veintidos.

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— Mark, yo— un casto beso fue depositado en su boca. DongHyuck sonrió, y recibió otro beso más.— Escúchame, hombre.

— No, no, déjame besarte todo entero.

— Hostias.

El mayor lo acalló con otro beso, esta vez uno más profundo, que dejó al pelinaranja suspirando por más. El más joven se agarró con fuerza a los hombros contrarios mientras cerraba los ojos a la espera de otro beso. En cambio, sintió la delicada presión de los labios ajenos sobre su mejilla. Gimoteó contrariado.

— No seas bebé.— susurró el castaño ante los lloriqueos del joven. Este último le propinó un golpetazo en el hombro, a lo que Mark rió, escondiendo su sonriente rostro en el caliente cuello de DongHyuck.

— Hey, ¿aún no os habéis matado?— preguntó una fina voz tras la puerta. Antes de que ambos chicos pudiesen reaccionar la puerta ya había sido abierta, dejando ver el desconfiado rostro de HaSeul.— Oi, ¿estábais follando?

DongHyuck gritó. Mark se hizo el muerto.

Se había dejado caer completamente sobre el menudo cuerpo de DongHyuck, chafándole y haciendo que otro gritito saliese de los labios del menor.

Era cierto que habían sido descubiertos en una posición compremetedora. Mark estaba totalmente encima de él, tirados en la cama, pero bajo ningún concepto estaban haciendo cosas indebidas. ¡Y llevaban ropa! Sin duda iba a matar a HaSeul por esto.

La muchacha tardó poco en cerrar la puerta, abochornada. Se fue derechita a su propia habitación, dando gracias de que estuviese lejana a la de su primo, para al menos no tener que escuchar lo que fuera que hacían o iban a hacer.

DongHyuck estaba que iba a llorar, y lo peor es que el castaño se estaba riendo de lo lindo frente a él.— Deja de descojonarte en mi puta cara, te odio, te odio.— chilló.

Nunca había sentido tanto calor en su rostro. Sus ojos estaban acuosos, y no dudaba que en pocos segundos comenzarían a caer pequeñas gotitas saladas de ellos. Él estaba muy consciente de que esto no era lo más vergonzoso que le había pasado en la vida. De hecho, ojalá lo fuera. Aún así, nunca había sentido tanta vergüenza como ahora, quería salir corriendo y nunca volver.

No entendía por qué estaba actuando así. Retuvo las ganas de auto pegarse un tortazo.

— No llores, no llores.— suplicó Mark en cuanto vio el rostro lloroso del menor. Volvió a mantener su peso con sus antebrazos, mientras uno de sus pulgares secaba las lágrimas que se escurrían por las mejillas contrarias hasta llegar a su fino cuello.— Eh, no pasa nada.

Besó el sonrosado moflete del pelinaranja.

DongHyuck agarró uno de las almohadas que decoraban la cama y se lo estampó contra la cara antes de chillar. El mayor agradeció haberse apartado justo a tiempo, si no se hubiera llevado un buen golpe con el almohadón. El chiquillo apretó entre sus manos el blando material antes de volver a gritar contra él.

— Eh, Hyuck, tranquilo, no es para tanto.— ante las calmas palabras del adulto, DongHyuck apretó con más fuerza el objeto contra su rostro. Mark agarró también el almohadón y estiró. Forcejeó unos segundos antes de darse por vencido.— Suelta eso, nene.

DongHyuck habló contra la almohada. Debía de estar muy apretujada contra su rostro para que no se le entendiera nada.

— No se te entiende.

— He dicho que no.— repitió, esta vez dejando de forzar contra su dulce cara la almohada.

El castaño aprovechó el momento para arrebatarle la mullida almohada de las manos, antes de tirarla lo más lejos posible. DongHyuck pataleó histéricamente antes de agarrarse a los brazos impropios.

kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora