veintiuno.

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El timbre de la casa sonó.

Una despistada muchacha estaba bastante ocupada en el baño.

Una anciana que descansaba en un sillón de la salita de estar mientras hacía ganchillo se asustó al escuchar el estruendoso ruido.

La mujer se levantó despacio del amplio sillón, dejando de lado los hilos y ganchos que estaba usando para tejer una rebeca. Caminó hacia la puerta de entrada, que para alivio de la mujer, no estaba muy lejano a la sala de estar. Observó por la mirilla, esperando que fuese su nieto, que como muchas otras veces se habría olvidado las llaves de la casa. En cambio, y a pesar de no llevar las gafas puestas y no ver muy bien, se encontró con la imagen de un hombre joven al que no conocía.

La anciana abrió la puerta.— ¿Quién es usted?

Ahora que veía al muchacho frente a sí, lo observó mejor. Era un hombre, joven y apuesto, con una tímida sonrisa colocada en su rostro. Tenía el pelo alborotado, y la mujer sintió unas fuertes ganas de repeinarlo con sus pequeñas manos, pero se contuvo. A pesar de su cabello despeinado, llevaba buena ropa; formal. Parecía cómodo en ella, debía estar habituado.

El hombre se inclinó antes de presentarse.— Soy profesor de Lee DongHyuck, si no me equivoco él vive aquí, ¿no?— la mujer asintió con una sonrisa.— Mi nombre es Mark Lee.

— Oh, no sabía que vendría.— comentó la anciana, tapando su boca. Si lo hubiera sabido, se habría arreglado un poco más. Aún así, la mujer siempre iba coqueta, con vestidos y sus labios siempre pintados de un tono carmín, aún para ir por su propia casa. Aquello parecía ser algo que habían heredado sus nietos también, junto con una actitud social y jovial.

— Creo que su nieta lo sabe.— contestó avergonzado.

— Puede ser, es muy despistada, se olvidaría de decírmelo.— rió la mujer, agitando su mano en el aire.— Pase, por favor, pase.

El joven, aún algo tímido, entró a la gran casa, despojándose de un abrigo que llevaba colgado del brazo. Después, siguió a la señora de la casa, que le indicó que se sentase en uno de los sofás y se pusiera cómodo.

La mujer salió de la habitación, escusándose con que prepararía café. El hombre insistió en que no era necesario, pero la anciana lo miró con sus casi despobladas cejas fruncidas. Parecía que tenía mal genio, como el joven Lee.

En aquellos minutos de abandono, se permitió observar la casa, o al menos todo aquello que podía ver sin salir de la habitación. No querría parecer un cotilla. Había fotos y cuadros por doquier, sobre todo fotografías de una joven pelinegra. Debía ser la prima de DongHyuck, de la cuál ya había oído hablar anteriormente. Había alguna que otra foto de DongHyuck, pero hubo una que le causó especial curiosidad. En ésta, DongHyuck aparecía en la playa, pero esta vez estaba acompañado de una muchacha, que se parecía mucho–demasiado– al chiquillo, estaban rebozados en la arena, sonriendo ampliamente. Debía de ser una foto antigua, como mínimo de hacía un par de años, pues ambos niños de la foto se veían pequeños. Estaba convencido de que la niña era su hermana, aunque DongHyuck nunca la mencionó.

— Mientras se prepara la cafetera, le haré compañía.— anunció la anciana, regresando a la sala de nuevo. Se sentó en el sillón en el que antes había estado haciendo ganchillo.— Dígame, ¿de qué quería hablar con mi nieto?, ¿es por sus notas?

— Oh, no, no. No se preocupe, no es nada malo. Aunque si quiere hablar de sus notas,— la mujer prestó extrema atención.— creo que el señor Lee debería aplicarse más.

— Comprendo.— murmuró la anciana, asintiendo lentamente.— Es difícil para mí controlar sus estudios, pero trataré de hablarlo con él.

— Eso sería perfecto. De cualquier forma, no debe preocuparse. Hace un par de semanas me ofrecí a darle clases particulares de inglés, y se vio bastante reflejado en la nota de su último examen.

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora