nueve.

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— He hecho un trato con él.

Haseul observó a su primo con una ceja alzada y una sonrisilla burlona.— ¿Con quién?, ¿Con el demonio?

—No, pero casi.— admitió derrotado. Se dejó caer sobre el sofá, con la chaqueta y la mochila aún puestas. Fue cuando la pesada mochila se clavó en su espalda que se hizo consciente de que todavía portaba éstas. Su prima lo obligó a levantarse momentáneamente, sosteniendo su peso con sus finos brazos.

—Tu profesor, ¿a que sí?— se atrevió a afirmar.

DongHyuck asintió inconscientemente mientras se despojaba de la pesada mochila y la dejaba caer al suelo. Después trató de quitarse la chaqueta con prisas, trabándose con las mangas como si fuera un crío. Haseul lo ayudó a sacar los brazos de las mangas de la gruesa chaqueta.

— Mira que te dije que no te acercaras a ese hombre.

DongHyuck ignoró las habladurías de su prima. Era tan plasta con su versión del «te lo dije».

Él continuó con su cháchara quejumbrosa.

— Y encima dice que solo compra mi silencio. O sea, yo quiero esto, ¡pero me gustaría conseguir algo mejor a cambio! ¡Podría ser mi sugar daddy!— exclamó ofuscado. Se cruzó de brazos una vez volvió a caer tumbado sobre el sofá. Haseul se acomodó mejor a su lado.

— Con lo que me has contado, puedo afirmarte que ese hombre es demasiado serio y aburrido. No creo que consigas algo mejor que lo que ya tienes.— razonó jugueteando con un mechón del colorido cabello del pequeño. De pronto pegó un estirón del corto trozo de pelo.— ¡Oh!, ¡No me has dicho de qué va el trato que habéis hecho!

— Ni te lo voy a decir, gilipollas.— murmuró quejumbroso mientras se masajeaba allí donde la muchacha había estirado.

— Venga, Hyuck... Por favor.— pidió alargando la última o.

— Realmente no sé qué trato hemos hecho. O sea, ¿besarnos, quizá?

— Como te dije, aburrido.— suspiró.

— No me entiende.

— Porque es viejo y remilgado.

— Lo sé, ¡yo solo quiero vivir como el protagonista de una historia homoerótica! Ese hombre no tiene ni idea de—

— Vale, pues díselo.— interrumpió la muchacha.— Yo lo veo fácil. Si él está haciendo esto para que no lo delates, puedes exigirle. Si no quiere, bueno, te has jodido.

Entonces, algo en la cabecita de DongHyuck echó chispas y una pequeña bombilla se encendió, brillando como el sol de verano. Se levantó de golpe y abrazó a su prima por los hombros, prácticamente tirándola hasta que ambos quedaron tumbados.

— ¡Quítate! Hueles a colonia de hombre, ¡no puedo oler a hombre!— chilló Haseul empujando inútilmente al pequeño, que estaba sobre ella.

.  .  .

— ¡Profe, tengo algo que decirle!— exclamó irrumpiendo en la sala dónde siempre se hallaba el joven docente. Esta vez, la sorpresa de DongHyuck se trasladó a su rostro, pues Mark no se encontraba solo en la habitación, sino que el señor Park, el profesor de educación física lo acompañaba esta vez.

— ¡Lee, me asustó!— el señor Park tenía una de sus grandes manos sobre su pecho, como si se hubiese llevado el susto de su vida. DongHyuck hizo una pequeña venia a modo de disculpa.— Esas no son formas de entrar a un despacho.

— Lo lamento.— murmuró.

El hombre asintió satisfecho y dirigió su mirada de nuevo al otro profesor.— En fin, el tema queda zanjado. Medite sobre ello y de una respuesta a la directora lo más pronto posible.— ambos hombres se dieron un firme apretón de manos.— Lee, acuérdese que tiene que volver a clase en diez minutos. No vuelva a llegar tarde.

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora