🦋 | t r e i n t a y u n o | 🦋

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–¡Mira esto! ¡Y esto! ¡Debemos llevar estos! ¡Y mira este! ¡Combina a la perfección con tu apariencia tierna! –Dije alzando un gorrito que si apretabas unas patitas levantaba las orejitas.

–No soy tierno. Sólo confundes mi trato hacia ti como algo tierno.

–¿Pues cómo crees? Claro que no. Bien, llevaremos esto, y esto, y este también. Ah, y este. Papá me dio una tarjeta ilimitada... o eso quiero creer.

Salimos con muchas más bolsas encima y nos dirigimos a McDonald's ya que eran las nueve, un horario perfecto para comer. Aunque siempre es un horario perfecto para comer. O eso me dijo Jin. Dejamos todas las bolsas al lado de la mesa y nos sentamos en estas luego de pedir las hamburguesas.

–Entonces... dijiste que ya cumpliste años... ¿cuándo los cumpliste? –Pregunté buscando entre las bolsas su regalo.

–Los cumplí el nueve del mes pasado.

–¿Nueve de marzo del noventa y cinco? –Negó– ¿Noventa y seis? –Asintió– ¡Nos llevamos cuatro años! Yo este año cumplo diecinueve.

–¿Cuándo? –Preguntó sin mucha emoción.

–Cumplo el doce de octubre... un día antes que Ji Min.

–Mucho más odio por su parte, ¿verdad?

–En realidad no, él recibe más regalos que yo. Sólo recibo por parte de Chan, papá, Han, Felix, Seung Min, Soo Bin, Hyun Jin, y Jin. Ji Min recibe por parte de casi toda la Uni, mamá, papá, Chan Yeol, los abuelos, tíos, primos y más...

–Eso es realmente injusto.

–Lo sé. ¡Mira! ¡Trajeron nuestras hamburguesas! Ya tenía hambre –Exclamé intentando cambiar rápidamente de tema.

Yoon Gi se dio cuenta enseguida y negó con una sonrisa– Me encanta la facilidad y rapidez con la que cambias de tema.

–Hay ciertas cosas de las que nunca quisiera hablar... es sólo eso.

–Hm... pues estas hamburguesas están deliciosas.

Sonreí cuando sentí como también quería cambiar de tema. ¡PERO QUÉ NIÑO MÁS TIERNO!

ஐஐஐ

–¡Por favor! ¡Debo ver cómo te quedan!

–No. No son de mi agrado, creí que las habías comprado para Jin y para ti, no para mi y para ti.

–¡Pero estas orejitas son tan tiernas! ¡Pruébatelas!

–Cuando lleguemos al edificio –Dijo luego de minutos y minutos de súplica.

Las orejitas que nos había comprado eran súper tiernas, y él no se las quería probar. Maldito insensible. Luego de un par de minutos más llegamos a mi edificio. Prácticamente lo obligué a entrar para que se pruebe las orejitas. Fuimos directamente a mi habitación y saqué enseguida los gorritos.

–¡PERO MÍRATE QUÉ TIERNO! ¡ERES TAN BEBÉ!

–Sí ajá, ya viste como me quedaba, déjame quitá- ¡OYE!

–Sí ajá, ya viste como me quedaba, déjame quitá- ¡OYE!

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