Capítulo 11.

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Disclaimer:

Las obras de Harry Potter ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. Sólo es de mi autoría la trama de esta historia y no autorizo su publicación, entera o parcial, en otro sitio sin mi consentimiento.

Advertencia: Hoy ingresa un nuevo personaje, a ver qué les parece  (insertar una risa siniestra).

Capítulo 11.

El sábado llegó, Draco y Luna no habían establecido ningún hábito para ese día, ni tampoco para los domingos, puesto que no tenían clases.

Esa mañana Luna decidió desayunar en su mesa de Ravenclaw.

Un apuesto muchacho de cabello rubio-rojizo vestido con los colores azul y verde se aproximó al lugar en donde Luna estaba y se sentó a su lado.

—Hola —la saludó el apuesto muchacho—.

—Hola —respondió la pequeña rubia, algo distraída y sorprendida porque alguien de su casa le hablaba, situación que era muy poco frecuente—.

—Soy Chris McKinley, el otro prefecto de Ravenclaw ¿recuerdas?

—¡Sí, claro! —contestó, no lo había olvidado, simplemente estaba distraida—. ¿Has tenido problemas con tus rondas? ¿O le sucedió algo al pequeño Colin?

—No, claro que no. Pero pronto haremos las rondas juntos, McGonagall cree que es mejor así. Te avisaré cuando sepa los horarios.

—De acuerdo, gracias, eres muy amable.

—Pero no es por eso que me he acercado a ti —aclaró el muchacho al notar que ella creía que eso era todo—. Supe que has estado ayudando a Colín con sus tareas y quería agradecértelo.

—De nada, Theodore Nott también ha estado ayudándolo, es lo que hacemos en las clases de apoyo.

—Si lo sé, pero él te admira a ti, y Harry Potter claro. Es por eso que te traje un presente, es muy importante para mí que dediques tu tiempo a enseñarle a mi pequeño primo —dijo el joven tendiéndole un paquete pequeño y prolijamente envuelto—.

—Muchas gracias —dijo Luna con simpatía al tomarlo con emoción—  ¿Qué es? ¿Puedo abrirlo? —preguntó Luna curiosa y emocionada con su paquete, orgullosa de que sus clases hubieran sido de ayuda—.

—Ábrelo, son varitas regaliz y chocolate. Espero que te gusten.

—¡Oh! Me encanta, adoro el chocolate —dijo muy alegre ella—.

Luna abrió el paquete y le ofreció una a su compañero de casa.

—Gracias y lamento no haberme presentado antes contigo —el joven agacho un poco la cabeza al disculparse educadamente—. Colín tenía razón, eres muy amable. No debí hacer caso a los comentarios de otros alumnos.

—¿Te refieres a los que dicen que estoy loca y visto raro? —el chico abrió la boca sorprendido de que ella lo tomara tan a la ligera, pues justamente esa había sido la razón para no hablarle antes—. Los he oído, pero no me preocupa. Todos somos diferentes y tenemos distintas ideas. Yo, por ejemplo, creo que existen muchos animales mágicos sin descubrir.

Desde la mesa de Slytherin un par de ojos grises observaba la escena con un rostro imperturbable.

—Draco te estoy hablando, sería educado que me escuchases.

—No fastidies Blaise.

Ante la respuesta de su amigo, Blaise siguió con sus ojos la trayectoria de la mirada del rubio con la intención de descubrir el problema. No hicieron falta cálculos matemáticos para sacar conclusiones rápidas.

El Dragón y la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora