veinte.

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— ¿Qué te pasa?— susurró la mujer que pasaba al costado de DongHyuck. El muchacho agachó la cabeza, observando sus manos entrelazadas sobre su regazo.— Si estás enfermo...

— Tata, tengo el corazón roto.

La muchacha lo miró con los ojos tan abiertos que parecía que pronto se le saldrían. Se acercó al pelinaranja despacio, para sentarse a su lado en el amplio sofá. La chiquilla de cabellos oscuros se aclaró la garganta.

— Es lo que creo que...

— Sí, ha sido el profesor.— dijo cuando la chica no supo cómo continuar la oración. HaSeul le palmeó la espalda un par de veces antes de dejar reposar su mano allí.

— Hyuck, sabes que no soy buena en este tipo de cosas, pero,— la joven suspiró.— puedes contármelo, porque entiendo cómo puede pesar en el pecho un corazón roto.— Observó a su primo, que permanecía con la cabeza gacha. Este asintió. Entonces levantó la vista hasta posarla en el apenado rostro de la chica.

— ¿Puedo abrazarte?— preguntó el menor, y antes de que pudiese alargar los brazos para hacerlo, ya estaba siendo rodeado por el menudo cuerpo de HaSeul. DongHyuck no se había dado cuenta de que unas silenciosas lágrimas habían comenzado a recorrer su tostado rostro.— Necesitaba esto.

— Y yo.— murmuró la mayor, tan flojo que había parecido un espejismo. DongHyuck apretó su agarre sobre la cintura de la chica. No supo cuánto rato permanecieron así, pero no se le habría ocurrido una mejor forma de dejar pasar el tiempo.

.  .  .

— Señor, no quiero ser yo quién se lo diga, pero está siendo un poco obtuso.

El hombre miró al muchacho que acababa de entrar por la puerta de su despacho.

— Señor Wong, me ofende un poco.

— Perdón.— el alumno se rascó la nuca antes de tomar asiento en la silla frente al escritorio sin haber sido invitado a ello. Mark dejó de teclear en su portátil y lo apartó, dejando un espacio libre en el escritorio, donde acomodó su brazos cruzados.— Pero tengo razón.

— ¿Qué quiere?

— Hablar,— contestó.— con todo el respeto, profesor. Pero, bueno, imagino que sabe de lo que quiero hablarle, y creo que está usted muy equivocado.

— Elabore.— pidió el adulto. Se acomodó en su silla, apoyándose en el respaldo y cruzando sus brazos sobre su pecho, preparado para escuchar lo que el muchacho tenía para decir.

— DongHyuck no le mintió.

— Entiendo que quieras defenderlo, es tu amigo al fin y al cabo, pero aunque te creyese esto no tiene arreglo.

— No le estoy diciendo que tenga que corresponder los sentimientos de Hyuck, porque puede que usted no se sienta igual que él, y eso es totalmente comprensible. Ahora, lo que no puedo soportar es que haya tratado tan mal a mi amigo.

— Te ha mandado a hablar conmigo, ¿verdad?— cuestionó. El alumno negó rápidamente.

— Es muy orgulloso, ni loco me pediría eso. He venido por mí cuenta, para reclamarle que está actuando infantilmente.

Se hizo el silencio en la habitación. YukHei se mordió la lengua para no hablar más de la cuenta cuando el profesor lo miró, sus ojos melancólicos y brillantes le dijeron más de lo que le habían dicho las palabras del hombre.

—Mira, YukHei.— comenzó el adulto. Sus ojos estaban fijos en los del alumno. Una triste sonrisa se pintaba en su rostro.— Te seré honesto, ese chico, DongHyuck, es un sol. Y ha calado profundo en mí y en mi vida.

— ¿Entonces...—

— Pero debes comprender una cosa,— lo interrumpió.— no puedo aceptar sus sentimientos. No porque no quiera, sino porque no puedo.

— ¿Se da cuenta del sinsentido que está diciendo? Lleva un tiempo haciendo esto con Hyuck, ¿qué diferencia hay ahora que ha confesado lo que sentía?

— Veo la lógica, chico, pero entiéndeme. Si aceptara esto, DongHyuck pediría más, y yo no puedo darle más.— explicó. Despegó los brazos de su pecho para devolverlos de nuevo a la mesa.  Enredó sus dedos entre sí.— No creas que no me parte el alma verlo enfadado conmigo. Pero al mismo tiempo, es lo mejor.

— Qué especie de masoquismo es este.

El docente rió débilmente.

— Comprendo lo que quiere decirme, pero, en mi opinión, creo que podría decirle usted esto mismo a DongHyuck.— murmuró.— Él lo entendería.

— Estoy casi seguro de que intentaría buscarle una solución, y créame, no hay ninguna solución factible.

— Bueno, eso de que intentaría solucionarlo es verdad, pero... No creo que no haya ninguna solución.— finalizó el joven. El profesor pareció meditarlo, pero tras unos segundos negó.

— De todas formas, está enfadado conmigo.

Ambos se miraron fijamente durante unos segundos, antes de que el menor se levantase de la silla.— Déjeme ayudarle, por favor. Al menos arregle las cosas con Hyuck, odio verlo así.

— ¿Tan mal está?

— Le ha dejado bastante tocado, diría yo.

.  .  .

tú:
Haseul, el profe de Hyuck va a las cinco.

haseullll ❤️❤️😔:
yukhei, k???

tú:
ayúdame 🙏🙏

tú:
va a ir a hablar las cosas bien, ya has visto como está hyuck. así solucionan todo esto.

tú:
simplemente no le digas a hyuck q el profe irá.

haseullll ❤️❤️😔:
peroperopero

haseullll ❤️❤️😔:
necesito una explicación.

tú:
te llamo, contesta la llamada.

haseullll ❤️❤️😔:
okkk.

.  .  .

El teléfono sonó un par de veces antes de que la chica contestase.— ¿Qué coño has hecho, Wong?

— Hablé con el Señor Lee. Ha decidido ir a hablar con DongHyuck.— explicó el muchacho a través del teléfono. HaSeul asintió, a pesar de que el otro no podía verla.— ¿Sabes? Ese hombre también tiene sentimientos por el peque.

— Sí, sentimientos de odio.— rió la pelinegra. Pasó una página de la revista de moda que había estado leyendo antes de recibir los mensajes.— De todas formas, DongHyuck no está en casa.

— ¿Qué? Joder, justo hoy tenía que salir.— se lamentó el joven.— Bueno, pues lo llamo y me invento algo para que vaya a casa.

— Ni lo intentes.— contestó la chica, desviando la mirada de un bonito vestido floral que ocupaba media página de la revista para mirar el teléfono de su primo, que reposaba en la mesita del salón.— Se lo ha dejado en casa.

— No hay forma de que avise al profesor, tampoco.

La línea quedó en silencio. La primera en romperlo fue la muchacha.

— No pasa nada, yo estaré en casa. Cuando llegue el tal Lee, lo entretendré hasta que Hyuck se digne a venir.

YukHei vitoreó y chilló, por lo que HaSeul tuvo que apartarse el móvil de la oreja para no quedarse sorda. Estaba casi segura de que el adolescente se había puesto a bailar también.

— ¡Eres una diosa, HaSeul!— exclamó. Se aclaró la garganta antes de continuar.— Oye, me preguntaba si querrías que—

— ¡Tengo novio!— y dicho esto, la mayor finalizó la llamada.



kiss the teacher ;;ᴍᴀʀᴋʜʏᴜᴄᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora