seis.

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—¿Y quién te dio permiso para quedarte en casa? Porque que yo recuerde, no dije eso en ningún momento.

La muchacha estaba apoyada en el marco de la puerta del dormitorio de DongHyuck. El chico trataba de abrocharse la blanca camisa del uniforme con prisas.

—Dijiste que no me relacionara con el profesor.— exclamó, haciendo que su prima frunciese el ceño, dejando ver las suaves arrugas en su frente de las que siempre se quejaba.

—¡No me refería a que no fueses a la escuela! ¿Acaso si ves a ese hombre te le vas a echar encima o qué?

—¡El problema es justo ese!— exclamó el chico, abrochando el último botón de su camisa y corriendo hacia el baño para arreglarse.

—Santo cielo, Hyuck.— Haseul estaba enfadada.— Pues no es mi problema, si molestas a ese hombre y decide denunciarte, atente a las consecuencias. Y ten por seguro vas a ir a ese maldito instituto, ¿me oyes? — DongHyuck gritó en respuesta.— ¡A mí no chilles!

—¡Pues cállate!

—¡Cállense ambos!— exclamó la anciana mujer desde la planta baja de la casa.

—¡Despertaste a la abuela!— exclamó DongHyuck saliendo del baño con el rostro algo mojado tras haberlo lavado.

—¡Pero si ha sido tu culpa, pedazo de inútil!

—Inútil dice...— murmuró aproximándose a dónde estaba Haseul.— Apártate, me voy.

La chica se apartó de la puerta, observando a su primo con furia. Su sangre estaba ardiendo, y roja de rabia se marchó dando pisotones antes de que DongHyuck tuviese oportunidad de decir algo.

El muchacho maldijo por lo bajo y se dispuso a bajar las escalinatas a toda prisa. Tenía menos de quince minutos para llegar sano y salvo a clase.

Tenía suerte pues tenía una parada de bus a escasos dos minutos de su casa. Emprendió el camino corriendo por las transitadas calles de Seúl hasta llegar a la parada, dónde varias personas esperaban.

Observó a una joven que llevaba el mismo uniforme que él. No la conocía, dudaba haberla visto alguna vez en su vida. La chica giró el rostro al notar la potente mirada del chico sobre ella, encontrándose así al pelinaranja.

—¡DongHyuck!— exclamó, metiéndose entre varios cuerpos de personas para llegar a dónde estaba el muchacho. DongHyuck se sorprendió de que aquella chica supiese su nombre, pero él siempre había sido social, por lo que casi todo el mundo parecía conocerlo en el instituto, además después de los últimos sucesos parecía que se había vuelto famoso.— También llegas tarde.

—Demasiado tarde.— rectificó. La joven asintió, mirándo su dorado reloj de mano.

—De todas formas, ya sabes que el señor Chang nos dejará pasar.— comentó. Cierto, pensó DongHyuck, pues el joven conserje siempre empatizaba con los alumnos que llegaban tarde. Para ser honesto ya le había sucedido más de una vez aquello de no llegar a la hora.— Aunque dudo que entremos a las primeras clases. ¡Por suerte la cafetería está abierta! ¿has desayunado?

DongHyuck negó lentamente. Aquella chica tenía muchísima energía, incluso más que él mismo, y eso ya era mucho decir.

—Podemos deayunar juntos en la cafetería, total, no tengo nada más que hacer...— murmuró.

—No quiero sonar grosero, pero es que no te conozco de nada.— admitió el pelinaranja afianzando el asa de la mochila que colgaba de su hombro. La otra asa había resbalado del brazo del muchacho en mitad de la carrera hacia la parada y allí había quedado.

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora