trece.

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— ¡JinSol!,— gritó mientras perseguía a la muchacha por los vacíos pasillos del instituto. Hacía tiempo que habían dejado atrás al docente Lee, y aún así la muchacha no había dejado de correr— me cago en todo, ¡que dejes de correr!

Hacía apenas unos minutos, justo al escuchar el agudo grito de la rubia cuando entró al aula, DongHyuck había saltado de la mesa y seguido a la chica, que salió despavorida del aula. El mayor de los tres ni siquiera se molestó en hayarse sorprendido, tan solo suspiró una vez comenzó a oír los gritos de los adolescentes por el pasillo. Confió en el pelinaranja de forma ciega, esperando que lo solucionase con su amiga.

La chica paró en seco, justo frente a una hilera de taquillas que le impedían el camino. DongHyuck percibió tarde que la chica había cesado de correr, por lo que estuvo a punto de darse de bruces contra el suelo cuando sus pies no supieron frenar rápido.

— Escúchame.— suplicó el pelinaranja casi sin voz, agotado de haber corrido por casi tres minutos seguidos.

— ¡No!, ¿qué mierda me vas a decir? Era muy obvio lo que estábais haciendo.— exclamó  la muchacha con los puños apretados, algunas lágrimas asomándose en sus oscuros ojos.

— Entonces... Vale, espera, espera, ¿por qué mierda te enfadas?

La chica lo observó con el ceño fruncido.

DongHyuck había vivido junto a su prima casi un año entero, y se había acostumbrado a sus lloriqueos y rabietas sinsentido. Anterior a eso, vivió toda su vida junto a su madre y su hermana menor, que si bien no eran tan mandonas y cascarrabias como Haseul, también actuaban de vez en cuando como niñas pequeñas. DongHyuck odiaba admitirlo, pero él también era así la mayoría del tiempo, y odiaba aquello. Pero odiaba aún más admitir que, sin duda, él había hecho más rabietas que las tres mujeres juntas.

— ¡No estoy enfadada!— exclamó la fémina, sus finos labios apretados.

DongHyuck la miró, sin decir ni una palabra, pero dándole a entender que no creía ninguna de sus palabras.

— ¡Va en serio! Es que,— agarró con su palma la camisa que portaba, clavando las largas uñas en la tela y pasándosela por los ojos dramáticamente.— esto no es justo.

La blanca manga de la camisa se ensució levemente con sobra de ojos, los tonos pastel incrustados sobre la tela. JinSol bufó al verlo.

DongHyuck entonces cayó en la cuenta, ¿por qué no le parecía justo?

— No será que...

— ¡Vas a aprobar la asignatura y yo no!— lloriqueó, pasando de nuevo el puño de la manga por sus ojos, ya no dándole importancia a que su maquillaje se fastidiara con tal de apagar las lágrimas que le quemaban los ojos.— DongHyuck, no es justo, tú vas a pasar de año, y yo...

— Eh, JinSol—

— Y no vale, por que tú eres idiota.— dijo con su voz poco a poco volviéndose más aguda. DongHyuck arqueó una de sus cejas, algo ofendido. Joder, él se esforzaba. A veces.— Y yo estudio, ¡de verdad que lo intento! Pero la profesora Kang es tan estricta... Y entonces me encuentro con esto... Pero no puedo hacer nada, tengo que quedarme con esa maldita profesora mientras vosotros dos—

— No lo digas, alguien podría escucharlo.

— ¡Por Dios, aquí no hay nadie!— chilló. Pero aún así, no dijo nada del tema, tan solo miró sus zapatos y resopló.— Sabes que te va a aprobar por la cara, ¿no? Eso es lo que más me jode, Hyuck.

El pelinaranja se acercó a ella, y tan solo dando tres cortos pasoa estuvo frente a ella, encarando la cortina de pelo claro que los separaba.

— Dudo que lo haga, más bien me odia.

JinSol levantó la cabeza, encarando los brillantes ojos del muchacho. Con su fina mano, retiró los mechones de pelo que habían quedado en su rostro.

Entonces lo abrazó. Si bien DongHyuck no era lo que se dice alto, era un poco más crecido que ella, por lo que la chiquilla de cabellos dorados tuvo que elevarse sobre las puntas de sus pies, y dejó su frente caer en el hombro del muchacho. Sus pálidos brazos abrazando su cintura.

— Te odio tanto.— murmuró. El sonido de su voz quedó ahogado por el cuerpo del muchacho. Fue entonces cuando DongHyuck supo que JinSol nunca lo había odiado, y que él tampoco la odiaba a ella, por muy bruta que fuese. Era algo raro para decirle a alguien mientras lo abrazabas, de todos modos. Después de unos segundos, DongHyuck dejó que sus brazos rodearan los huesudos hombros de la chica. Honestamente, nunca pensó que se vería algún día abrazando a Jung JinSol. Prácticamente habían vivido casi un año peleando sin ton ni son.— Sabes que el señor Lee no te odia de verdad, ¿no?— dijo de pronto, en un susurro.

— Calla.— murmuró el de piel tostada.

— Ugh, eres tan horrible.— contestó, apretando sus uñas de porcelana en la ropa del contrario, que sintió los leves pinchazos en su espalda baja.— Y tonto.

— ¿Podrías dejar de herirme el ego?— cuestionó DongHyuck, y para su sorpresa, la de menor estatura soltó una risilla ahogada. Entonces levantó la cabeza del cuerpo contrario, para mirar al pelinaranja con el ceño fruncido.

— No me he reído, era tos.

DongHyuck hizo su mejor esfuerzo para tapar su sonrisa mientras la rubia se desenganchaba del momentáneo abrazo.

— Vas a venir al bus, o...

DongHyuck no pudo ocultar su sorpresa. Puso aquella cara de idota que ponía siempre que algo lo pillaba desprevenido, con sus carnosos labios en forma de o y sus ojos parpadeando repetidamente.— Sí, ehhm, sí, claro. Pero tengo que ir a por mis cosas.

— Espero por tí cinco minutos, si tardas más me piro.— amenazó con su dedo índice clavándose en el pecho del contrario.

— Está bien.— contestó. La chica asintió, seria como siempre, pasó junto al chico para marchar a la puerta de salida.— Oye, JinSol,— la llamó. La chica giró sobre sus talones para encarar al chico, ahora varios pasos alejado de ella.— ¿no te chivaras de lo que viste?

— No lo contaré si tú no le dices a nadie que te he abrazado.— dijo contorsionando su delicado rostro para convertirlo en una mueca de asco tras decir las últimas palabras. Entonces, la chica siguió su camino y marchó hacia la salida.

DongHyuck regresó prácticamente corriendo hacia el aula donde habían estado hacía apenas diez minutos, pero para cuando llegó no había ni rastro del profesor. No le dió demasiada importancia y recogió su mochila antes de salir a paso rápido a la salida en búsqueda de la chica de sus pesadillas.

Unos cuantos pasillos más alejado, el docente recogía de entre su casi vacía papelera un pequeño papel garabateado con una serie de números.









kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora