, lo juro!— chilló el estudiante. Mark soltó una carcajada ante el desespero del muchacho.

—Claramente no lo fue, Lee. No me tome por tonto.— habló el adulto sin borrar la sonrisa divertida de su rostro.— Si hubiese tropezado o chocado conmigo, lo tomaría como un accidente y no le habría dado más importancia de la necesaria.

—¡Fue un impulso!— exclamó en un fallido intento de convencer al docente.— ¡Soy un adolescente, estoy en una edad tonta!

—No me venga ahora con excusas. Lo hablaré con la directora y ya veremos qué hacer con usted.

—¡Pero—

El profesor se dejó caer sobre la silla giratoria de la sala, acallando así al alumno. Aquella silla parecía muchísimo más cómoda que la que poseía DongHyuck.

—Si no tiene más que decir, puede marcharse a su respectiva clase.

El moreno señaló la puerta que daba al pasillo del instituto. DongHyuck no se movió.
Mark lo miró, su cara no expresaba nada. El hombre bajó la mirada para revisar varios papeles, y los amontonó cuidadosamente.

—Está bien, quédese aquí, le pondrán su falta por no ir a clase.— observó al pelinaranja varios segundos, como si meditase algo.— Si me disculpa, tengo alumnos que atender y clases que dar.— se levantó de la silla y recorrió la pequeña oficina hasta dar con la puerta y salir, cerrando esta última de nuevo.

DongHyuck enmudeció. Al rato soltó un pequeño gemido lastimero. Iba a llorar de lo lindo aquella tarde en su casa.

Definitivamente era hombre muerto.

¡El tan ansiado segundo capítulo! No planeaba subirlo hoy tbh, pero es mi cumple (que alguien me felicite y me suba el ego xfa) y estoy más contenta de lo normal, así que aquí tenéis uwur
y perdón si os ha parecido muy corto :"

also happy ten day!!1!1!

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora