veintitrés.

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— ¡Yukki, Yukki, Yu—

— Qué quieres, pesado.— cuestionó el de cabellos oscuros, sin levantar la mirada del libro de texto que tenía frente así. Fue así hasta que sintió la calidez en su espalda, el tierno abrazo que le estaba dando DongHyuck. Entonces lo miró perplejo.— Hey, estás contento.— comentó al ver la deslumbrante sonrisa del chiquillo.

— Sí, mucho.— chilló el menor, besando sonoramente la mejilla del alto, que pintó una gran sonrisa en su rostro.— ¿Quieres que te lo cuente?

— Lo vas a hacer igual, así que...

— Mark se disculpó, o algo así. No lo sé, es que no se callaba y no dejaba de quejarse.— comentó.— ¡Pero fue tan bonito!

— ¿Qué cojones?

— Lo sé, ¿verdad? Y es un poco raro que me fuese a buscar a mí casa.— DongHyuck miró al alto con los ojos abiertos como platos.— Ahora que lo pienso, qué mal rollo.

— No idiota, los profesores tienen documentos de todos los alumnos, ahí pone dónde vives y todo.— salvó rápidamente el mayor, sin dudar ni un segundo.

Lol.

— No digas lol cuando hablas, es raro.

— Deja de regañarme, capullo. Encima que te vengo a contar mis movidas.— se quejó el menor, cruzándose de brazos. YukHei rió.— Bueno, que me pidió una cita, lol.

— ¡Para!

— ¡No!

YukHei bufó. Después volvió a mirar al otro joven, que se reía como si no hubiese un mañana.— Bueno, que me alegro por tí, peque. Te lo mereces.

DongHyuck entrecerró sus ojos, que brillaban como el sol, antes de lanzarse de nuevo a besar el rostro del mayor mientras daba pequeños grititos de alegría.

— Ay, qué mono eres.— dijo cuando se le pasó el repentino ataque de mimos, sentándose en la silla al lado de su amigo. Se arrimó a la mesa en la que yacían los materiales escolares del castaño, agarrando entre sus manos la libreta de inglés garabateada. En cuanto DongHyuck se dio cuenta de que era una libreta de su asignatura menos favorita, la tiró de nuevo a la mesa con una mueca de asco.

— ¿Cuándo dices que es la cita?

— El sábado.— DongHyuck agarró uno de los lápices del estuche del mayor y se puso a dibujar en la libreta. Tras hacer varias líneas aleatorias, algo pareció rondar su cabeza. Soltó aprisa el lápiz, mirando entusiasmado a YukHei.— ¿Me ayudarás a elegir la ropa?

— Nah, pídeselo a tu prima. Ella tiene buen gusto.— contestó el mayor, aburrido.

DongHyuck lloriqueó.— Pero me va a mandar a la mierda.

.  .  .

— No, vete a la mierda.— contestó la fémina tras escuchar la sugerencia del pelinaranja. La muchacha echó a correr por el pasillo de la casa.

— ¡HaSeul!— exclamó el de piel bronceada, siguiendo a su prima pocos pasos por detrás. La chica, aún así, caminaba muy rápido. DongHyuck temía que en cuanto la mayor pisara su dormitorio, le cerraría de un portazo en la cara y no le vería el pelo en lo que quedaba de día.

— Págame y te ayudo.— la muchacha paró de golpe a mitad de pasillo, sobresaltando a DongHyuck ante la repentina acción.

— ¡HaSeul, no seas rata!

— Rata tú, hijo de—

— Venga, tata.— suplicó el menor. Trató de poner aquella cara que sabía que ablandaba el corazón de todos. De todos menos el de HaSeul, parecía ser.— Solo tengo sudaderas, y no sé combinar una mierda.

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora