Capítulo 14: un domingo de caza, parte 2.

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Disclaimer:

Las obras de Harry Potter ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. Sólo es de mi autoría la trama de esta historia y no autorizo su publicación, entera o parcial, en otro sitio sin mi consentimiento.
Christian McKinley y Elisa Eldestein son personajes de mi propiedad.

Muchas gracias por todos los nuevos follows y favoritos, y gracias a quienes me han dejado sus reviews y tienen la paciencia de seguir esta historia.

Capítulo 14: Un domingo de caza. Parte 2.

No había podido matarlo, claro que no.

¿Cómo un insignificante estudiante asesinaría al mago más grandioso del mundo mágico? Y Snape había simulado hacer su trabajo, pero eso aún nadie lo sabía. Ni siquiera él.

Había atravesado el bosque como un autómata, guiado por los empujones de su padrino, y con el horror pintado en el rostro.
Al llegar a Malfoy Manor la siniestra figura con nariz serpentil lo había felicitado por su valiosa colaboración al lograr la entrada de los mortifagos en el colegio, pero luego había dado paso a su lado sádico al reclamarle por no haber completado su tarea de asesinar a Dumbledore. Los Crucios empezaron y podía ver, mientras se retorcía en el suelo, a su pálido padre temblar de impotencia, hasta que con la tercera maldición torturadora osó adelantarse y suplicar clemencia al amo para su hijo, recibiendo un crucio al tiempo de la reprimenda por fallar en el departamento de Misterios.

El grito desgarrador de su padre lo trajo a la vigilia en un despertar abrupto, entre sus sabanas verdes, en su habitación de Slytherin. Se había sentado en la cama y tenía el flequillo pegado a la frente a causa del sudor, y una sensación horrible aún le helaba la sangre.

Malditas pesadillas.

Maldita marca tenebrosa que se había quedado como una marca de agua en su piel, adherida como un recordatorio de lo estúpido que había sido, como un símbolo de lo sucio que estaba y estandarte de que los errores se pagan caros.

Se levantó de mal Humor, las odiosas pesadillas habían vuelto y lo habían acosado durante toda la noche, con más fuerza que antes. Las noches de sueño tranquilo y placentero que extrañamente había tenido últimamente le habían hecho creer que ya no las tendría. Casi había empezado a acostumbrarse a dormir bien, a la incipiente tranquilidad y a no tener miedo de cerrar los ojos.

Blaise y Pansy intentaron conversar con él. Ella sobre tonterías de la moda, y el moreno sobre lo aburrido de los domingos, hasta que los había callado de un modo nada delicado —con un grito exasperado— y los había expulsado de su habitación sin delicadeza alguna. Las buenas intenciones de las dos serpientes claramente no habían sido valoradas, pero como lo conocían bien y lo tenían caratulado como "gruñón por naturaleza", tampoco se ofendieron tanto, aún así se mostraron indignados.

Cuando bajó a desayunar, le extrañó encontrar la mesa de Slytherin prácticamente vacía. Era temprano, pero no tanto como para no encontrar a Nott por ejemplo, que solía madrugar.
Blaise y Pansy estaban despiertos, él mismo los había mandado a volar, pero ya debían de estar acostumbrados a su mal humor, pues otras veces los había tratado peor, incluso una vez había hechizado a Goyle por llenar de migas la sala común en uno de sus festines de pastelillos.

Inconscientemente miró hacia la mesa de Ravenclaw. Ella no estaba. Tampoco estaba en Gryffindor, donde la rata de biblioteca desayunaba y leía como... bueno, como la rata de biblioteca que era.

Luna, un alegre Blaise y un desganado Theo se encaminaron hacia el lago.

—¿Para que quieres el bicho ese Theo?

—Para nada que te importe, Blaise, ¿no tienes nada mejor que hacer?

—En realidad no. Pero si quieres puedo ir a ver si mejoró el humor de Draco, quizás quiera acompañarnos... —la voz del moreno sonaba bromista, pero Theo sabía que encubría la amenaza de irle con el chisme a Malfoy—.

Ante la mención del rubio, Luna se tensó un poco, pero continuó caminando. Llegaron a las orillas del lago y finalmente se detuvieron. Zabini se acomodó sobre una roca como si fuera un espectador.

—¿Qué haces Blaise? —preguntó la rubia—.

El moreno parecía confundido.

—Pues, me siento, creo que eso es evidente —comentó sarcástico—.

—¿Acaso no has venido a ayudarnos Blaise? Así terminaremos más rápido —afirmó ella—.

—Eso, Blaise —repitió Nott entonando el nombre de forma graciosa, disfrutando del dulce regaño que el otro parecía haber recibido— ¿Qué haces sentado después de haber insistido tanto en acompañarnos?

De acuerdo, Blaise no había contado con eso. Dos errores: olvidar que Luna estaba algo loca y olvidar que Nott era un Slytherin de pura cepa.

El Dragón y la Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora