Untitled Part 21

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S

oy una niña otra vez, ocultándome debajo de la mesa, con el

festejo desarrollándose encima de mí.

Presionando una mano en mi corazón, siento cómo se

acelera el golpe del mismo. No puedo pensar. No puedo pensar. No puedo

pensar.

Hay sangre en mi vestido, pequeños puntos hundiéndose en el cielo

azul.

Pensé que la muerte no podía sorprenderme, pero hubo tanta de

esta. Un vergonzoso y ridículo exceso. Mi mente sigue regresando a las

costillas blancas del Príncipe Dain, al rocío de sangre de la garganta de

Elowyn y la negación del Rey Supremo una y otra vez a Balekin mientras

moría. Las pobres Taniot, Caelia y Rhyia, que fueron obligadas a descubrir,

una a la vez, cómo la corona de las Hadas importaba más que sus vidas.

Pienso en Madoc, que había sido la mano derecha de Dain todos esos

años. Las hadas puede que no sean capaces de mentir directamente, pero

Madoc había mentido con cada risa, cada manotazo en la espalda, cada copa

de vino compartida. Madoc, que nos había dejado vestir de gala y me dio

una hermosa espada para usar esta noche, como si realmente fuéramos a

ir a una fiesta divertida.

Sabía lo que él era, intento decirme. Vi la sangre seca en su capucha

roja. Si me permito olvidar, entonces más me engañaré.

Al menos los caballeros habían alejado a mi familia antes que el

asesinato comenzara. Al menos ninguno de ellos tuvo que observar, sin

embargo, a menos que estuvieran muy lejos, puede que no se hayan perdido

de escuchar los gritos. Al menos Oak no crecería como yo, con la muerte

como mi derecho de nacimiento.

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Me siento allí hasta que mi corazón vuelve a ralentizarse. Tengo que

marcharme. Esta fiesta se volverá más salvaje, y sin ningún Monarca

Supremo en el trono, hay poco que detenga a los fiesteros de cualquier

entretenimiento que puedan concebir. Probablemente no sea el mejor

momento para ser un mortal aquí.

Intento recordar mirar la disposición de la sala del trono desde arriba

con el Fantasma. Intento recordar las entradas de la parte principal del

castillo.

Si pudiera encontrar a uno de los guardias y hacerlos creer que era

parte de la familia de Madoc, podrían llevarme con el resto de mi familia.

Pero no quiero ir. No quiero ver a Madoc, cubierto de sangre, sentado junto

a Balekin. No quiero fingir que lo que sucedió no es otra cosa más que algo

horrendo. No quiero disimular mi disgusto.

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