🦋 | c a t o r c e | 🦋

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–Quiero entrar papá... por favor... –Dije a modo de súplica.

–No hija, son temas del club. Espera aquí –Ordenó mi papá mientras entraba al gran gimnasio.

Bufé frustrada y me senté en la acera de brazos cruzados y como indio. Pensé un poco en qué podría hacer en esta hora y media -y más- que tenía de espera. Mi mente brilló tanto en el momento que hasta me encandilé a mi misma con la idea que tuve. Me levanté del sucio suelo y sacudí mi ropa, quitándole restos de polvo y demás mugres que había; me encaminé a la casa de la señora que me explicó cómo afrontar mi adolescencia sin una madre y hermanos verdaderos. A casa de mi única familia verdadera.

–¡Jae Bi! ¡Mi niña! Pasa pasa que hace frío y te vas a enfermar cielo –Pronunció con mezclas de emociones en su voz mi abuela.

–Hola Noona, tanto tiempo sin vernos... –Sonreí.

–Lo mismo digo cielo, tu abuelo está en la sala jugando al solitario... ve a jugarle una ronda de carioca mientras termino de hacer las galletas –Ordenó mi abuela mientras me empujaba hasta la pequeña sala de la pequeña casa.

No era muy grande que digamos, pero me gustaba. Tenía dos habitaciones ya que una era de mamá y la otra es de mis abuelos, un baño, cocina compartida con el comedor, una pequeña sala y un pequeño patio que es el pasatiempos de mi abuela, además de la cocina. Mi abuelo siempre está leyendo, jugando al solitario o tocando el piano. Recuerdo que cuando me quedé aquí las dos semanas, tocaba una melodía que me ayudaba a dormir por más que haya tenido quince años. Dijo que un día iba a enseñarme a tocarla, cuando me quede más tiempo. Entré en silencio al acogedor salón y me senté al lado de mi abuelo, él sonrió cuando me vio y me abrazó como siempre lo hizo.

–¿Cómo estás Yogmang? –Preguntó mi abuelo con su clásico amor y acento de Busan. Yogmang es deseo en coreano, me dice así desde que llegué aquí, ya que llegué a la velocidad de la luz a sus vidas, como un deseo.

–Muy bien abuelo, ¿y tú? –Respondí mientras me separaba y levantaba a buscar las cartas de truco.

–He estado más aburrido, pero muy bien... ¿qué estás buscado Yogmang? –Dijo mientras se levantaba de su cómodo sillón.

–Las cartas de truco, ¿jugamos unas rondas de carioca? –Pregunté animada– Tengo tiempo hasta que me llamen.

–Nada de andar haciendo berrinches si pierdes niña, te lo advierto –Contestó en tono gracioso.

Me senté frente a él, mientras mezclaba las cartas rápidamente. Una vez que cortó repartí la cantidad justa para ambos y puse en el centro de la mesa el mazo con cartas.

–Dos escaleras y un pie –Dije segura.

–Muy bien, ¿recuerdas el puntaje? –Preguntó mientras tomaba un bolígrafo y una libreta de no sé dónde. Tal vez es mago... ¿y si mi mamá en vez de morir se fue a Hogwarts? Tal vez... pero eso significa que yo también tendría que ir a Hogwarts... ah, ya sé qué sucede y porqué nunca llegará mi carta, no quieren que sobrepase la inteligencia de Hermione Granger... obviamente.

–No, anota tú. Tengo memoria a corto plazo –Dije mientras reía.

Comenzó la jugada tomando una carta del mazo y ordenándola en su mazo de cartas para luego dejar una. Repetí la acción y luego él. El juego siguió hasta que saqué una carta y bajé las que tenía en la mano, la escalera de diamante, de trébol y el pie de dieces. Corté con la única carta que tenía y sonreí.

–Muy buena jugada niña, la siguiente no ganarás –Dijo con su clásico tono de juego.

Estuvimos el tiempo necesario hasta que terminó la partida... ganó él por varios descuidos míos, todavía no sé jugar muy bien al carioca, pero me agrada jugarlo con mi abuelo, ya que cada vez voy aprendiendo más trampas. ¿Qué creían? ¿Que mi abuelo no era tramposo? Cuéntenme otro chiste. Apartamos las cartas cuando mi abuela llegó con las galletas de frambuesa con chispas blancas y de vainilla con chispas de leche. Y un vaso de la misma para mi, ya que las remojo en este... ¡son deliciosas! No es mi culpa.

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